Al menos 6 muertos y 19 heridos en protesta por alimentos en Afganistán

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EFE,  Afghanistan, Kabul, 

Al menos 6 personas murieron y otras 19 resultaron heridas en una protesta por la distribución de ayuda alimentaria para las personas afectadas por las medidas de confinamiento en la provincia occidental de Ghor, desvelando los graves efectos de las restricciones para contener el coronavirus en Afganistán.

El incidente tuvo lugar la mañana de este sábado después de que cientos de personas, la mayoría pobres o jornaleros, protestaran frente a la oficina del gobernador pidiendo la aceleración de la distribución de ayuda humanitaria, dijo a Efe el portavoz del gobernador, Arif Aber.

Los manifestantes, que han estado esperando la distribución de ayudas y la inclusión de sus nombres en la lista de asignación durante los últimos días, iniciaron una protesta pacífica que se tornó violenta cuando las personas comenzaron a arrojar piedras a la policía.

"De este enfrentamiento tenemos como resultado 25 víctimas, seis personas muertas y 19 heridas", indicó Aber.

El Ministerio del Interior detalló que entre los muertos se encuentran dos policías y cuatro manifestantes, mientras que diez miembros de las fuerzas de seguridad y nueve civiles se encuentran lesionados.

De acuerdo a las autoridades, las fatalidades fueron causadas por hombres armados entre los manifestantes que abrieron fuego contra la policía durante la manifestación.

Organizaciones humanitarias en Afganistán han expresado en los últimos días serias preocupaciones por el impacto de las medidas de confinamiento sobre las personas más vulnerables, especialmente las familias que dependen de ingresos diarios y carecen de fuentes alternativas de sustento.

La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) señaló en un informe publicado el jueves que estima que 13,4 millones de los 32 millones de habitantes de Afganistán experimentaron una "grave inseguridad alimentaria" entre abril y mayo de 2020.

El Gobierno afgano anunció hoy la extensión de la distribución de panes gratis (10 por día a cada familia) en las 34 provincias del país.

"Hasta el final del Ramadán (que coincide con el previsto fin del confinamiento), cada una de las 347.213 familias recibirá 10 panes por día gratis", aseguró en un comunicado Sayed Shah Saqim, portavoz de la Dirección Independiente de Gobierno Local del Gobierno.

El Gobierno afgano el 2 de mayo extendió el cierre nacional hasta el 24 de mayo en un intento por contener la propagación de la pandemia de COVID-19 en el país.

La ONU y sus socios han advertido de que se espera que los casos de la enfermedad "aumenten rápidamente" en las próximas semanas a medida que se intensifique la transmisión comunitaria, creando graves implicaciones para la economía de Afganistán.

El Ministerio de Salud anunció hoy que ha registrado 253 nuevos casos en las últimas 24 horas, lo que eleva el número total de personas infectadas a 4.033, y 115 pacientes muertos.

"Afganistán aún enfrenta el nivel más alto de amenaza, si la gente no respeta el distanciamiento social y la cuarentena y los cierres, el virus se propagará aún más y enfrentaremos una gran crisis", dijo hoy Wahidullah Majroh, viceministro de Salud.

Entre las personas infectadas hasta ahora se encuentran el ministro de Salud Pública, Ferozuddin Feroz, y el gobernador de Kandahar, Hayatullah Hayat.





''Afganistán es hoy una amenaza mucho más grande para el mundo que en 2001''

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El Universal,  Ciudad de México, Mexico, 

"Afganistán es hoy una amenaza mucho mayor para el mundo que en 2001".

Esta es la dura advertencia del hijo de un famoso líder de la resistencia antitalibán.

Ahmad Massoud tiene solo 33 años pero ya está siguiendo los pasos de su padre.

Su padre era el veterano comandante Ahmad Shah Massoud, conocido como el 'león de Panjshir', la provincia al norte de Kabul de donde proviene la familia.

Ahmad Shah Massoud fue asesinado por agentes de al Qaeda dos días antes de los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos en 2001.

Esto ocurrió durante el último período del gobierno talibán, cuando el grupo militante islámico de Afganistán permitía que otros grupos yihadistas vivieran en su territorio.

Ahora, su hijo teme que la historia se esté repitiendo.

