Kim y Trump optimistas al inicio de una cumbre centrada en desnuclearización
El líder norcoreano, Kim Jong-un, y el presidente de EE.UU., Donald Trump, iniciaron hoy en Hanói su segunda cumbre en un ambiente distendido y entre señales de optimismo sobre el resultado de una cita centrada en hacer avanzar el diálogo sobre desnuclearización.
El encuentro arrancó en el céntrico hotel Sofitel Metropole con un Trump y un Kim sonrientes y visiblemente relajados, que se estrecharon la mano durante casi diez segundos frente a un fondo de banderas estadounidenses y norcoreanas intercaladas.
Allí Trump se apresuró a decir que cree que la cumbre será "un éxito" y negó el haber rebajado sus expectativas sobre el proceso de desnuclearización de Corea del Norte, algo que muchos analistas han achacado a su Gobierno en las últimas semanas.
Al apretón de manos le siguió un breve intercambio entre ambos de unos veinte minutos en el que Trump destacó que Corea del Norte tiene un potencial económico "tremendo, increíble, ilimitado" y prometió que ayudaría a Pionyang a aprovecharlo si prosperan las negociaciones sobre la desnuclearización del hermético país asiático.
"Estoy deseoso de ver cómo ocurre (ese desarrollo) y de ayudar a que ocurra, y ayudaremos a que ocurra", afirmó rotundo.
Por su parte, Kim dijo estar "seguro" de que la cumbre "tendrá un buen resultado" y destacó que ambas partes han logrado "superar obstáculos y estar aquí hoy", algo que, según él, ha requerido "mucha paciencia y esfuerzo".
Kim agradeció, además, la "valiente decisión" del presidente de EE.UU. de empezar a dialogar con Corea del Norte, mientras que el inquilino de la Casa Blanca aseguró que su relación con el líder norcoreano "es realmente buena".
Antes de dar paso a la cena, Trump volvió a subrayar su optimismo, diciendo que espera "un éxito igual o mayor" que el logrado en la primera cumbre entre ambos, hace ocho meses en Singapur.
La posterior cena, de una hora y 45 minutos de duración, tuvo lugar en el mismo hotel en un ambiente aparentemente desenfadado y con un aire casi íntimo, en contraste con el nerviosismo inicial y el tono serio que caracterizó buena parte de su primera cumbre, a mediados de 2018.
Ambos se sentaron el uno al lado del otro - no frente a frente, como en el almuerzo de entonces en Singapur - en una pequeña mesa redonda dispuesta para ellos y sus seis acompañantes.
A su lado cenaron sus respectivas traductoras, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, el jefe de gabinete en funciones de Casa Blanca, Mick Mulvaney, el canciller norcoreano, Ri Yong-ho, y el principal responsable de inteligencia de Pionyang, Kim Yong-chol.
Al inicio del convite, Trump destacó lo agradable que le resultaba poder disfrutar de una cena privada, aunque dijo que seguramente sería "muy rápida" porque ambos tenían "un día muy ajetreado" por delante con la segunda jornada de la cumbre, en la que están previstas las reuniones de trabajo.
Kim aseguró, por su parte, que ambos iban "a mantener un diálogo muy interesante" y que espera que ello conduzca a una "situación extraordinaria".
Se desconocen los planes para el jueves, pero se cree que el formato podría ser similar al de Singapur, cuando ambos se reunieron tanto solos como acompañados de sus asesores durante el único día que duró el encuentro.
Se espera que la declaración que resulte de esta cumbre sirva para impulsar el proceso de desnuclearización que se planteó en Singapur, y que apenas ha cosechado avances ante la falta de una hoja de ruta.
En ese sentido, se cree que Corea del Norte podría ofrecer un desarme parcial centrado en su complejo nuclear de Yongbyon, donde produce su combustible para bombas atómicas y el cual Kim ya se ofreció a desmantelar "permanentemente" a cambio de "medidas correspondientes" de la Casa Blanca.
Esas medidas podrían pasar por una relajación de sanciones que permita revivir proyectos de cooperación económica entre las dos Coreas, y una declaración política para dar portazo a la Guerra de Corea (1950-53), que concluyó con un alto el fuego y no un tratado de paz.
Al ser preguntado por la posibilidad de que ambos países firmen alguna declaración de paz bilateral, Trump se limitó a contestar "ya veremos", aunque en todo caso no cerró la puerta a rubricar un documento que podría ayudar a poner fin a la guerra que ambos países se declararon hace casi ya 70 años.