Texas conmemora el aniversario de Harvey entre la esperanza y el negocio
Al cumplirse hoy un año de la llegada del huracán Harvey a Texas, muchas personas aún se esfuerzan por reconstruir sus hogares y recuperarse de una de las peores catástrofes naturales que han azotado a EE.UU., que además de multimillonarios daños también dejó 90 víctimas mortales.
En el Golfo de Texas, vientos de hasta 210 kilómetros por hora destrozaron miles de hogares como el de Randy Álvarez, originario de Honduras y barbero de oficio, que no olvida cómo el agua le obligó a abandonar su casa después de que la acumulación superase los cuatro pies de altura (1,2 metros).
"El agua duró estancada, mínimo, como unas tres semanas, y el moho había penetrado hasta el techo. Era un riesgo para la salud seguir viviendo en esas condiciones", explicó en una entrevista con Efe.
Un año más tarde, este barbero latino se esfuerza por remodelar su hogar gracias a su trabajo y al de asociaciones como Hope Disaster Recovery, de la organización caritativa Cy-Hope, una coalición de 50 grupos cívicos y religiosos.
El objetivo de todos es el mismo: ayudar a recaudar fondos destinados a comprar material de construcción, muebles y electrodomésticos básicos "para sobrevivir".
"Texas recibió la respuesta más rápida de su historia ante una emergencia -que provocó decenas de miles de refugiados durante semanas- al destinarse 40.000 millones de dólares para la reparación de daños en la fase preliminar", manifestó el vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, en una visita esta semana a Texas.
En su parada en la Primera Iglesia Bautista de Rockport, uno de los iconos de los efectos de la destrucción del huracán, Pence estuvo acompañado por el gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, donde ambos coincidieron en que la zona será levantada de nuevo "mejor de lo que estaba antes".
El gobernador de la estrella solitaria, consciente de los daños, destinó en febrero de este año 1.000 millones de dólares más para proyectos de prevención, como la elevación de viviendas o la creación de drenajes que prevengan futuras consecuencias tan graves.
El Centro Nacional de Huracanes registró 52 tornados y más de 150 avisos de emergencia durante el paso de Harvey por Texas, un caos que arrasó con cualquier instalación que estuviera en su camino, ya fueran pequeñas cabañas o escuelas.
Los datos recogidos por la Agencia de Educación de Texas reflejaron que al menos 219.000 estudiantes perdieron su casa, pese a lo cual continuaron asistiendo a sus colegios; aunque peor suerte tuvieron otros 46.500 alumnos que, además de perder su hogar, se vieron obligados a inscribirse en otros centros.
Scott Rogers, director del Rockport-Fulton High School, tuvo tan solo unos minutos para evacuar ante "lo que parecía una tormenta tropical en el Golfo", y que para el 23 de agosto obligó a un desalojo apresurado en menos de una hora.
Los estudiantes dejaron todo en sus pupitres y los administradores se marcharon tan rápido que, en algunos casos, olvidaron cerrar las puertas detrás de ellos.
Rogers narró al diario local Houston Chronicle cómo "el verdadero coste" de la tormenta se hizo evidente al regresar y encontrar las unidades de aire acondicionado de 2 toneladas de peso sobre el pavimento húmedo.
Sin embargo, algunas personas o entidades encontraron la forma de hacer negocio dentro del desastre, aunque no siempre de forma lícita o ética.
El caos y la incertidumbre de una tragedia de estas características llevó a la población a tomar precauciones en el resto del estado, lo que propició que, tristemente, algunas compañías especularan con los precios de la gasolina.
El fiscal general de Texas, el republicano Ken Paxton, anunció en mayo sanciones a 48 gasolineras del área urbana de Dallas, unos 360 kilómetros de distancia del foco del huracán, por incrementar los precios del combustible "el doble de lo habitual" durante la crisis generada por Harvey.
Por otra parte, compañías inmobiliarias se mudaron a Houston desde varios puntos del país para comprar, reconstruir y alquilar casas abandonadas, en lo que el agente Brian Lenihan considera "una fuente de inversión próspera".
En esta ocasión, se beneficiaron de que "muchos propietarios no contaban con una protección contra inundaciones", por lo que, según explicó a Efe, no pudieron reclamar "ni un centavo" a las aseguradores y, al no tener ahorros, se declararon en bancarrota y los bancos embargaron sus propiedades.