El Levante asaltó Balaídos con una victoria (2-3) que entorpece la permanencia del Celta en la Liga Santander, pues ahora tendrá que certificar la salvación en el campo del Espanyol en la última jornada.
El conjunto celeste ofreció, pese a jugar con uno más durante cuarenta minutos por expulsión del visitante Miramón, una pobre imagen que contrastó con la seriedad del equipo de Paco López.
El Levante, que presentó la gran novedad del portero Koke Vegas, necesitó muy poco para intimidar al Celta.
Su inicio fue sorpresivo. Con solo tres minutos, Bardhi obligó a Iván Villar a estirarse para despejar un lanzamiento; poco después, el centrocampista macedonio culminó un gran ataque elaborado por Miramón, Mayoral y Campaña, que asistió para el gol de Bardhi. No había asimilado el Celta el impacto, cuando un grave error defensivo facilitó otro gol, de Mayoral, pese a que esta vez el tanto fue anulado porque el VAR avisó al árbitro de un fuera de juego de Clerc antes del pase final.
La imagen del equipo celeste fue preocupante: blando, poco intenso, asustadizo. El Levante tuvo la pelota. Jugó cómodo, presionó arriba. Se apoderó del partido con desahogo. Y es que mediada la primera parte, la única aproximación del conjunto gallego fue un tiro lejano de Brais Méndez.
Los roles esperados estaban cambiados en Balaídos: un Celta tímido contra un Levante animoso. El equipo de Paco López manejó el partido a placer durante la primera media hora. Aspas perdió un balón en el centro del campo y el contragolpe granota, sensacionalmente elaborado por Mayoral y Roger, lo finalizó con gol Bardhi, que aprovechó un resbalón de Araujo para quedar solo ante Iván Villar.
El Celta dio hasta ese momento la sensación de ser un colador. Sin embargo, fue ahí, con dos goles de desventaja, cuando despertó el conjunto celeste. Su primera acción con peligro fue un tiro de Brais Méndez, que desvió a córner Clerc; en el saque de esquina, Araujo peinó el centro y Santi Mina marcó con un remate en el área pequeña.
Ese gol dio confianza al Celta. También el Levante flaqueó. Murillo avisó al cabecear una falta lateral. Más letal fue Aspas, que cerca del descanso, calmó todos los miedos con el gol del empate, una jugada académica que resolvió con sencillez: defensa visitante adelantada, pase en profundidad de Santi Mina y carrera de Aspas para llegar a la pelota antes que los centrales y el portero. El Celta arregló con los diez minutos finales la catástrofe del primer tiempo.
Óscar García hizo cambios en el descanso. Metió a Bradaric y Nolito. Pero el escenario no fue el que esperaba. La segunda mitad abrió con otra gran acción del Levante, que se asoció en la zona central con una pared Campaña-Mayoral, continuó con un centro de Clerc desde la izquierda y coronó con un gol de Mayoral, libre para rematar tras calcular mal Araujo,
El Celta quedó herido, sin ideas en ataque, pese a tener un jugador más por expulsión de Miramón -el VAR mandó al árbitro a revisar en el vídeo una dura falta a Aspas-. Se nubló el conjunto gallego.
Sólo creó un par de centros peligrosos hacia Santi Mina. Fue una escasísima amenaza durante cuarenta minutos para un equipo que se juega la permanencia, un Celta pobre que rozó el empate en el minuto 93 con un gol de Nolito que posteriormente anuló el árbitro, que revisó la jugada con el VAR y, quizás, observó que Gabriel Fernández tapaba desde una posición de fuera de juego la visión del portero en el momento del remate de Nolito.