Edgar Martínez le rindió honor a Puerto Rico y a su pueblo
Edgar Martínez no perdió tiempo para hablarle directamente, en español, a los puertorriqueños tanto en Cooperstown para la exaltación del ex estelar de Grandes Ligas como para los tantos boricuas viendo por televisión y los fans de habla hispana en sentido general.
En su discurso de exaltación, el otrora astro de los Marineros de Seattle se estrenó como inmortal de Cooperstown con un mensaje para su pueblo en Puerto Rico.
“Mi gente de Dorado y mi barrido de Maguayo, un abrazo”, dijo. “Mi historia es sencilla: Criado en un barrio rodeado de gente humilde, con buenas intenciones. Yo me beneficié de la calidad de los seres humanos que viven en el barrio de Maguayo, Dorado, Puerto Rico. Soy bien afortunado de haber sido criado en Maguayo. Gracias, mi gente. Los quiero mucho y nos vemos pronto”.
Durante su discurso, Martínez también recordó sus tiempos como fanático del béisbol de la Isla del Encanto, donde el cubano Atanasio “Tany” Pérez tenía residencia y brillaba con los Cangrejeros de Santurce. Martínez le habló directamente a Pérez, exaltado al Salón de la Fama en el 2000.
“Fuiste uno de mis héroes cuando jugabas con los Cangrejeros en la liga invernal”, dijo Martínez. “Mi abuelo y yo escuchábamos los juegos por radio y mi abuelo decía, ‘Se acabó el juego, Tany viene ahora’. Fuiste parte de mi juventud en Puerto Rico”.
Martínez no dejó de rendirles honor a los otros puertorriqueños vivientes en el Salón de la Fama presentes en Cooperstown: Orlando “Peruchín” Cepeda, Roberto Alomar e Iván “Pudge” Rodríguez.
“Como puertorriqueño me siento honrado de tener mi placa en el Salón junto a las de ustedes”, expresó Martínez. “Es difícil creer que un sueño que empezó cuando yo tenía 10 años me llevaría por esta increíble trayectoria”.
Y por supuesto, Martínez reconoció el legado de Roberto Clemente, el primer puertorriqueño elegido al Salón de la Fama en 1973, pocos meses después de su trágica muerte el 31 de diciembre de 1972.
“Desde la primera vez que vi a Roberto Clemente con los Piratas en la Serie Mundial (de 1971), ya era un enamorado del béisbol”, dijo. “Lo único que quería hacer era jugar pelota y como la mayoría de los niños en Puerto Rico, quería ser como Roberto Clemente. Qué gran ejemplo fue Roberto Clemente para todos nosotros en Puerto Rico. Y qué honor tener mi placa en el mismo lugar que la de él”.