Cuando un adolescente huye de su hogar, ¿qué está pasando en la familia?
Algo anda mal, ¿faltarán valores, principios y orientación?
Expertos afirman que cuando los adolescentes huyen de casa, puede ser un referente de un modelo de crianza que carece de valores y principios, donde se confundió la flexibilidad con la indiferencia y la falta de supervisión y orientación.
Cada día son más las adolescentes que deciden salir de sus hogares en la aventura amorosa, por temor a la casa o simplemente porque quiere den demostrar su independencia y dejar atrás la autoridad de los padres.
Esto es un típico reflejo de necesidades que no fueron cubiertas de aceptación, aprobación y pertenencia de los miembros de la familia.
Cuando en una familia existe poca o casi nula expresión de afectos, falta de límites y falta de escala de valores inculcada por los padres o por la negación de los mismos hijos, es cuando se tienen estas riesgosas consecuencias.
Las relaciones fracturadas, asfixiantes, y tóxicas que se vuelven el caldo de cultivo o común denominador de muchas familias mexicanas contribuyen al nacimiento de los comportamientos para sociales, como la vagancia, vandalismo, farmacodependencia, alcoholismo, prostitución, indigencia e identificación con estereotipos antisociales o tribus urbanas estigmatizadas.
Los hechos donde se denotan en nuestros niños, adolescente y jóvenes, patrones de conducta y forma de pensamiento nocivos, influenciados principalmente por los medios de comunicación, series televisivas, música, mercadotecnia, materialismo y la necesidad de pertenecer a una banda de criminales son las consecuencias de la falta de límites, disciplina y responsabilidad en los hijos.
Recientemente un colega periodista había sido alertado o amenazado por un joven adolescente luego de publicar una denuncia sobre una escuela secundaria.
Esta grave inmadurez o etapa de desarrollo motivan a que muchos adolecentes se convierta en presa fácil para la reproducción e imitación de conductas de riesgo, exteriorizando actitudes altaneras, prepotentes y amenazantes, comportamientos y conductas autodestructivas y de heteroagresión, denotando la gestación de conductas altamente psicopáticas, que se traducen en conflictos con las figuras parentales, rebeldía, resentimiento hacia las figuras de autoridad, ambición negativa mal canalizada, pobre juicio crítico de la realidad, baja tolerancia a la frustración y conductas agresivas sobre los demás.
En la adolescencia se presentan trastornos de la conducta, que tristemente no llegan a diagnosticarse en etapas tempranas, mucho menos lo hacen cuando los jóvenes crecen solos o sin la supervisión de un adulto.
La ignorancia, indiferencia o falta de acceso a instituciones de salud mental, pueden agravar estos trastornos negativistas y desafiantes.
Muchos jóvenes adoptan una actitud desafiante, discuten a menudo con la autoridad y la desafían activamente; rechazando casi cualquier petición de sus padres o maestros. Tienden a molestar a los demás deliberadamente y culpan a los demás por sus errores o su mal comportamiento. Son rencorosos o vengativos.
De ahí la importancia de reconocer estas características para prevenir la violencia y delincuencia que son dos aspectos distintos. Se deben crear instituciones, familias y sociedad con alto grado de cohesión.
Estamos olvidados en un mundo que pronto olvida las terribles consecuencias de huir de casa o de ser desafiante y amenazante con los demás.