El local y favorito Tiz the Law conquista Belmont
Tiz the Law consiguió el sábado una victoria sin precedente en Belmont Stakes, la primera carrera de una Triple Corona cuyo orden se ha alterado, al cruzar la meta primero, frente a una grada tétricamente vacía.
Montado por el puertorriqueño Manny Franco, el potro tresañero del estado de Nueva York tomó la ventaja en la recta final. Ahora, habrá que ver si puede completar la Triple Corona ganando el Derby de Kentucky previsto para el 5 de septiembre y la Preakness, el 3 de octubre.
El orden de las tres carreras se alteró este año, debido a la pandemia de coronavirus. Belmont, que suele ser la última carrera de las tres, estaba prevista originalmente para el 6 de junio.
Tiz the Law permitió que Nueva York celebrara la coronación de un caballo local, en el primer gran evento deportivo albergado por el estado desde que la pandemia golpeó severamente la zona. El último caballo criado en Nueva York que había conquistado Belmont era Forester, en 1882.
Esta pista en Long Island puede recibir a casi 100.000 espectadores, pero hubo apenas unas 100 personas en el lugar, incluidos jinetes, gente de los medios de comunicación y empleados.
Todos, menos los caballos, debieron usar mascarillas. Incluso los jockeys llevaban cubierta la nariz y la boca.
“El público fue muchísimo menor, seguro”, dijo Jack Knowlton, dueño de Tiz the Law, quien observó la carrera desde el patio de un restaurante en la zona aledaña de Saratoga Springs.
Tiz the Law, favorito por 4-5, ganó por cuatro largos, cubriendo la distancia de una milla y un octavo en un minuto, 46 segundos, 53 centésimas. Dr. Post finalizó segundo y Max Player fue tercero.
La carrera se acortó respecto de su longitud estándar de milla y media, con el objetivo de generar un menor desgaste y riesgo de lesiones en los caballos, ante las alteraciones que se han registrado en los programas de entrenamiento.
Los competidores largaron desde un arrancadero colocado en la recta del fondo, y no frente al graderío principal.
En ningún aspecto esta edición de Belmont Stakes se asemejó a cualquiera de las 151 que le antecedieron.
Cerrado al público desde marzo, el Belmont Park difícilmente tuvo la alegría veraniega a la que están acostumbrados los neoyorquinos. Estaban cerradas las taquillas de apuestas y las tiendas de regalos. No era posible beber un solo Belmont Breeze, el tradicional cóctel preparado con bourbon.
Han caminado tan pocas personas por la zona que la maleza crece hasta un pie (30 centímetros) entre los adoquines del pabellón ubicado a un lado de la pista.
El silencio en el recinto de 115 años se rompió cuando el gobernador de Nueva York Andrew Cuomo emitió la orden de que los jinetes estuvieran listos, mediante una comunicación remota de video. Sam Grossman, encargado de tocar el clarín, debió retirarse un momento la mascarilla para hacerlo.
Los caballos entraron a la pista mientras resonaba “New York, New York”, en la interpretación clásica de Frank Sinatra. Un locutor recitó los nombres de los caballos ante una tribuna desierta.