"Refugio seguro para terroristas"

Ahmad Massoud dice que su país se ha convertido una vez más en un refugio seguro para decenas de grupos terroristas, incluidos ISIS y al Qaeda, que quieren exportar su ideología extremista al mundo.

El gobierno afgano respaldado por Occidente colapsó en agosto del año pasado tras la retirada de las tropas extranjeras.

Los talibanes recuperaron el poder después de más de 20 años.

En una entrevista exclusiva con la BBC, Ahmad Massoud advirtió al mundo que no debe ignorar a Afganistán y afirmó que su país necesita atención urgente y estabilidad política.

Massoud señaló que grupos terroristas podrían usar este turbulento período para apuntar contra intereses extranjeros.

Su padre, Ahmad Shah Massoud, lanzó una advertencia similar pocos días antes del 11 de septiembre.

Ahmad Massoud dice que no se prestó atención a la advertencia de su padre y que el mundo ha vivido con las consecuencias desde entonces.

La situación actual en Afganistán es "mucho peor" que en la época de su padre, señaló Massoud.

"Espero que el mundo, y especialmente Europa, comprenda la gravedad de la amenaza que representa Afganistán e intervenga de manera significativa para ayudar a establecer un gobierno legítimo y responsable en Afganistán", afirmó.

"Obligados a luchar"

Ahmad Massoud realizó un año de entrenamiento en la Real Academia Militar ubicada en la localidad de Sandhurst, en el sur de Inglaterra (Royal Military Academy Sandhurst), donde Reino Unido entrena a sus oficiales del ejército.

Luego completó una licenciatura en estudios de guerra en King's College en Londres.

El joven líder dice que la crisis en su país debe resolverse a través de negociaciones políticas en lugar de mediante la guerra.

Sin embargo, asegura que los talibanes "no le dejaron más remedio" que resistir y luchar contra lo que él llama los "crímenes de lesa humanidad" de los talibanes.

Tras el regreso al poder de los talibanes en agosto del año pasado, Ahmad Massoud se retiró a su ciudad natal de Panjshir y formó el Frente de Resistencia Nacional.

Massoud ahora comanda a más de 3.000 combatientes armados.

Durante los últimos 11 meses sus fuerzas han estado luchando contra los talibanes, principalmente en los valles y montañas de Panjshir y en el distrito estratégico vecino de Andarab en la provincia de Baghlan.

Esos combates contradicen la afirmación de los talibanes de que han llevado la seguridad a todo el territorio afgano.

A diferencia de la lucha armada de su padre a fines de la década de 1990, hasta ahora ningún país ha respaldado públicamente la resistencia armada de Ahmad Massoud contra los talibanes.

El mes pasado, el gobierno de Reino Unido emitió una declaración en la que decía que "no apoya a nadie, incluidos los ciudadanos afganos, que busque lograr un cambio político a través de la violencia, o cualquier actividad que incite a la violencia con fines políticos en Afganistán".

Los talibanes dieron la bienvenida a la postura británica.

Pero Ahmad Massoud dice que es "moralmente cuestionable" y plantea cómo las potencias occidentales pueden decir ahora que no es aceptable luchar contra los talibanes cuando respaldaron la campaña militar contra ellos durante décadas.

Massoud también señala que el pueblo afgano tiene derecho a luchar por la justicia y la libertad.

"Éticamente, es una causa que hay que apoyar", afirma.

Falta de dinero y armas

El líder del Frente Nacional de Resistencia reconoció que sus fuerzas cuentan con muchos menos recursos que los talibanes.

Pero aseguró que la alta moral y la motivación son los factores que han mantenido la resistencia activa.

"Estamos en 2022. Una nueva generación joven quiere un nuevo Afganistán donde pueda decidir su futuro", agregó.

Ahmad Massoud instó a las potencias mundiales, incluyendo Reino Unido, a apoyar al pueblo de Afganistán y aumentar la presión sobre los talibanes para que acepten una solución política.

Casi un año desde que los talibanes tomaron el poder en Kabul, ningún país ha reconocido a su gobierno.

Sin embargo, varios países y potencias regionales como Rusia han indicado que están dispuestos a tener relaciones normales con el gobierno talibán.

Ahmad Massoud advirtió contra los riesgos de reconocer a los talibanes. Y aseguró que cualquier país que decida reconocerlos será responsable de la tiranía y las atrocidades del grupo militante islámico.

