Con cerca de 150 arrestos Sri lanka cumple una semana de los atentados
Con cerca de 150 arrestos Sri Lanka cumple una semana de los brutales atentados que mataron a 253 personas e hirieron a otras 500 durante el Domingo de Resurrección, mientras las minorías cristianas rezan desde casa por temor a nuevos ataques.
La Policía confirmó que entre los detenidos se encuentra la esposa y la hija de Mohamed Zahran, el presunto organizador de los ataque, que se inmoló en la explosión de uno de los tres hoteles de lujo que, junto a tres iglesias, fueron atacados el pasado domingo.
Zahran fue identificado como el líder del National Thowheed Jamath (NTJ) que, junto al Jammiyathul Millathu Ibrahim (JMI), es el movimiento extremista al que las autoridades han atribuido la responsabilidad de la serie de ataques cometidos casi simultáneamente.
La niña de cuatro años Mohomad Zahran Rusaina y su madre, Abdul Cader Fathima Sadia, que fueron rescatadas de las explosiones del distrito de Nintavur, han sido identificados como la esposa y la hija de Zahran Hashim, dijo el portavoz de la Policía Ruwan Gunasekara.
Las familiares del hombre sobrevivieron a la explosión de un suicida que se inmoló durante una redada de las fuerzas de seguridad a una de las casas seguras de los terroristas.
Tanto la madre como la hija fueron reconocidas ante las autoridades por la hermana de Mohamed Zahran, y están recluidas en un hospital bajo custodia policial.
En las redadas de las últimas horas las autoridades se han incautado de más de un centenar de armas de distinto tipo y calibres, además de dinero en efectivo de distintas divisas, y una cantidad de piedras preciosas y joyería valoradas por 200.000 dólares.
Entre las casi 150 personas detenidas por sus vínculos con los ataques se encuentran también el conductor y el portavoz de Zahran, así como los familiares de algunos de los suicidas.
El primer ministro de Sri Lanka, Ranil Wickremesinghe, aseguró hoy que "muchos" de los responsables de los atentados han sido arrestados o están muertos, por lo que el país "tiene una oportunidad de volver a la normalidad".
En una declaración escrita, el primer ministro ha asegurado que trabajan "para garantizar que todos los bienes y personas que entran y salen del país, y los movimientos dentro del país se realicen de acuerdo con la ley".
En este sentido, el primer ministro comprometió las iniciativas del Gobierno a la revisión de leyes antiterroristas, así como la deportación de maestros en escuelas religiosas que están en el país sin los permisos pertinentes.
Desde que se cometieron los ataques, que han sido reivindicados por el Estado Islámico, la isla ha estado bajo un régimen de excepción con toques de queda nocturnos, pesquisas, y bloqueos para el uso de las redes sociales.
Los cristianos sin embargo mantiene vivos los temores a nuevos ataque.
En la jornada del domingo, los católicos de Sri Lanka siguieron desde sus casas los servicios religiosos transmitidos por televisión mientras las iglesias permanecia cerradas después de que la Conferencia Episcopal de la isla decidiese suspender las misas hasta nuevo aviso.
El presidente del país, Maithripala Sirisena, y el primer ministro, Ranil Wickremesinghe, asistieron a una ceremonia privada, retransmitida por radio y televisión a toda la nación, y que estuvo dirigida por el cardenal Malcolm Ranjith, acompañado de otros sacerdotes.
Sin embargo, una vigilia fue ofrecida a las afueras de la iglesia de San Antonio, uno de los lugares del atentado, a las 08.45 hora local (02.45 GMT), el momento en el que se inició la serie de atentados casi simultáneos del pasado domingo.
Malcolm recordó durante el sermón a las víctimas y su sufrimiento a raíz de la "terrible tragedia" de los atentados cometidos por al menos nueve suicidas cargados de explosivos y a los que el cardenal se refirió como "un insulto a la humanidad".
La serie de ataques ocurridos el domingo casi simultáneamente tuvieron lugar durante las celebraciones cristianas de Pascua.
Desde entonces, y a lo largo de toda la semana, las fuerzas de seguridad han realizado redadas y la desactivación de decenas de explosivos.