Todos estaban distraídos cuando Silvia Pinal llegó por un costado. La sala principal del Palacio de Bellas Artes se oscureció y ella brilló en el palco enfocada por un reflector y por el efecto de la luz en las lentejuelas de su vestido.
Empezaba la fiesta de la gran diva de México, que este lunes recibió un homenaje a su trayectoria de más de siete décadas en cine, teatro y televisión. Consagrada como musa del cineasta Luis Buñuel y exponente de la época de oro del cine mexicano, la actriz ha protagonizado una celebración en blanco y negro a pocos días de cumplir 92 años el 12 de septiembre.
Los asistentes llevaban más de dos horas esperando para entrar. Los alrededores del Palacio de Bellas Artes, en el centro de Ciudad de México, habían sido ocupados por las filas: hileras para el público general, para la prensa, para los artistas invitados.
Muchos se quedaron afuera cuando se abrieron las puertas pasadas las seis de la tarde. En el interior, aguardaban los actores que compartieron con la intérprete los años dorados del cine nacional, ese mundo en blanco y negro que habitaron Ignacio López Tarso, Martha Ofelia Galindo o Luz María Aguilar en la década de los cincuenta. También habían asistido interpretes de otras generaciones, como Aracelia Ramírez o Roberto D’Amico, que tienen en Pinal una maestra.
“¿Qué tal, Silvia?”, empezó desde el escenario la actriz Diana Bracho cuando los primeros aplausos de la noche terminaron. El saludo era un guiño a ¿Qué tal, Dolly?, una obra de teatro musical que Pinal protagonizó en la década de los noventa.
“Hablar de ti es hablar de una artista que ha sido pionera del cine, el teatro y la televisión en nuestro país”, continuó Bracho. “Una mujer”, dijo, “que asumió ser actriz desde que descubrió la condición de su ser”.
Pinal llegó a Ciudad de México desde Guaymas, en el norte del país, para estudiar una carrera “seria”, como quería su padre. Pero enseguida fue “seducida por la interpretación”, recordó durante el acto una de sus hijas, la actriz Sylvia Pasquel.
La intérprete hizo un repaso de la trayectoria de su madre desde aquellos primeros años en la Escuela de Actuación de Bellas Artes: su debut con la obra Sueño de una noche de verano; sus inicios en la televisión; el primer Ariel como mejor actriz; las colaboraciones con Pedro Infante o con Cantinflas, también con Vittorio de Sica o José María Forqué; el rodaje de Viridiana, el largometraje dirigido en 1961 por Luis Buñuel que la consagró en el extranjero.
Esa fue la primera de las tres películas que hizo la actriz con el director aragonés. El filme, una sátira a la caridad cristiana, fue censurada por el Vaticano, pero Pinal consiguió sacar los rollos de la España franquista para proyectarlo en México. Así lo recordó en una entrevista reproducida durante el acto de este lunes: “Las saqué de las latas, porque pesaban, y las llevaba yo en mi bolso”.
Con Viridiana, el cine en español obtuvo su única Palma de Oro en el Festival de Cannes. “La tengo yo en mi casa y se las enseño... No cuando quieran. Si ustedes me avisan, se las llevo yo a algún lado”, bromeó la actriz en otra de las entrevistas proyectadas. La presea está ahora resguardada en el Palacio de Bellas Artes, como parte la exposición que completa el homenaje a la diva.
La artista protagonizó después otros dos filmes de Buñuel, más que ninguna otra actriz: El ángel exterminador (1962), en la que un grupo de burgueses queda atrapado en una habitación, y Simón del desierto (1964), donde Pinal personifica al Diablo.
“Siempre se dice ‘qué suerte tuvo la Pinal de trabajar con Buñuel’. Lo contrario también aplica”, señaló el crítico de cine Leonardo García Tsao desde el escenario, en una conversación con la guionista Busi Cortés y con el también crítico José Antonio Valdés Peña. “No todos los días se puede homenajear a una leyenda viviente”, destacó García Tsao.
Encima de sus cabezas, colgaba el retrato de la artista que pintó Diego Rivera en 1956.
Pinal siguió las casi dos horas de homenaje desde el palco. Las proyecciones de fragmentos de sus obras, los discursos y las interpretaciones que hicieron después la actriz y bailarina Bianca Marroquín, la cantante Fela Domínguez, el actor y director Alan Estrada y la nieta de Pinal Stephanie Salas.
“Tu abuela te ama intensamente. Nos necesitamos ambas”, dijo a su nieta.
“Ay, mamacita”, dijo Pinal cuando finalmente fue conducida hasta el escenario en silla de ruedas. La última aparición en público de la actriz había sido en 2017, cuando su trayectoria fue celebrada por la Academia de Cine de Hollywood, de la que es miembro.
“Yo me siento tan ilusionada”, dijo, y quiso continuar. “Vamos a hacer una cosa muy importante...”, empezó, pero ya no pudo completar la frase porque alguien desde el publicó gritó su nombre y después ella dejó el micrófono.