Massoud acusó a los talibanes de llevar a cabo una campaña generalizada para arrestar, torturar y matar ilegalmente a civiles en Panjshir, Andarab y otros lugares. La ONU también ha denunciado estos asesinatos.

Ahmad Massoud dijo que el 97% de los arrestados por los talibanes no tenían conexión con su Frente Nacional de Resistencia y aseguró que las detenciones buscan infligir presión psicológica sobre la resistencia.

Massoud se disculpó con las familias de las víctimas y dijo que no podía ayudarlas debido a sus recursos limitados.

Llamado al diálogo

Las conversaciones políticas son la única forma de resolver la crisis, enfatizó Ahmad Massoud.

El jefe de la resistencia ha tenido varios encuentros con líderes talibanes, incluida una reunión cara a cara con el ministro de Relaciones Exteriores talibán, Amir Khan Mottaqi, en Teherán hace seis meses.

Pero las conversaciones no progresaron, según relató. Culpó de ello a los talibanes y señaló que estos no han llegado a un punto de creer en un acuerdo político.

Sin embargo, Massoud señaló que hay señales de que los niveles inferiores de los talibanes quieren un proceso más abierto e inclusivo.

Y espera que este entendimiento llegue a los principales líderes.

Pero sabe que se enfrenta a una batalla larga y solitaria, agregó.

"El mundo ha abandonado al pueblo afgano", afirmó Massoud.

"Nos han dejado para que luchemos contra el terrorismo global por nuestra cuenta".



Terremoto más grave desde 2005 deja casi un millar de muertos en Afganistán

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AFP,  Ciudad de México, Mexico, 

Casi un millar de personas murieron y cientos resultaron heridas en un potente terremoto que golpeó el este de Afganistán el miércoles, según las autoridades, que temen un balance más elevado.

El sismo de magnitud 5.9 se produjo en una zona remota del este del país, cerca de la frontera con Pakistán, donde la población ya vive en condiciones muy precarias.

"Hasta el momento, según las informaciones que tenemos, al menos 920 personas murieron y 600 resultaron heridas", declaró en una rueda de prensa el viceministro de Desastres Naturales, Sharafuddin Muslim.

El balance de la tragedia fue aumentando rápidamente y el líder supremo del país, Hibatullah Akhundzada, advirtió que las cifras podrían ser todavía más elevadas.

El terremoto se produjo a 10 km de profundidad, hacia las 01:30 del miércoles, en una zona de difícil acceso del este del país, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), que agregó que un segundo temblor de magnitud 4.5 sacudió casi el mismo lugar a la misma hora.

"Pedimos a las agencias de ayuda que proporcionen asistencia inmediata a las víctimas del terremoto para evitar un desastre humanitario", instó en Twitter el viceportavoz del gobierno, Bilal Karimi.

Según Yaqub Manzor, un responsable tribal de Paktika, muchos heridos procedían del distrito de Giyan, en la provincia, y fueron transportados en ambulancias y helicópteros.

"Los mercados locales están cerrados y la gente se precipitó (para ayudar) a las zonas afectadas", declaró a la AFP por teléfono.

En las redes sociales se ven fotos de casas derrumbadas en las calles de un pueblo, en esta región rural pobre y remota. Y en un video se puede ver a habitantes transportando heridos a un helicóptero.

"Gran parte de la región es montañosa y los desplazamientos son difíciles. Llevará tiempo transportar a los fallecidos y los heridos", explicó el ministro de Desastres Naturales, Mohamad Abas Akhund.

Los servicios de rescate del país, limitados desde hace tiempo en efectivos y capacidad, no están adaptados para enfrentarse a catástrofes naturales de esta envergadura.

"El gobierno hace lo máximo dentro de sus capacidades", tuiteó Anas Haqqani, otro alto responsable talibán.

"Esperamos que la comunidad internacional y las organizaciones humanitarias ayudarán también a la gente en esta situación terrible", agregó.

El terremoto se sintió en varias provincias de la región, y también en la capital, Kabul, situada a unos 200 km al norte del epicentro del sismo.

También se notó en el Pakistán vecino, donde murió una persona y varias viviendas quedaron dañadas.

El primer ministro paquistaní, Shehbaz Sharif, dijo estar "profundamente entristecido" por esta tragedia y aseguró que las autoridades del país estaban trabajando para aportar su apoyo a sus homólogos afganos.

