Inolvidable lo hecho por Cal Ripken Jr
El día que Cal Ripken Jr. estuvo cerca de ver interrumpida su racha de juegos consecutivos fue el 7 de junio del 1993 --más de dos años antes de superar a Lou Gehrig como el Hombre de Hierro del béisbol.
El día comenzó temprano, con una llamada que recibió el entrenador atlético de los Orioles.
Richie Bancells, quien se había ido a dormir la noche anterior pensando que no se despertaría tan temprano.“Esto fue en la época cuando sólo teníamos líneas terrestres”, recordó Bancells. “No era inusual que me llamara, pero a las ocho de la mañana sí lo era. Mi esposa tomó el teléfono y me lo pasó a la cama diciéndome ‘Cal quiere hablar contigo’ y pensé que era extraño”.
El día anterior, Ripken estuvo en medio de una trifulca entre los Orioles y Marineros, que inició con Mike Mussina pegándole un pelotazo a Bill Haselman, quien se fue de inmediato hacia el montículo. Las bancas y bullpens se vaciaron. Ripken corrió desde el campo corto, pero sus zapatos quedaron enganchados en la hierba, y de pronto estaba atrapado en una pila de cuerpos.
Disputó los últimos tres innings del juego, completando su 1,790 encuentro consecutivo. Pero a la mañana siguiente tenía un dolor considerable y sentía rigidez en la rodilla.“Probablemente fue la más cerca que estuve que perderme un juego”, dijo Ripken. “Algunos de los jugadores pueden convencerse de jugar lastimados. Siempre tuve una buena tolerancia del dolor. De alguna manera, me las ingenié”.
Bancells dijo: “Durante la racha, esa fue la única vez que pensé, ‘no lo creo’”.Ya había sido una temporada difícil para Ripken. Tenía 32 años, venía de una campaña complicada y estaba promediando sólo .218 con cinco jonrones en sus primeros 56 encuentros. Los Orioles estaban en la quinta posición a 7 ½ juegos de la cima del Este de la Liga Americana. Mientras tanto, ya había comenzado la conversación sobre el efecto negativo que estaba teniendo la racha en su desempeño. El astro de los Gigantes Bobby Bonds dijo que era algo “idiota” mientras otros dijeron que estaba siendo egoísta.
Esta no sería la única vez durante la racha de 16 años que Ripken tuvo problemas en saltar al terreno. Sufrió un esguince en el 1985, antes de que la racha fuera un tema de conversación. Más tarde en su carrera, los problemas en la espalda plagaron a Ripken luego de superar el récord de Gehrig. Hubo otras ocasiones en las que Bancells ayudó a Ripken a lo largo de los años, con historias que tal vez nunca serán reveladas.
“El asunto era que estaba jugando como campocorto en ese momento, así que tenía que moverse lateralmente y al hacerlo pudo haber comprometido al ligamento”, dijo Bancells. “Fácilmente pudo pasar de un esguince de primer grado, que va de leve a moderado, a uno de tercero con el que puedes desgarrarte si no tienes precaución. Esa era mi preocupación”.
Trataron la rodilla todo el día. Tenían hasta las 7:38 p.m. para el primer pitcheo del juego. Hasta 45 minutos antes del inicio del encuentro, Bancells, Ripken y su agente Ron Shapiro, se reunieron en las cajas de bateo internas del Oriole Park. Bancells le lanzó roletazos a Ripken para probar su movimiento lateral.“No iba muy bien”, dijo Bancells. “Tenía mis dudas”.
Ripken conocía el riesgo. De todas maneras, jugó. Le dijo a Bancells que lo vendara y apareció en la alineación como tercero en el orden.
“Tenía una habilidad extraordinaria para forzar ciertas cosas”, dijo Bancells.Los Orioles ganaron 3-2 a Oakland esa noche, gracias a un elevado de sacrificio del cubano Diego Seguí. Ripken alcanzo bases en tres ocasiones, con un sencillo y dos boletos en cuatro veces al bate. Tuvo cuatro asistencias a la defensiva, incluida la primera y penúltima jugada del juego. Anotó la primera carrera del compromiso luego de un doble de Harold Baines en la tercera entrada.