La Fórmula Uno sigue rindiendo tributo a Michael Schumacher, siete veces campeón del mundo, retirado de la vida pública desde el accidente de esquí que sufrió hace este martes siete años y que para Ferrari sigue siendo el ídolo eterno.
“Michael está siempre en mis pensamientos. Pero tengo un respeto absoluto por la decisión de su familia”, afirma el exjefe de la escudería italiana, Luca di Montezemolo, en la edición de este martes del popular diario “Bild”.
Alude con ello a la estricta norma de la discreción impuesta por los Schumacher en torno a la situación del expiloto en su chalet de Gland (Suiza). Apenas recibe visitas, fuera de las que puntualmente hace el jefe de la FIA y exdirector deportivo en Ferrari, Jean Todt, quien a veces se ha referido a esos encuentros, sin dar detalles sobre su estado.
Montezemolo dirigió Ferrari desde 1991 a 2014, periodo en que la escudería italiana logró hasta 19 títulos mundiales -entre los recibidos por sus pilotos Niki Lauda, Kimi Räikkönen o Schumacher, o como constructor-. “Los tiempos con Michael fueron especiales”, afirma, para añadir que suele rezar por él, pese a que no le ha visitado desde el accidente en Méribel, en los Alpes franceses.
La familia Schumacher guarda celosamente la norma de la discreción. El pasado fin de semana, ese mismo rotativo, el más leído de Alemania, incluyó una entrevista con el hijo del expiloto, Mick, quien se prepara para estrenarse en la Fórmula Uno.
“Me parece bien, no me molesta la pregunta ni las comparaciones”, explicó Mick, de 21 años, respecto a la inevitable pregunta sobre Michael. “Mi padre es para mí el más grande. ¿Por qué iba a distanciarme de él?”, añadió el hijo del ídolo, quien debutará con la escudería estadounidense Haas en el Gran Premio de Melbourne, el 21 de marzo.
Michael Schumacher sigue siendo para muchos el “Kaiser”, el emperador, de la Fórmula Uno. Su plusmarca de siete títulos mundiales -en 1994 y 1995 con Bennetton y luego los cinco que ganó con Ferrari, del 2000 a 2004- fue igualada por el británico Lewis Hamilton esta temporada. Pero al alemán se le sigue identificando con el título de emperador, tal vez por afinidad idiomática.
Son ya siete años desde el accidente del 29 de diciembre de 2013 en esa estación invernal de los Alpes franceses. Por entonces llevaba varios años retirado de la competición. El piloto que tantos accidentes había superado en los circuitos quedó al borde de la muerte en una pista de esquí, su otra pasión deportiva.
Su ingreso en una clínica de Grenoble, con politraumatismo craneoencefálico, desplegó un circo mediático que puso a prueba la paciencia de los responsables del centro médico y la capacidad de gestionar los ánimos en una familia emocionalmente al límite.
Su esposa, Corinna, como la exmánager del piloto, Sabine Kehm, se vieron acosadas por los medios a cada entrada o salida del centro. Hubo intentos frustrados de robo de imágenes del accidentado y otros ejemplos de voracidad periodística.
Michael despertó del coma inducido en que había ingresado a los seis meses del accidente. De la clínica de Grenoble se le trasladó a un centro de rehabilitación en Lausana (Suiza) y, de ahí, al chalet de Gland, acondicionado debidamente para su atención, entre equipos de médicos, auxiliares y fisioterapeutas.
Siete años después, Corinna, quien se casó con Michael en 1995 y es madre de sus dos hijos -Gina Maria y Mick-, sigue representándole en actos benéficos y otros eventos. El último de ellos, la gala de la FIA, en diciembre, en la que se proclamó a Hamilton piloto del año, mientras la esposa de Michael recibía un premio honorífico, otro más, en nombre de su marido.
Kehm sigue administrando las relaciones con los medios y las cuentas oficiales del “kaiser” en las redes sociales; Corinna acude sonriente y serena ahí donde se la reclama. Ni una ni otra, juntas ni por separado, revelan más de lo que juzgan conveniente. El estado de salud de Michael es asunto privado.
El próximo debut de Mick ha desplazado algo la atención hacia el teórico sucesor en los circuitos, por línea directa, de Michael. Al hijo del ídolo va a costarle imponer su propio estilo. Su mejor asesora es, según explicaba a “Bild”, su madre. Alguien que lleva ya un largo trayecto en lo de no caer nunca en la descortesía y a la vez preservarse de indiscreciones.