Fanáticos de los Nacionales celebraron su título
La canción “Baby Shark” resonó en los altavoces, mientras una marejada de fanáticos vestidos de rojo llenaba las calles céntricas de la capital estadounidense para vitorear a los Nacionales, quienes conquistaron el primer cetro de la Serie Mundial para la ciudad desde 1924.
“Simplemente sentimos que sería una experiencia única en la vida”, comentó Bridgete Chapin, quien llegó desde Burke, Virginia, junto con su esposo Mark, para observar el desfile en la avenida Constitution, y para concentrarse con la multitud a unas cuadras del Capitolio.
Desde alrededor de las 5 de la madrugada, los primeros fanáticos en llegar comenzaron a bailar “Baby Shark”, la canción infantil que eligió el venezolano Gerardo Parra para que anunciara su llegada al bate y que se volvió emblemática del desempeño de los Nacionales en esta temporada, hasta conquistar el Clásico de Otoño por primera vez en la historia de la franquicia que comenzó como los Expos de Montreal.
“¡Vamos Nats!”, comenzaron a corear los espectadores desde horas antes de que el equipo llegara a la zona.
Cuando el arribo ocurrió al fin, decenas de personas dieron a los peloteros y al manager boricua Dave Martínez una bienvenida propia de héroes, en una ciudad que careció de un campeón de béisbol durante casi un siglo. Los Nacionales lo consiguieron al imponerse tras siete juegos sobre los Astros de Houston.
El triunfo decisivo llegó el miércoles por la noche, en el Minute Maid Park de Houston.
“Sólo desearía que hubieran ganado en D.C.”, dijo Ronald Sanders, de Washington, quien llegó a los festejos con un equipo de pequeñas ligas.
En realidad, nadie ganó como local en este Clásico de Otoño, un hecho inédito.
La multitud se aglomeró en las calles por las que pasó el desfile. Se escucharon las ovaciones. Numerosos asistentes agitaron objetos rojos, desde serpentinas hasta toallas, lo mismo que carteles que decían: “La lucha ha concluido”, mientras los peloteros pasaban a bordo de autobuses descubiertos de dos pisos.
Con un puro en la boca, el gerente general Mike Rizzo emergió de uno de los autobuses para mostrar el trofeo de campeones. Intercambió palmadas con algunos fanáticos que estaban detrás de las vallas.
Martínez se sumó también a la fiesta.
“Sabemos lo que este título significa para D.C., una auténtica ciudad beisbolera, desde los Senadores hasta los Grays y ahora los Nacionales”, destacó la alcaldesa Muriel Bowser durante la concentración. “Al finalizar esta lucha, ustedes han traído una alegría tremenda a nuestra ciudad y han inspirado a una nueva generación de peloteros y de fanáticos de los Nacionales.
“Estamos profundamente orgullosos de ustedes, y pensamos que debemos lograrlo de nuevo el año próximo. ¿Qué piensan ustedes?”, añadió Bowser, antes de liderar un coro que pedía la conquista de campeonatos seguidos.
El presidente Donald Trump ha invitado a que los Nacionales asistan el lunes a la Casa Blanca, aunque el relevista Sean Doolittle no piensa asistir.
“Hay muchas cosas políticas con las que discrepo, pero al final del día, esto tiene más que ver con la retórica polarizadora, la difusión de teorías de la conspiración y la ampliación de las divisiones en este país”, dijo Doolittle al diario The Washington Post.
Larry Stokes, quien llegó para ver el desfile desde Boyds, Mayland, defendió la decisión de Doolittle, al recordar la postura de Trump sobre los inmigrantes.
“Los inmigrantes juegan este deporte, pero a él no le gustan los inmigrantes”, dijo Stokes.
Bridget Chapin tuvo una opinión distinta.
“Sin importar cómo te sientas, deberías ir a la Oficina Oval. Estoy realmente cansada de que los deportistas hagan declaraciones políticas. Yo miro los deportes para alejarme de todo eso”, dijo.
Trump asistió el quinto juego en Washington, y escuchó un coro de abucheos cuando su imagen apareció en una pantalla gigante.
En una ciudad dividida por motivos políticos, raciales y económicos, los Nacionales fueron un factor de unificación, al menos temporal. Personas de distintas filiaciones políticas se felicitaron por igual tras la victoria de Washington.
“Hoy he conocido a todas estas personas”, dijo Kimberly Ballou, de Silver Spring, Maryland. “Tengo nuevos amigos”