Muhammad Ali, la rebeldía de un campeón
Cassius Marcellus Clay VI fue un niño demasiado curioso. Cuando iba a la iglesia en su natal Louisville, el pequeño le preguntaba a su mamá Odessa por qué Jesús era blanco y de ojos azules. Por qué en la Última Cena no había un apóstol negro. Tampoco había ángeles de piel oscura. En las historietas observaba que Tarzán era blanco y hablaba con los animales. ¿Por qué los africanos que estaban en la selva desde hace siglos no podían comunicarse con las bestias? Su curiosidad saltó a la realidad. ¿Por qué Miss América es blanca?, ¿por qué el presidente vive en la Casa Blanca?, ¿por qué un gato negro es de mala suerte y por qué el Patito Feo es negro? Las preguntas que alertaron a la madre fueron: ¿Por qué no podemos comer en los restaurantes de la ciudad? Y ¿por qué tenemos que sentarnos hasta atrás en los autobuses?
Un día, Cassius se paró frente a su madre y le soltó la pregunta que retumbaría en todo Kentucky: ¿Por qué me llamo Cassius Marcellus Clay VI”. Ella se quedó muda por unos instantes. Tendría que explicarle que su padre, su abuelo y el abuelo de su padre llevaban el mismo nombre. El tatarabuelo fue bautizado con esos nombres, debido a que así se llamó el amo de la finca donde los antepasados del niño fueron esclavos.
A los 12 años (1954), el jovencito de piel negra presumía orgulloso su bicicleta Schwinn de colores rojo y negro de 60 dólares. En un descuido alguien se la robó y el pequeño se puso a llorar. Pronto le dirían que en el sótano de un edificio cercano había un gimnasio (Columbia) y ahí un policía.
Acostumbrado a hablar demasiado y hacer gestos, bajó furioso exigiendo agarraran al ladrón para golpearlo con sus propios puños. Lo recibió Joe Martin, exagente de policía y entrenador de chamacos en su tiempo libre. “¿Sabes pelear?, ¿no? Entonces, primero aprende a boxear, antes de abrir la boca”. A las seis semanas, el jovencito de 40 kilos tuvo su primer combate. No recuperó su bicicleta, pero en ese momento surgía el carácter de un niño preguntón y sin miedo para enfrentar las injusticias.
Aquel pequeño que pintaba dibujos con él arriba del cuadrilátero se convirtió en medallista olímpico en Roma 60 (hace seis décadas), tras vencer al polaco Zbigniew (tres veces campeón de Europa) en la categoría de los semipesados. Orgulloso, aparecía en el podio por encima del polaco, así como de un ruso, en los tiempos de la Guerra Fría.
Se dice que lo primero que hizo el campeón dorado al llegar a Louisville fue colgarse la medalla olímpica e invitar a su hermano Ronnie a desayunar a un café donde no admitían a negros. Clay tenía 18 años y pensaba que ganar el oro para Estados Unidos le otorgaba el derecho de tomar un café en su ciudad, en el lugar qué él decidiera. “Aquí no se les sirve a negros”, le dijo la mesera en turno, misma respuesta del gerente, cuando Cassius solicitó que atendieran al campeón olímpico, el que había derrotado a gigantes europeos en época de guerra. El gerente le reiteró que le importaba un carajo que así fuera el campeón del mundo, seguiría siendo un negro.
El libro biográfico The Greatest (El más grande/ Richard Durham/1975) narró que aquella tarde, Cassius Clay salió molesto del establecimiento y lanzó la medalla al río Ohio. Aquel metal había perdido su magia y Cassius ya no se sentía parte de aquel país norteamericano.
Años más tarde, el escritor David Remmick presentó la biografía más completa de Ali titulada King of the world (Rey del mundo), donde un veterano Muhammad Ali le confesaría que perdió la medalla, pero que los altos mandos del islam le recomendaron que contara algo más dramático que una simple pérdida.
Cassius Marcellus Clay VI seguía molesto con llevar el nombre de esclavos, por lo que intentó un cambio. Influenciado por Elijah Muhammad y Malcolm X, el joven Clay buscó no sólo el cambio de nombre sino también de religión.
Entonces se convirtió al islamismo y el primer nombre designado fue el de Muhammad X, con el mismo grado de Malcolm. Sólo que Elijah Muhammad decidió entronizarlo con el máximo estatus: Muhammad Ali (el Dios Muhammad).
A los 22 años, todavía como Cassius Clay, el campeón olímpico enfrentó al temible Sonny Liston por el título como campeón del mundo. Liston era tratado por la prensa como un “oso feo” y expresidiario que demolía rivales con sus puños. No dejaba de ser un peleador negro de los pesos completos, aunque era favorito para mandar a Cassius al hospital más cercano.
