Iglesia Católica en Nicaragua pide a sacerdotes servir menos vino
Sin tratarse de ningún problema de alcoholismo, la orden que la jerarquía católica de Nicaragua remitió a sus sacerdotes y obispos fue tajante: servir menos vino.
Daniel Ortega y Rosario Murillo, el poderoso dúo gobernante de Nicaragua, añadieron el vino de consagrar en las Iglesia católica a una lista negra de fobias encabezada por las tintas y el papel para producir periódicos impresos. El presidente Ortega y su esposa, la vicepresidenta Murillo, bloquearon hace más de 62 semanas en aduanas las importaciones tinta y papel de los diarios La Prensa y Hoy, medios independientes de comunicación de Managua catalogados por el oficialismo como golpistas.
En una represalia similar y por la posición que la dirigencia católica adoptó en la crisis que estalló el 18 de abril de 2018 en Nicaragua, de enfrentar a Ortega y Murillo y denunciar la represión policial y paramilitar a los opositores, la pareja ordenó hace más de un año retener en aduanas los contenedores con vino de consagrar.
La bebida, crucial para las ceremonias religiosas, fue importada por Cáritas de Nicaragua, filial de la alianza humanitaria mundial que pertenece a la Iglesia Católica y con sede en Roma. Ante la escasez que se agudizó hace un año, el cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes confirmó esta semana en Managua que la instrucción a los sacerdotes y obispos es "echar menos vino" al cáliz en cada ceremonia litúrgica.
"Uno de los contenedores es el vino que viene para la celebración eucarística y por ello estamos haciendo las gestiones con las dependencias propias", dijo Brenes.
Ninguna fuente oficial atendió las consultas de EL UNIVERSAL para pedir una reacción a los alegatos del cardenal, pero en contraposición a su permanente hostilidad con la dirigencia católica, catalogada también como golpista por Ortega y Murillo, la dupla de poder premió con la entrega de 957 títulos de propiedad para templos y otros bienes en varias partes del país en 2018 y 2019 a pastores evangélicos afines a su régimen, confirmó El19, diario digital oficialista.
El matrimonio, que asumió un primer quinquenio con Ortega en 2007 y otros dos consecutivos en 2012 y ya en 2017 con Murillo en la fórmula presidencial, podrá reelegirse consecutiva e indefinidamente, recortó el subsidio estatal a las denominaciones católica y evangélica de unos 142 mil dólares a inicios de 2018 a unos 88 mil dólares en 2019.
Declarado como "cristiano, solidario y socialista", el gobierno de Nicaragua se distanció del catolicismo luego de que en abril de 2018 emergió la más grave crisis en ese país del siglo XXI y la peor desde el final de una guerra civil en 1990, y surgió un masivo repudio popular a un plan de Ortega de modificar la seguridad social.
El presidente derogó la iniciativa, pero las protestas recrudecieron y detonaron una exigencia de democracia, libertad y justicia para tildar al presidente y a la vicepresidente de dinastía dictatorial y solicitar su renuncia y adelantar los comicios generales de 2021 a 2020. Ortega y Murillo rechazaron las demandas.
Organismos locales y externos de derechos humanos acusaron que, por la represión oficialista, perecieron unas 325 personas, con centenares de heridos y prisioneros políticos. El gobierno solo reconoció unos 200 muertos y negó la existencia de presos de conciencia.
Tras mediar en el ya fenecido diálogo oposición-oficialismo, los jefes católicos sufren la escasez de vino de consagrar por el acoso del tándem que está al frente del timón político en Nicaragua.