La ONU y la Unión Europea (UE) mostraron rápidamente su movilización.

"Los equipos de evaluación de las agencias ya están desplegados en varias áreas afectadas", informó la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) en un tuit en afgano.

El enviado para Afganistán de la UE, Tomas Niklasson, afirmó que el bloque "sigue la situación (...) y está dispuesta a coordinar y suministrar ayuda de urgencia".

El papa expresó su solidaridad con las víctimas del sismo y dijo esperar que "con la ayuda de todos, se pueda aliviar el sufrimiento del querido pueblo afgano".

Afganistán sufre con frecuencia terremotos, sobre todo en el macizo de Hindu Kush, a caballo entre Afganistán y Pakistán, que se encuentra en la unión de las placas tectónicas euroasiática e india.

Estas catástrofes pueden ser especialmente devastadoras debido a la escasa resistencia de las casas rurales afganas.

En octubre de 2015, un potente sismo de magnitud 7.5 sacudió las montañas de Hindu Kush, causando un total de más de 380 muertos en los dos países.

Entre las víctimas afganas figuraban 12 niñas, arrastradas por el pánico para intentar salir de su escuela tambaleante.

Desde la llegada de los talibanas al poder en agosto, Afganistán atraviesa una grave crisis financiera y humanitaria, provocada por el bloqueo de millones de haberes en el extranjero y la suspensión de la ayuda internacional, que sustentaba al país desde hacía dos décadas y que ahora llega con cuentagotas.



Papá vende a su hija de 9 años a hombre por falta de comida en Afganistán

El papá de la menor la vendió a 2 mil dólares a un hombre de 55 años

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Milenio,  Afghanistan, Kabul, 

Abdul Malik, un hombre afgano, vendió a su hija de nueve años a un hombre de 55, a quien le rogó desconsolado que no la trata mal ni la golpeara, asegurando que no tenía otra alternativa para alimentar a los ocho integrantes de su familia. 

De acuerdo con CNN, la hija de Abdul, Parwana Malik, fue vendida por sus padres a Qorban, un hombre que les dio 2 mil dólares a cambio de la menor. 

El papá de Parwana platicó que desde hace cuatro años vive con su familia en un campamento improvisado para desplazados, en la provincia de Badghis, donde sobrevivían con un salario de tres dólares al día y ayuda humanitaria. 

Sin embargo, tras la llegada de los talibanes a Afganistán, Abdul perdió su empleo y la ayuda humanitaria se terminó, debido a que los donadores dejaron de enviar provisiones por temor a impulsar la llegada del nuevo gobierno. 

Aclaró que durante un tiempo estuvo buscando trabajo, pero no tuvo éxito, e incluso había pedido dinero a sus familiares y su esposa pedía comida a otros residentes del campamento, pero nada funcionó. 

“No tengo trabajo, ni dinero, ni comida. Tengo que venderla porque no tengo otra opción”, dijo en entrevista con CNN. 

Abdul afirmó que vender a su hija no era lo que quería para ella y desde que la entregó está “destrozado” y no puede dormir, por la "culpa, la vergüenza y la preocupación”. 

Qorban, el hombre que compró a Parwana, aclaró que no quiere a la menor como esposa, sino como trabajadora de su hogar. 

“Era barata y su padre era muy pobre y necesita dinero. Ella trabajará en mi casa. No la golpearé. La trataré como a un miembro de la familia. Seré amable”, dijo Qorban a CNN. 

No obstante, Abdul dijo que en caso de que no mejore su situación financiera, deberá vender a su hija menor de dos años. 

"Como pueden ver, no tenemos futuro, nuestro futuro está destruido. Tendré que vender otra hija si mi situación financiera no mejora, probablemente la niña de dos años", mencionó. 

La historia de Parwana se hizo viral, pues no es la única menor que atraviesa esa situación tras la llegada de los talibanes. 

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Comunidad LGTB+ vuelve a la sombra en Afganistán

''Morir de tristeza o ser asesinada''

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El Universal,  Ciudad de México, Mexico, 

Marwa se casó dos días después de que Kabul cayera en manos de los talibanes con uno de sus amigos que pertenece a la comunidad LGTBIQ+. Ahora, esta joven lesbiana de 24 años está "aterrorizada" y solo piensa en una cosa: pasar desapercibida.

