Hace 78 años, Muhammad Ali subvirtió el deporte desde la cuerdas
La injusticia fue el motor en la vida y carrera de Muhammad Ali, inclusive mucho antes de que el joven Cassius Clay llegara a comprenderla.
Cuesta creer que el personaje más influyente y subversivo del deporte en el siglo XX llegara al boxeo de forma accidental, luego de que en la adolescencia el robo de su bicicleta le incitara a buscar una salida a su ira.
Relatan que cuando perseguía al autor del robo, Cassius fue detenido por un policía para interrogarlo --motivado por la ceguera racial que aquejaba a los Estados Unidos-- lo que provocó la huida del ladrón y la promesa del joven Cassius, en lágrimas, de darle una paliza ejemplar al responsable tarde o temprano.
Joe E. Martin fue del agente de policía que recomendó a Cassius meterse a clases de boxeo y así dejar su ira en el costal. Meses después, Martin se convertiría en su entrenador tras darse cuenta del potencial del jovencito.
A este capítulo de la bicicleta robada le precedió en la secundaria el indignante momento en que le fue negado un vaso de agua por ser afroestadounidense. Relatan que tras regresar a casa, el joven Cassius pidió explicaciones a su madre del porqué la vida era tan complicada para aquellos de color.
En una nación que abarrotaba palabras de justicia y libertad en sus discursos hacia el exterior, pero que denigraba a los suyos en propia casa, Cassius Clay fue la punta de lanza del cambio de paradigma simbolizado en el surgimiento de Muhammad Ali.Su rebeldía y habilidad mental y verbal, equiparada con sus movimientos en el ring, incomodaron al statu quo perpetrado por la élite blanca estadounidense, que vio en Ali una amenaza colosal. Cuando se adueñaba del micrófono y los reflectroes, no había nadie más certero y honesto que él.
Por más que Muhammad Ali haya sido el mejor showman y artista del ring de todos los tiempos, su labor como defensor de los derechos civiles y la justicia supera por mucho sus hazañas con el cuero calzado. De ahí el apodo que han intentado comprar muchos, pero que solo él hace justicia.