Los Padres de "Slam Diego" regresan a donde todo empezó
La última vez que los Padres visitaron Texas, su temporada estaba al borde del abismo. San Diego había perdido cinco juegos seguidos a mediados de agosto, cayendo por debajo de .500 por primera (y única) vez en la campaña. Las lesiones se estaban acumulando. El bullpen estaba en malas condiciones.
Entonces, el dominicano Fernando Tatis Jr. trabajó la cuenta hasta ponerse en 3-0 y tuvo la osadía de hacer swing, estando su equipo arriba por siete carreras. Usted probablemente sabe el resto de la historia.
Tatis conectó un gran slam que se escuchó por todo el mundo del béisbol. Los Padres comenzaron la noche con marca de 11-12. Desde entonces, tienen registro de 28-12 y en el camino ganaron su primera serie de postemporada en 22 años.
“Creo que lo que hicimos fue encontrar la forma de juntar todo: La ofensiva, el pitcheo, la defensa, todo”, dijo Tatis el lunes, recordando aquella serie en Arlington. “Todo empezó a funcionar en ese momento. Nos montamos en ese tren y seguimos por el mismo riel hasta que terminó la temporada”.
Los Padres están de vuelta esta semana en el lugar donde empezó todo. Desde el martes, disputarán la Serie Divisional de la Liga Nacional contra los Dodgers en el Globe Life Field.
Tatis ya tiene un momento para el recuerdo en Arlington. Ahora, está listo para buscar más.“Los jugadores de verdad hacen historia en la postemporada”, dijo Tatis.
Los Padres también hicieron una buena dosis de historia en la ronda regular. En los tres juegos después del cañonazo de Tatis, Wil Myers, Manny Machado y Eric Hosmer también conectaron grand slams, la primera vez en la historia que un equipo hacía tal cosa en cuatro partidos seguidos. Dos días después, Jake Cronenworth disparó el quinto en seis encuentros.El grand slam de Tatis encendió la chispa de una racha de siete victorias seguidas. Y así nació “Slam Diego”.
Pero esas buenas vibras no fueron exactamente instantáneas. Todo el mundo, al parecer, tenía una opinión sobre el swing de Tatis en 3-0. Y no todas eran positivas.Los Rangers estaban molestos porque Tatis había hecho swing estando los Padres arriba por siete carreras, argumentando que había roto una de las reglas no escritas del béisbol. El manager de los Padres, Jayce Tingler, dijo en público que era “un momento de aprendizaje”, porque Tatis no había visto la seña.
El resto del mundo del béisbol recibió aquellas críticas con más críticas. Dos miembros del Salón de la Fama, Reggie Jackson y Johnny Bench, expresaron su opinión. Todos querían ver a una de las estrellas jóvenes del juego jugando sin restricciones.Como si Tatis alguna vez fuera a jugar a la pelota de otra forma.
Mientras en el mundo externo todos parecían estar molestos con las reglas no escritas, Tatis estaba calmado como siempre.
Esa noche, en el autobús del equipo, Tatis se sentó en la fila de atrás de su manager. No había señales de drama alguna. En vez de hablar del grand slam – o de la seña que no entendió – la conversación se centró en los otros dos pitcheos de aquel mismo turno.Tatis había estado trabajando duro para evitar hacerle swing a pitcheos malos, especialmente lanzamientos rompientes por debajo de la zona y particularmente contra lanzadores derechos. Los coaches de los Padres estaban felices, porque Tatis había dejado pasar dos fantásticos sliders del dominicano Juan Nicasio. Realmente se había ganado aquel conteo de 3-0.
Entonces, la conversación se desvió completamente del béisbol.
“Yo estaba disfrutando mi noche”, dijo Tatis. “Di dos jonrones en un juego y eso fue todo. Hubo mucho ruido, mucho bla, bla, bla. Yo no quería enforcarme en eso. Venir al día siguiente y jugar como yo sé hacerlo”.Tatis rompió más reglas no escritas al día siguiente. Con los Padres arriba por seis rayitas, se fue al robo de tercera con dos outs ante Ian Gibaut, el relevista de los Rangers. Un día antes, había sido Gibaut quien había tirado una recta por detrás de Machado con el primer pitcheo tras el grand slam de Tatis. Gibaut fue tomado por sorpresa. Tatis se deslizó quieto en tercera.
El mensaje fue claro: Tatis no iba a cambiar su agresiva forma de jugar. El resto del mundo del béisbol iba a tener que adaptarse a su estilo.
Esa mañana, Tingler había tenido que retractarse de algunos de sus comentarios. Reconoció que, en primer lugar, se había equivocado al darle a Tatis la seña de dejar pasar el pitcheo.“Obviamente, no fue la decisión correcta”, reconoció Tingler. “Hizo un swing y anotamos cuatro carreras”.
Aquel fin de semana, Tatis se encontró otra vez en una cuenta de 3-0, la primera desde su ya famoso jonrón. Los Padres estaban apaleando por 11-2 a los Astros.Tatis se acomodó nuevamente en la caja de bateo. Una vez más, no volteó a ver al coach de tercera. Esta vez, Tatis volteó a ver directamente hacia el dugout, en dirección a Tingler, quizás buscando alguna nueva orden.
Un momento después, hizo un swing tremendo. Arriba por nueve rayitas, Tatis mandó una línea a 109 mph por el centro del terreno que capturó el venezolano José Altuve tirándose de cabeza. Tatis no pudo evitar sonreír mientras caminaba hacia el dugout.