Liga Mexicana del Pacífico gana en el pleito MLB-peloteros
El nuevo desencuentro entre las Grandes Ligas y su Asociación de Jugadores ha evocado escenarios catastróficos en la industria, pero no en la Liga Mexicana del Pacífico.
La brecha creada por las diferencias entre dueños y peloteros de la Gran Carpa ha incentivado la ilusión de los equipos mexicanos de pelota invernal, potenciales válvulas de escape para un conflicto salarial que parece no tener fin.
Cada año, decenas de ligamayoristas cruzan la frontera del sur para enrolarse con organizaciones latinas que les permiten mantener el compás, mientras vuelve el mejor beisbol del mundo. Algunos lo ven como un lujo y otros, como un riesgo innecesario; esta vez, podría ser una necesidad.
Si el comisionado Rob Manfred y el sindicato de jugadores no hallan un puerto que desemboque en la celebración de la temporada 2020, el lapso de inactividad para la mayoría de los 882 peloteros que inauguran cada campaña será más extenso del que supone un deporte regido por el ritmo, como lo es el "Rey".
En ese caso, deberán buscar alternativas y la LMP será una de ellas. Sus directivos anticipan un curso beisbolero fuertemente golpeado por la crisis derivada del Covid-19; sin embargo, de rebote, podrían llevar la mano en las negociaciones para contar con big-leaguers necesitados de juego.
"Hasta ahora, no se ponen de acuerdo. Con Julio Urías, Oliver Pérez o Manny Bañuelos hay una probabilidad muy grande de que vengan a lanzar, porque necesitan esos innings", apuntó Mario Valdez, gerente deportivo de los Tomateros de Culiacán.
Pero ese presagio es resultado de la comunicación que, según Héctor Ley, presidente del equipo sinaloense, "es permanente", aunque su mensaje en la contingencia delata la visión desde el palco, no desde el diamante.
"Necesitas volver a ponerte en forma y a veces ya no regresas a tus capacidades o talentos naturales, porque lo interrumpiste. Lo que ellos dicen es que necesitan jugar y que están puestos para venir", expuso.
Existe también el planteamiento de una temporada extendida de MLB, que culminaría con la Serie Mundial en diciembre. Si es adoptado, el viento de optimismo que ahora sopla en la región mexicana del Pacífico se contaminaría de un desencanto surgido —irónicamente— del encanto que produce el beisbol de las Grandes Ligas.