Burrow, hecho para la gloria en la NFL
A Joe Burrow y a su padre, Jimmy, no les quedó más que observar cómo esa mujer, ya con algo de estrés encima, ensamblaba toda esa tecnología que acababan de desempaquetar de una enorme caja con un logo que decía: NFL Draft 2020. Uno de los dos hermanos mayores del quarterback egresado de Louisiana State fue quien relató la escena para algunos medios en Ohio: “Ninguno de los hombres en esta familia es bueno para la tecnología”, dijo Jamie.
Así que ahí estaba Robin, sabedora de lo probable que era que su hijo fuese el primer jugador en la historia de la NFL en ser seleccionado de forma remota, siguiendo las instrucciones que había enviado la liga junto con dos cámaras y un equipo de iluminación. Por fin, la dama dejó montado lo necesario.
En el paquete también venían 32 gorras, una por cada equipo, esto para efectos de que el reclutado se colocara la correspondiente al momento de escuchar su nombre o de recibir la llamada de un gerente general. En el caso de Joe, aquella anaranjada con negro era prácticamente la única opción.
En efecto, los Bengalíes hicieron su apuesta y el chico maravilla se convirtió en la primera selección global del draft 2020, el primero en no ser reclutado de forma presencial, sino a distancia, escuchando su nombre de boca del comisionado Roger Goodell, quien hizo todos los anuncios desde el sótano de su casa en Nueva York. Así fue el draft en los tiempos del COVID-19.
EL ÚLTIMO BAILE
Jimmy, el jefe de la familia Burrow, fue coach de futbol americano colegial, pero decidió retirarse para enfocarse en la ascendente carrera de Joe.
Tras el draft, para tener un momento padre-hijo, invitó a su muchacho a sentarse con él a ver una nueva serie de televisión, algo más serio que la caricatura Bob Esponja, la favorita de Joe. Se estrenaba The last dance, y, luego de cuatro capítulos, el QB pudo verse en el espejo de aquel joven Michael Jordan, quien levantó a un equipo sin rumbo en la NBA de los años 80 y 90.
Sin embargo, una voz con autoridad en Cincinnati lo compara más con otra figura de las duelas, una mucho más actual: “Burrow es como LeBron James”, dijo Boomer Esiason, quarterback de los Bengalíes en la mejor época del equipo, allá por los años 80. “Él llegó a los Cavaliers y los salvó”.
Jordan fue la primera selección de los Toros de Chicago en 1984 y los llevó a ganar seis títulos de la NBA; James, una de las mejores noticias en Ohio en la última época, fue tomado también para abrir el reclutamiento por los Cavs en 2003 y, aunque en una segunda etapa en su carrera, llevó a Cleveland a ganar su primer y único cetro, en 2016.
Burrow, quien era guardia en el equipo de basquetbol de la preparatoria Athens High School, de Ohio, deberá también ser la piedra angular de los Bengalíes, que no han ganado un partido de playoff desde 1990 (la racha vigente más larga en la NFL), precisamente con Esiason como quarterback; llevan cuatro años al hilo con temporadas perdedoras y tuvieron récord de 2-14 en 2019, lo que les dio el derecho de ir por la joya de la NCAA, quien viene de ganar el trofeo Heisman y el campeonato colegial con los Tigres de LSU, además de lanzar 60 pases de touchdown en la última campaña (un récord), por apenas seis intercepciones.
El nombre de Joe Burrow trascendió así a niveles que dos años antes no hubieran podido pensarse, y su imagen fumando un puro tras la coronación de los felinos también fue tema: más de 10 millones de personas la vieron en Twitter.
Para Burrow, nacido en Ames, Iowa, el 10 de diciembre de 1996, y quien no puede iniciar el día sin tomar un vaso de jugo de naranja, el reto ahora es titánico: mucho más que cuando, ya como quarterback, llevó al maltrecho equipo de su preparatoria a ganar el título de Ohio, estado a donde, paradójicamente, el destino lo trae de regreso: sus dos primeros años como colegial los hizo con los Buckeyes de Ohio State, donde conoció a su novia, Olivia Holzmacher, mas luego fue transferido a LSU, dado que no había forma de quitarle el puesto a Dwayne Haskins, ahora pasador de los Pieles Rojas de Washington.
En Ohio la gente quiere a Burrow; la iglesia cristiana a la que acude, en Albany, era usualmente adornada con colores amarillo y púrpura (los de LSU) durante los días de partido. Recientemente, Joe invitó a la comunidad a recaudar fondos para pueblos de Apalaches, que sufren por carencia de alimentos; en unos cuantos días, la cifra era de medio millón de dólares, cinco veces el presupuesto anual del estado para esos efectos.
Ser QB titular de un equipo como los Bengalíes a veces también parece altruismo: desde Esiason, quien perdió el Super Bowl XXIII ante los 49’s, fracasaron en su búsqueda de ganar en playoffs gente como Carson Palmer (primera selección en 2003) y recientemente Andy Dalton, despedido el jueves pasado.
Burrow, de 1.91 metros de estatura, se convirtió en el quarterback número 25 en ser tomado para abrir un draft de la NFL, en esa lista aparecen nombres como los de Terry Bradshaw, John Elway y Peyton Manning, quien se volvió su mentor desde el verano de 2018, cuando el chico acudió a su academia para pasadores en Thibodaux, Luisiana.
Días antes del pasado draft, Burrow llamó por teléfono al retirado pasador, seleccionado como uno global por Indianápolis en 1998 y ganador de dos Super Bowls, uno con Potros, a los que también levantó de las cenizas. Nervioso por lo que se avecinaba, Joe necesitaba escuchar algo alentador y eso vino por el auricular: “Por algo te van a nombrar primero, confía”.