"Cuando los talibanes tomaron el poder en Kabul, fue una pesadilla, lloraba, me quedaba escondida en casa", recuerda la joven en una nota de voz enviada a la AFP a través de WhatsApp.

"Me decía: 'los talibanes van a venir a matarme'", continúa la vocecilla de Marwa. Su nombre ha sido modificado por razones de seguridad. "Acabé pidiéndole a un amigo que preparara los documentos de matrimonio" para "poder salir de nuevo al exterior" sin miedo y, en el futuro, "irme del país".

Han pasado más de 20 años desde el primer mandato de los talibanes, pero el recuerdo de cómo aplicaban la ley islámica y la brutalidad que ejercieron contra los homosexuales continúa helando la sangre de la comunidad LGTBIQ+ (lesbianas, gays, trans, bisexuales, intersexuales, 'queer' y otros) afgana.

En aquel entonces, la homosexualidad, un tema que sigue siendo tabú en el país, se entendía como una desviación y podía ser castigada con la pena de muerte.

Pero el ascenso al poder de gobiernos prooccidentales, después de 2001, supuso una ligera inflexión. La homosexualidad seguía siendo considerada una infracción penal, pero la pena de muerte solía ser conmutada por una pena de prisión.

Aún así, la policía continuaba deteniendo a las personas LGTBQI+, que solían ser víctimas de "discriminación, agresión y violación", según un informe de la administración estadounidense publicado en 2020.

De 2001 a 2021, "la comunidad LGTB tenía muchos problemas a causa de la policía y de la sociedad, pero había adquirido un poco de libertad", señala Artemis Akbary, cofundador de la asociación Afghan LGBT, refugiado en Turquía.

"Había lugares seguros en los que sus miembros podían verse, como un café en Kabul en el que, cada viernes, se encontraban y bailaban", cuenta a la AFP. Ese lugar se mantenía en secreto, pero ahora, sus amigos ya no pueden "arriesgarse" a ir allí, añade Akbary.

Lapidados o aplastados en Afganistán

Desde que retomaron el poder, los fundamentalistas apenas han informado de sus intenciones. Pero las declaraciones que un juez talibán hizo en julio no hicieron presagiar nada bueno para la comunidad.

Entrevistado por el diario alemán Bild, Gul Rahim consideró que las personas homosexuales debían ser condenadas a muerte por lapidación o aplastadas contra una pared de ladrillo.

Más recientemente, corrió la información de que un joven homosexual habría sido violado y golpeado por unos hombres que le habían prometido ayudarle a dejar el país.

En un contexto así, la psicosis no ha hecho más que aumentar.

Muchos hombres y mujeres ya no salen de casa, y tratan de borrar cualquier rastro de su vida anterior, tanto en las redes sociales como en la calle, advierten las oenegés y los testimonios recabados por la AFP.

Cuando llegaron los talibanes "dejamos de salir de casa durante dos o tres semanas", admite Abdullah -nombre ficticio-, un homosexual de 21 años de Herat (oeste). "Desde hace poco, hemos vuelto a salir, intentamos tener una apariencia simple para que los talibanes no nos identifiquen".

"Antes, podíamos llevar 'jeans' y camisetas, algunos homosexuales también se maquillaban. Esto ya no es posible", añade.

Al joven también le preocupa que se dé marcha atrás en los avances de los últimos años, como el espacio que dedicaban algunas revistas a la cuestión del género o a los derechos de la comunidad LGTBQI+.

Esto les incitaba a "quedarse en Afganistán y no irse, para reforzar la comunidad LGTB aquí", subraya.

"Ningún futuro"

Irse. Muchos dieron el paso ya a principios del verano, cuando provincias y ciudades empezaban a caer en manos de los islamistas.

"Muchas personas huyeron a Pakistán, algunas lograron pasar a Irán", explica Arnaud Gauthier-Fawas, portavoz de inter-LGTB Francia. Para los que se han quedado, "está claro que la reapertura del Ministerio de la Promoción de la Virtud y de la Represión del Vicio es, de lejos, la espada de Damocles más peligrosa".

Marwa, que no ha hablado con su familia desde que hace tres años reveló que era homosexual y se negó a ser víctima de un matrimonio amañado, no se hace ilusiones.

