Pianista de Red Sox siente el beisbol desde casa
Son las 3 de la tarde en punto. Aproximadamente a esta hora, todos se estarían preparando para la pausa del séptimo inning durante un juego vespertino de los Medias Rojas de Boston.
Josh Kantor se sienta en un banquillo, frente a un órgano Yamaha Electone, dentro de la sala de su casa. Luego, oprime un botón en la pantalla del iPhone de su esposa, para dar inicio a otro espectáculo.
Cada tarde, desde aquélla en que estaba prevista la inauguración de la temporada de béisbol, el organista del Fenway Park ha hecho transmisiones en directo, que lo muestran interpretando música habitualmente escuchada en los parques de béisbol, así como algunos temas que solicitan los espectadores.
La transmisión se realiza mediante Facebook, en un intento por evocar el ambiente de los parques, echado de menos por muchos fanáticos durante la parálisis del deporte por la pandemia de coronavirus.
“Parte de la experiencia de ir a un juego de pelota consiste en charlar con tus vecinos. Ahora, estamos en un tiempo en que no hay necesariamente oportunidades de que la gente haga eso”, dijo Kantor. “Durante media hora al día, la gente puede idealmente olvidarse de todas sus tensiones y adquirir nueva fuerza para enfrentar después los motivos de todo ese estrés”.
Kantor, de 47 años, trabaja a medio tiempo como asistente en una biblioteca. Ha tocado el órgano en los juegos de los Medias Rojas desde 2003.
Interpreta los temas que anteceden a la llegada de cada pelotero a la caja de bateo, y busca mantener animado el ambiente durante la revisión de jugadas en video o a lo largo de las interrupciones por la lluvia.Después de que la crisis mundial de salud obligó a aplazar el comienzo de la campaña, un amigo de Kantor le sugirió transmitir un recital en directo el 26 de marzo, día en que los Medias Rojas hubieran disputado su primer encuentro como locales.
“No sabía cómo hacer una transmisión en vivo, pero utilicé un curso en video, e instalé todo de manera un poco rudimentaria”, contó. “Me pareció que iba a hacer esto una sola vez”.
Pero en el primer espectáculo, Kantor recibió un centenar de solicitudes de melodías. Accedió a tocar unas 40, incluyendo no sólo la canción clásica del séptimo inning “Take Me Out to the Ball Game".Le pidieron por ejemplo interpretar “Don't Stand So Close to Me” (No te pares tan cerca de mí), un título bastante relacionado con estos tiempos. La transmisión del 26 de marzo ha sido vista más de 5.300 veces.
En su momento de mayor audiencia, estos recitales han atraído a 19.000 personas.
“Justo cuando terminamos, supimos en cierto modo que lo habíamos logrado, porque lo disfrutamos mucho”, relató Kantor. “Decidimos que, mientras la gente y nosotros siguiéramos necesitando esto, lo haríamos”.Las evidencias del aislamiento de Kantor se descubren fácilmente, desde su barba crecida hasta los rompecabezas esparcidos en una mesita dentro de la habitación en la que transmite.
Su esposa Mary es una pastora ecuménica que trabaja a favor de personas sin techo. Aparece en escena de vez en cuando, revisa el espacio de mensajes escritos en Facebook y los pasa al organista mediante notas escritas en papel adhesivo.
Y entonces, entra en acción el extraordinario oído musical de Kantor. Puede tocar cualquier melodía con la que esté familiarizado, aunque en realidad nunca antes la haya interpretado. Todo lo que necesita es oprimir antes algunas teclas, para encontrar el tono adecuado.
“Es un gran don”, dijo Nancy Faust, quien durante 41 años ha trabajado como organista de los Medias Blancas de Chicago y quien ha sido mentora de Kantor.
De hecho, una muñeca de gran cabeza, con la imagen de Faust, está encima del órgano de Kantor.Algunas veces, Kantor participa en iniciativas para hacer donaciones a bancos de alimentos. Un cartel del organismo FeedingAmerica.org está en un estante detrás de él.
El músico no puede estimar cuánto se ha recaudado con su ayuda, pero un espectador ofreció donar 500 dólares si Kantor hacía una improvisación de 10 minutos.
“Son personas muy auténticas, que están aportando mucha alegría cuando más se necesita”, recalcó Faust. “El espectáculo simplemente alegra mucho el día de una persona. Durante media hora, no hay nada negativo”.