No podía ser otro que Jude Bellingham. La gran sensación de LaLiga en su primer curso en España. Al más puro estilo Real Madrid. Del ejercicio de resistencia de Manchester a la remontada del clásico. Levantando en dos ocasiones, al límite en el físico, un marcador en contra para sentenciar el título en el minuto 91, dejar al Barcelona en blanco y centrarse desde ahora en el sueño de la decimoquinta.
Celebró el Santiago Bernabéu un triunfo con sabor a título ante el eterno enemigo. La recuperación de la corona liguera. Con el orgullo que siente el madridismo por la entrega de unos jugadores que, cuando no es con fútbol brillante, tiran de orgullo y una fe inquebrantable para alcanzar el éxito. Con Lucas Vázquez ganándose la renovación en un partido para enmarcar, Vinícius decisivo hasta cuando rebaja el desequilibrio y el reencuentro de Bellingham con el gol en un momento clave. Once puntos de ventaja con 18 por disputarse. Una Liga sentenciada.
La necesidad del Barcelona contrastó de inicio con la suficiencia del Real Madrid. La resaca emocional de la batalla del Etihad, el ejercicio de resistencia, se palpó más que en el físico en el factor mental. Salir a un clásico con la obligación de ganar o hacerlo con red, con una ventaja de puntos que permitía dar por bueno el empate. Provocó errores graves que tienen peaje en duelos grandes.
La montaña rusa de emociones en la que se ha instalado Lunin, pese a su frialdad. De héroe en Manchester a iniciar el clásico con un exceso de confianza con el pie, perdiendo un balón peligroso, y con una mala salida que costó un gol tempranero. A ese cúmulo de errores se sumó Vinícius con un mal pase atrás que provocó el córner gracias a la reacción de Kroos. Tan atento al corte como dormido en su lanzamiento. Le ganó Christensen el salto, Lunin midió mal y cuando quiso reaccionar el balón ya estaba dentro de la portería.
Cualquier idea de partido de Ancelotti cambiaba en seis minutos. Al Real Madrid le tocaba ir a por el rival, asumir riesgos para evitar la resurrección de LaLiga antes de visitar la casa de la Real Sociedad. De golpe, el equipo más firme en defensa de LaLiga era endeble en cada saque de esquina. Perdió en el juego aéreo como Camavinga en el marcaje a Lamine Yamal.
Un niño de 16 años, que ya se había exhibido en el mismo escenario con la selección española, estrenaba titularidad en un clásico en el Bernabéu ajeno a la presión. El mejor de su equipo, desequilibrando siempre, castigando a Ancelotti la apuesta en el marcaje a un extremo puro con un centrocampista como Camavinga. Cansado de ser superado, recibió una tarjeta amarilla que obligaba al cambio de plan al descanso.
Antes había empatado el Real Madrid, con personalidad para la reacción, no pensar en el cansancio e ir encerrando al Barcelona en su terreno y convertir en intrascendente la posesión del rival. Perdonó Vinícius, tras una asistencia de Modric en el que se perfila como su último clásico, rematando arriba desde el punto de penalti. Liberado del marcaje de Araujo, emparejándose con Koundé.
La tuvo Tchouaméni de cabeza, tras un regalo de falta de Kroos en su centro medido, pero fue Lucas Vázquez, titular ante el cansancio muscular de Carvajal, el que generó el empate. De nuevo endeble Cancelo en labores defensivas. Se comió el recorte y Cubarsí, en su primer clásico, se precipitó al ir al suelo para derribar al rival sin poder frenarse. El récord de Ter Stegen al limbo, tras seis jornadas sin encajar gol, pese a adivinar el lanzamiento de Vini.
Nacía un nuevo clásico en el que debía demostrar el Barcelona, volcado su juego siempre al costado de Yamal, que merecía pelear por el título. A balón parado lo acarició. En cada saque de esquina. Con Lewandowski viendo de cerca el larguero en su remate antes de que quedase demostrada la necesidad de la tecnología de gol en el fútbol español. El remate de Yamal en el primer palo. La reacción de Lunin dentro de su portería. Imposible determinar desde los ángulos de las repeticiones si el balón superó o no por completo la línea de fondo.
Se subió el duelo a un vaivén de sensaciones en función de las necesidades de cada equipo. El Real Madrid añoró frescura física, tanto como que Vinícius y Rodrygo conectaran. O una aportación ofensiva mayor de Bellingham, rebajando sus apariciones en las zonas de peligro. Desgastándose en labores defensivas. Por momentos Rodrygo quiso dar un paso al frente, con buenas lecturas de dos acciones. Firme Ter Stegen ante el disparo de Modric y generoso 'Vini' cuando debió chutar.
El gesto del clásico llegó con los aplausos de la grada del Bernabéu a un rival cuando De Jong dejó el partido en camilla. Había buscado la escuadra Gundogan en una falta, cuando en un balón muerto en el añadido del primer acto, Valverde fue con la intensidad que le faltó a su rival. El balón golpeó con el pie en el aire y produjo una lesión de tobillo que hunde de nuevo al centrocampista neerlandés.
El paso al frente para no cerrar su temporada en blanco, lo debía de dar el Barcelona con Pedri al mando. Aunque el protagonismo fue siempre de Yamal que arrancó el segundo acto en la misma dinámica, superando a Camavinga y probando suerte con el disparo a Lunin. El Real Madrid dio un paso atrás. Por el físico y por su fe en el contragolpe. Xavi lo dio al frente metiendo a Fermín primero. A Joao Félix y Ferran después.
Tuvo premio la apuesta de un técnico que ya anunció su adiós, cuando un centro, como no de Yamal, encontró el despeje al centro de Lunin, molestado en su visión por el momento de Ferran, superado en el rechace ante Fermín. LaLiga recuperaba el pulso de nuevo con el triunfo azulgrana.
El Real Madrid debía desafiar cualquier lógica física para levantar el partido y lo consiguió empatando en apenas cuatro minutos. Con Vinícius inventando una acción con pase perfecto desde la izquierda a la aparición del héroe del partido, Lucas Vázquez, en el segundo palo. De nuevo en la foto Cancelo.
El empate no le servía al Barcelona, no le quedaba otra que lanzarse de nuevo por el gol del triunfo y ofrecer al Real Madrid la posibilidad de correr. Fue cuando los cambios de Ancelotti cumplieron su papel. Después de que 'Vini' perdonase en el primer aviso un mano a mano con Ter Stegen antes de dejar el partido. Con Brahim fresco de piernas para conducir la transición que cerró LaLiga en el minuto 91. La aportación decisiva de Lucas Vázquez y la resurrección goleadora de Bellingham en el segundo palo para desatar la locura en un Bernabéu orgulloso del espíritu de lucha de sus jugadores.
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