"Para nosotros no hay ningún futuro. Todo miembro LGTB debe prepararse para una muerte lenta, por aislamiento, hambre, tristeza, depresión o estrés, o a que lo maten los talibanes o los miembros de su familia", afirma.

"Los talibanes no han cambiado, simplemente mienten mejor que antes", advierte, dirigiéndose a la comunidad internacional.



Afganistán volverá a aplicar amputaciones y ejecuciones, afirma líder talibán

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El Universal,  Ciudad de México, Mexico, 

Los castigos severos, amputaciones y ejecuciones implementados durante el último régimen del Talibán regresarán a Afganistán ahora que la milicia islámica ha vuelto al poder, aseguró uno de los fundadores del grupo y quien fue encargado de disciplina ideológica en el régimen pasado.

En entrevista con The Associated Press, el mulá Nurudín Turabi desestimó las críticas al régimen anterior, cuando los presos eran ejecutados en estadios llenos, y pidió a los demás países que no interfieran con el nuevo gobierno.

“Todo el mundo nos criticaba por los castigos en los estadios, pero nosotros jamás los criticamos a ellos por sus leyes o sus castigos”, expresó Turabi durante la entrevista en Kabul.

“Nadie nos va a decir cuáles leyes debemos tener. Seguiremos los lineamientos del islam y nuestras leyes estarán basadas en el Corán”, añadió.

Desde que el Talibán regresó al poder el agosto tras una ofensiva relámpago en todo el país y ante la retirada de las fuerzas extranjeras, la comunidad internacional ha estado atenta a ver si la milicia reimpondrá el estricto régimen teocrático con el que gobernó durante la década de 1990.

Los comentarios de Turabi parecen indicar que la cúpula del grupo permanece sumida en una visión conservadora e intransigente, si bien ha aceptado ciertos avances tecnológicos, como los videos y los teléfonos celulares.

Turabi, ahora de unos 60 años, fue ministro de justicia y encabezaba el llamado Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio —es decir, la policía religiosa— en el régimen talibán anterior.

En ese entonces el mundo condenó los castigos aplicados por el Talibán, que se realizaban en el estadio deportivo de Kabul o en la enorme mezquita Eid Gah, frente cientos de afganos.

Los asesinos eran ajusticiados con un tiro a la cabeza, usualmente por un miembro de la familia de la víctima, que tenía la opción de recibir dinero y perdonarle la vida al acusado. A los ladrones se les amputaba una mano y a los convictos de robo en carretera se les amputaba una mano y un pie.

Los juicios casi nunca estaban abiertos al público y los tribunales estaban parcializados hacia los clérigos islámicos, cuyo conocimiento de las leyes se limitaba a los edictos religiosos.

Turabi aseguró que ahora los jueces —incluyendo mujeres— serán quienes decidan los casos, pero insistió en que la base de las leyes afganas será el Corán. Añadió que los castigos del régimen anterior volverán.

“Cortar manos es sumamente necesario por razones de seguridad”, afirmó, aseverando que el castigo tiene un efecto disuasivo. El gobierno, añadió, está estudiando la posibilidad de volver a hacer públicos los castigos y “ya desarrollaremos una política al respecto”.

En días recientes en Kabul, guardias talibanes resucitaron un castigo que usaban en el pasado: humillar en público a hombres acusados de hurtos menores.

Por lo menos en dos ocasiones la semana pasada, varios hombres fueron colocados, maniatados, en la parte trasera de un camión y paseados por las calles para humillarlos.

A uno le pintaron la cara para identificarlo como ladrón y al otro le pusieron pan viejo en la boca. No quedaba claro cuál había sido el delito cometido.

Turabi, un hombre bajo con turbante blanco y una barba blanca desordenada, cojeaba al caminar con su pierna artificial. Perdió una pierna y un ojo en combates contra la ocupación soviética en la década de 1980.

Ahora Turabi está a cargo del sistema penitenciario del país. Junto con otros dirigentes talibanes —incluyendo miembros del gabinete, todos hombres— están en la lista de individuos sanciones por Naciones Unidas.

Durante el régimen anterior, Turabi era uno de los líderes más radicales de la agrupación. Cuando el Talibán llegó al poder por primera vez en 1996, le gritó a una mujer periodista por estar en una sala donde había hombres y seguidamente abofeteó a un hombre que le objetó haber tratado así a la mujer.

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