La influencia cubana en Nueva York
Si naciste en Cuba en la década del 80, sabrás que tener acceso a mercancía de Grandes Ligas era algo prácticamente imposible. El tener posesión de revistas, posters, tarjetas de peloteros o videos era como ser dueño de una joya muy valiosa. Sin embargo, la popularidad de los Yankees fue capaz de traspasar esas limitantes, cruzar ese estrecho de la Florida y penetrar en la vida de miles de cubanos que en muchas ocasiones no han podido ver ni un partido completo en video, pero que son más leales a la camiseta a rayas que muchos residentes del Bronx.
La popularidad de los Yankees se apoderó de Cuba desde el mismo momento en el que se apoderó del mundo beisbolero. El éxito de los Bombarderos después de la llegada de Babe Ruth se hacía sentir en la Isla, en la cual el béisbol ha sido una pasión desde que se convirtió en el segundo país en practicar este deporte.
En aquellos tiempos, Cuba tenía total acceso a las Grandes Ligas. Las estrellas de la Gran Carpa incluso visitaban la Isla y los ciudadanos podían mantenerse al día de las noticias beisboleras a través de la prensa nacional.
Luego, con la llegada de la TV, los cubanos fueron testigos de aquellos partidos de Series Mundiales donde la presencia Yankee era casi obligatoria. El juego perfecto de Don Larsen, la atrapada de Mickey Mantle, la jugada del cubano Edmundo “Sandy” Amoros ante el batazo de Yogi Berra y todos aquellos momentos quedaron fijados en las retinas de miles de cubanos que hoy peinan canas y que no pueden olvidar tampoco las voces inmortales de Felo Ramírez y René Molina narrando muchos de aquellos partidos.
Después de 1960, todo cambiaría, incluyendo la mudanza del club del béisbol organizado, Havana Sugar Kings—aspirantes a ser incluidos en las Grandes Ligas en algún momento--de La Habana a Jersey City, New Jersey. Pero a pesar de todas las limitaciones en el acceso a los juegos, continúa el amor de miles por los Bombarderos del Bronx, esos que ya se habían robado el corazón de muchos en la Isla. Con radios rotos, antenas inventadas, revistas viejas, cartas de familiares en el extranjero y uno que otro video que se lograba filtrar, los cubanos siguieron como podían las temporadas de los Yankees en los años siguientes.Hablar de pelota en una esquina es algo común en Cuba y para mí, sentarme con los que pintan canas a escucharlos recordar aquella época se hizo parte fundamental de mi vida e inspiró mi carrera actual, además de fraguar mi pasión por este deporte y los Yankees.
En aquellas cabezas con pelos blancos, todavía se ven gorras de los Yankees, la mayoría rotas, remendadas y pasadas de moda, pero dentro de ellas hay muchas anécdotas, sueños, memorias y el recuerdo de un país que por unas décadas disfrutó a plenitud del mejor béisbol y del equipo del mundo: Los Yankees de Nueva York.