Atlético y Celta igualan en duelo de mexicanos
Un empate sin goles motivó otro frenazo del Atlético de Madrid, conformista y dominado en el primer tiempo al ritmo y el fútbol del Celta, que luego resistió la insistente y tardía ofensiva del conjunto rojiblanco para repuntar en la Liga, con un punto más que merecido en el estadio Wanda Metropolitano. El mediocampista mexicano Héctor Herrera hizo su debut en liga al iniciar como titular con el Atlético y disputó 60 minutos; mientras que Néstor Araujo jugó el partido completo con el conjunto vigués.
Con tensión final y con el tremendo esfuerzo visible en varios jugadores del Celta, cuyo trabajo fue de incontestable mérito, el partido evidenció un equipo madrileño que jugó tanto con los tiempos del encuentro, con los esfuerzos, que, cuando de verdad ambicionó el triunfo, ya sólo le quedaba media hora. Y no fue suficiente (0-0).
En el primer lapso, sendos remates de Felipe, nada más empezar el choque, y de Joao Félix, ya al borde de la media hora, respondió magnífico el portero Rubén Blanco, igual que al zurdazo desde fuera del área del brasileño, allá por el minuto 28. No hubo nada más del Atlético en el primer acto, fiado a individualidades inesperadas. Ni Diego Costa ni Joao Félix aparecieron en ese tramo.
Fue mucho más equipo, más compacto, más armado y más preciso durante todo el primer tiempo el Celta. Había leído mejor el encuentro. Y eso a tan alto nivel de competición, sujeto siempre a detalles, tiene una consecuencia en cada aspecto y sector del juego, porque, entre esos remates, todo lo demás correspondió al Celta.
La pelota fue suya. En concreto de Rafinha, que manejó el balón, el ritmo y la acción con la precisión de un reloj, asociado a Lobotka, y profundo cuando conectó con Denis Suárez o Iago Aspas. Su fútbol y su movilidad descubrieron un Atlético expuesto, a contracorriente, que llegaba a cada sitio dos segundos después. Al rechace, al despeje, a la presión alta que intentó, al marcaje...
Jugó mucho más el Celta en campo rival que viceversa, propuso más y mejor en ataque y, en cambio, sólo tiró una vez, por medio de Denis Suárez, a las manos de Oblak, en toda la primera parte. Muchos amagos y nada de remate. Tuvo al Atlético, no aprovechó su momento del partido y todo viró sin darse cuenta, sin percibirlo de verdad.
No había demasiadas señales, realmente, cuando un disparo de Joao Félix se marchó fuera ni cuando una conducción de Koke sin colaboración de ningún compañero fue resuelta de la única forma posible, con un tiro al que se lució Rubén Blanco, pero sí después, cuando el Atlético dio un indudable paso adelante. A por el triunfo.
Ya con Vitolo y Thomas sobre el campo, el primero por Correa y el segundo por Herrera; con Lodi vertiginoso por la banda izquierda, con cuatro centros que eran medio gol; con la entrada de Morata, ya recuperado de un esguince de rodilla, por un inadvertido Joao Félix; también con la parada salvadora de Jan Oblak a Brais Méndez; demasiado tarde para impedir el 0-0 y el frenazo del Atlético.