Ana y Bruno, del olvido en México al festival más importante
Ana y Bruno es una de las mejores películas mexicanas de animación. Eso es lo que dicen los escasísimos ojos que han visto la más reciente cinta de Carlos Carrera, el mexicano que ganó la Palma de oro en Cannes en 1994 con el corto El héroe. “Está impresionante”, dijo Alfonso Cuarón tras ver una escena. “Es muy divertida y está llena de atmósfera”, comentó Guillermo del Toro. Tras siete años a contracorriente, Carrera estrenará al fin su historia de una niña que escapa de un hospital psiquiátrico con la ayuda de los seres imaginarios de los pacientes. La película tendrá su estreno mundial en junio en el festival de Annecy, en Francia, considerado uno de los más importantes del género. Ana y Bruno se hizo de fama de producción maldita en la industria mexicana. El proyecto arrancó en 2010. Carrera cuenta a EL PAÍS que en ese entonces pensaron hacer una coproducción con algunos países europeos. “La película se iba a 40 millones de dólares. Era más costosa en el extranjero de esa forma”, asegura el director. Carrera y sus productores se replantearon el proyecto. “Siempre he sido un convencido de que en México hay muchísimo talento”, dice Carrera, quien ha hecho nueve cortometrajes de animación y cuenta en su filmografía con una de las cintas más taquilleras del cine mexicano (El crimen del padre Amaro). Con esta convicción el equipo comenzó a trabajar con 40 animadores de Lo Coloco Films, Grado Cinco, Itaca Films y Anima Estudios. Al hacer la película en México el equipo logró bajar los costes de producción. Pero eso no quiere decir que Ana y Bruno sea una película barata, ya que rondó los 100 millones de pesos (5.3 millones de dólares). “Costó cuatro veces lo que una película mexicana promedio”, dice Carrera.