Liston era favorito porque la prensa deportiva (de piel blanca) se incomodaba cada vez que aparecía Cassius Clay y abría la boca. Los cronistas no estaban acostumbrados a que un atleta negro levantara la voz.
Voy a volar como una mariposa y picar como una abeja”, sentenció Clay, quien acabó con el campeón. También se autonombró como “El más grande” y “El más bonito”.
Clay no sólo hizo mucho ruido arriba del ring. Debajo de éste se convirtió en un férreo defensor de la lucha contra la segregación racial, lo que le trajo consecuencias en su carrera deportiva.
En 1966, el campeón del mundo recibió un memorandum del gobierno de Estados Unidos en el que se le requería para alistarse en la armada e ir a combatir a Vietnam. El pugilista se negó a enlistarse, argumentando que prefería morir que hacerla del Tío Tom. “No tengo nada en contra del Vietcong. No tengo ningún problema con ellos, ninguno me llamó negro de mierda”.
La Comisión Estatal de Boxeo lo suspendió, le quitó el título de campeón del mundo y el gobierno estadunidense lo encarceló. Él respondería: “Me pueden quitar el cinturón y el título de campeón, pero no el valor como hombre”.
Duró tres años y medio debajo de los cuadriláteros, pero aprovechó el tiempo para dar discursos en universidades. “Estados Unidos no defiende mis derechos y mis creencias, pero quiere que vaya a otro país a atacar gente inocente. Ellos (vietnamitas) nunca me insultaron, nunca me lincharon, ni me cazaron con perros. Esos bebés, mujeres y ancianos, ¿por qué iba a dispararles”.
Cuando recuperó la licencia de boxeador, volvió con la intención de recuperar el título de campeón del mundo. Ya no se llamaba Cassius Clay, ahora era Muhammad Ali, el consentido de los musulmanes y amigo de Malcolm X. Rivales como Floyd Patterson y Ernie Terrell se atrevieron a llamarlo Cassius arriba del cuadrilátero, a lo que Ali les respondía con crueles golpes al cuerpo. Cada martillazo iba acompañado de una pregunta: “¿cómo me llamo?”. Los rivales terminaron en la lona y con la boca cerrada.
Muhammad Ali recuperó el título que le arrebató el gobierno estadunidense, luego de tumbar al toro George Foreman el 30 de octubre de 1974, en el recordado combate llamado El rugido de la Selva (Rumble in the jungle).
El negrazo de 1.91 metros de estatura y 94 kilos de músculos lanza jabs y ganchos frente a un sucio espejo, ante la mirada de Angelo Dundee, su mánager. Sus manazas están cubiertas por vendas elásticas y se ha quitado la sudadera.
-¿Qué voy a hacer en el ring?
-Vas a bailar- contesta Dundee-.
-¿Qué voy a hacer en el ring?
-¡Bailar, Ali, vas a bailar! -responde el resto de su equipo-.
LEVANTARON EL PUÑO
1936.- Jesse Owens desafía a Adolf Hitler en los Juegos de Berlín 36, ganando cuatro medallas y humillando a la raza aria. A su regreso a Estados Unidos se le hizo un reconocimiento, pero se le pidió que ingresara al hotel de la ceremonia por la puerta de la cocina. Terminó compitiendo contra caballos de carreras para ganarse el sustento.
1947.- Jackie Robinson se convirtió en el primer deportista de raza negra en jugar en las Grandes Ligas. Recibió cartas de amenazas de muerte, los lanzadores blancos trataban de darle con la pelota en la cabeza y otros le escupían en los zapatos.
1961.- El basquetbolista Bill Russell, de los Celtics, se retiró de un juego como protesta contra comportamientos racistas. Fue ante los Halcones de San Luis, en donde jugadores negros de ambos equipos lo siguieron. Antes del juego, San Jones y Thomas Sanders (Boston) se quejaron por no ser atendidos en la cafetería del hotel donde el equipo se hospedó.
1968.- Los velocistas estadunidenses Tommie Smith y John Carlos subieron al podio de los 200 metros con los puños levantados y envueltos en guantes negros en señal de protesta por los derechos civiles. Fueron desconocidos por su país. Ocurrió en México 68.
2016.- Colin Kaepernick, mariscal de campo de San Francisco, se convirtió en símbolo contra el racismo al arrodillarse en un partido, mientras se entonaba el himno estadunidense. Fue vetado por la NFL, aunque varios atletas tomaron su ejemplo.
2020.- La NBA inicia un boicot en protesta por el ataque policiaco al afroamericano Jacob Blake. Se unen equipos de la NFL y la MLB. El astro LeBron James insiste en no jugar, aunque los equipos deciden que continúe la postemporada.