Disturbio acepta que la lucha lo alejó de los malos pasos
Disturbio es un luchador que difícilmente pasa desapercibido, el cuadrilátero es su hábitat natural y la esquina ruda, el refugio que encontró ante los golpes sufridos en el pasado.
Tuvo una infancia disfuncional y acepta que Disturbio le salvó la vida. "Disturbio me ha dado más de lo que me dio mi vida pasada, estoy muy agradecido con él y no me veo como otra cosa", comparte con orgullo. Y es que su pasado estuvo poblado de ausencias. El abandono de su padre, su madre esclava del trabajo, y como consecuencia, él, un hijo rebelde. "A raíz de eso pierdes oportunidades, pierdes trabajos, muchísimas cosas que no valoras hasta que ya no tienes salida, pero Disturbio me dio la oportunidad de salir y ser alguien en el mundo, una persona que aporte un granito de arena".
Aunque su arribo al pancracio debió ser natural, ya que su abuelo René Lerox fue luchador de los años treinta, y luego, su padre trabajó como Rey Ajedrez; la realidad es que fue su esposa, la Princesa Dorada, quien lo convenció de entrenar en la Arena México y hacerse luchador.
DESDE ABAJO. Tras un tiempo de entrenamiento, atacó desde abajo las carteleras, en las llamadas ‘luchas de regalo’ en la Arena Coliseo. "El profesor Arturo Beristain me llevó a la Arena Neza a ganarme mi lugar, después el venir al CMLL y hacer lo mismo, tuve mi prueba aquí con Fabián el Gitano y me dio una arrastrada enfrente del patrón (Paco Alonso). He tenido tropiezos y nada se me ha regalado, pero también he sabido aprovechar mis momentos".
La posibilidad de ser enmascarado no lo atrapó, probó con una incógnita pero le estorbó. "Me siento como una persona ridícula usando máscara, es mi sentir y respeto a los que lo hacen". Palabras que pintan su carácter irreverente, el cual le da forma a su labor. "A mí me gusta, para eso entrené, para eso nací y me agrada que digan ahí va el luchador. Creo que el cariño de la gente así te lo demuestra, se tiene ese tipo de privilegios al no usar máscara".