Antonio Vega, abogado y torero
El formar parte de una sociedad que se sustenta en el intercambio de bienes y servicios, nos fuerza a competir entre todos, en aras de tener los medios para sustentar nuestras necesidades, tanto las básicas como las que nos hemos venido creando.
El tiempo que le dedicamos al trabajo en general es muy alto y tal vez sirva como paliativo filosófico lo que afirmó Confucio hace siglos: "Encuentra lo que te gusta y desde ese día no trabajas" El trabajo absorbe gran parte del tiempo y energía; y se margina el resto de las dimensiones de la vida en pos del dinero, la respetabilidad, el poder y la fama.
Hace muchos años conocí en Peñoles a quién era alto ejecutivo en su área legal, su nombre taurino Antonio Vega y recuerdo que se entusiasmó cuando supo que era hijo de José Luis Carazo y me dijo que él iba a dejar su puesto porqué iba a intentar ser matador de toros, a sus un poco más de 40 años y recuerdo que le dije, ahí tienes el caso de Corralito.
Platicamos sobre Fernando Corral, Corralito, quién debutó como novillero en Tlalnepantla, Estado de México en 1948, una novillada en 1949 y otra en 1960 completaron su breve historial siendo contemporáneo de andanzas taurinas de mi papá. Reapareció 24 años después, el 17 de junio de 1984, en la Plaza de toros Monumental de Morelia, Michoacán.
En esta segunda etapa, tuvo su presentación en la Plaza de toros México con 54 años de edad, el 5 de enero de 1986. Alternó con Eulalio López "El Zotoluco" y Pepe Murillo con novillos de doña Celia Barbabosa y su segundo novillo le infirió una cornada, era funcionario público y dejó el puesto para dedicarse a su vocación taurómaca.
Me dijo: Carazo: "Quiero encontrar sentido a lo que hago" Y nos despedimos enterándome al poco tiempo que había renunciado a su puesto y que iba a seguir su sueño adolescente, truncado por su madre quién le mandó a Estados Unidos a estudiar la preparatoria, para que le quitará la idea -según ella negativa- de ser torero.
Fue muy amigo de Jesús Solórzano -por cierto, de los pocos tentadores de las ganaderías de Alberto Baillères- Chucho lo invitó a sus andanzas en tientas y corridas de toros, en algunas ocasiones se vestía de luces para salir como sobresaliente y Chucho -generoso- le dejaba hacer quites en sus toros.
Antonio -como abogado su nombre real Alejandro de la Vega- a instancias de Jorge Ávila, gerente de la plaza Caletilla de Acapulco, le ofreció la oportunidad de debutar de luces y a los 43 años, casado y con dos hijos, un puesto de trabajo de alto nivel, se decidió a ser novillero contra viento y marea, cumpliendo su primera vocación.
A lo largo de más de cinco años, comprendidos entre 1983 y 1988, Antonio Vega sumó más de 50 novilladas. En esa época alternó con toreros como "El Glison", Alejandro Silveti, Guillermo Ibarra, Mele Barbosa, Rafael García, José María Napoléon, Alejandro del Olivar, entre muchos otros, bajo el apoderamiento del impecable taurino como fue Antonio Martínez "La Crónica", el banderillero potosino ya retirado por aquellos años.
Me alegró que tomará la alternativa el 1 de octubre de aquel 1988 en la plaza "Oriente" de San Miguel de Allende, con 48 años. Su padrino fue Chucho Solórzano y el testigo Curro Rivera. No llegó a los 30 festejos cuando se decidió retirar de los ruedos en 1995 y al mismo tiempo siguió ejerciendo su carrera de abogado en la cual era brillante.
Su charla era agradable y su conversación absorbente en varios temas -predominando el taurino en que destilaba su amor por su profesión- y desde luego el legal, en el que fue excelente, varias veces nos encontramos en la ópera y en conciertos de música clásica, en Bellas Artes y en otros sitios.
Alguna vez comentamos lo que escribió Viktor Frankl: "La vida nos exige una contribución, y depende de cada uno de nosotros descubrir en qué consiste" Él me parece que por diferentes vías la encontró. Se fue en el paseíllo de la vida a la Gloria un hombre que vivió intensamente sus pasiones, deja en sus hijos y nietas la herencia de quién disfrutó de su pasar por este mundo intensamente. Lo vamos a extrañar. Un abrazo a su familia y amigos con nostalgia.