El recuerdo de Joe; Montana, a 25 años de su retiro
Algunos íconos de San Francisco y su bahía son el Golden Gate, el tranvía, la orquesta sinfónica local, la prisión de Alcatraz y Joe Montana; los dos últimos ya no están en activo, por lo menos no en el ámbito que los hizo famosos.
La prisión de Alcatraz, cuyo huésped más renombrado fue Al Capone, lleva 57 años como atracción turística; el legendario quarterback de los 49’s ha pasado los últimos 25 atendiendo sus empresas y disfrutando de sus caballos.
Hoy se cumple un cuarto de siglo de que Montana, pasador de los Niners y de los Jefes, anunció su retiro en el centro de la gran ciudad californiana, ante una multitud que recordaba con cariño sus glorias en el juego grande, en el Super Bowl.
Joseph Clifford se quitó las hombreras a los 38 años, dejando atrás 16 años de carrera (14 con SF), cuatro títulos de Super Bowl, siendo en tres el Jugador Más Valioso, y dejó en la memoria 26 regresos para ganar partidos en el último cuarto.
Para muchos, es el mejor pasador de la historia, pese a que Tom Brady tiene seis anillos de SB; quizá porque, a diferencia del QB otrora de los Pats, Montana jamás estuvo envuelto en polémicas por intentar sacar ventaja ilícita; el ahora jugador de Tampa Bay estuvo metido en el Spygate y el Deflategate.
El egresado de Notre Dame fue MVP de la NFL en 1989 y 1990 y, a diferencia de Brady, Joe jamás perdió un Súper Tazón: se fue con 4-0 y 11 pases de TD, sin intercepciones.
Su entrada al Salón de la Fama en 2000 representó lo que fue Montana, un hombre que, más allá de los números, le dio identidad mediática al futbol americano moderno, con dos jugadas que marcaron la nueva época: The Catch, el pase de TD para doblar a Dallas en la final de la NFC de 1981, y la ofensiva de último aliento de 92 yardas para ganarle a Cincinnati el Super Bowl XXIII, ataque que inició cuando, en el huddle, les dijo a sus compañeros que había identificado al comediante John Candy en las tribunas, lo que mostró la calma que siempre tuvo cuando el juego dependía sólo de su brazo.
Sus pasiones hoy día son sus caballos y el viñedo que tiene cerca de San Francisco, donde está su residencia... esa ciudad californiana de la que es un símbolo más.