Arizona, un boleto a la casa blanca
Si el tradicional estado republicano de Arizona cae en manos demócratas, Donald Trump será despedido de la Casa Blanca. Así de sencillo lo pintan las métricas del sistema electoral de este país.
"Arizona es un estado clave porque los republicanos tradicionalmente ganan Arizona, por lo que si el estado se inclina por Joe Biden, el presidente Trump tendrá que compensar ésta pérdida ganando en otros estados", dice a EL UNIVERSAL Kim Fridkin, profesora de la School of Politics and Global Studies, en la Universidad Estatal de Arizona.
"El problema es que, hasta octubre, Trump no lideraba en ningún estado que perdió en 2016, por lo que es problemático asegurar la reelección", señala.
Ambas fuerzas políticas son conscientes de lo que se juega en Arizona y no han escatimado en recursos: el gasto en publicidad en radio y televisión alcanzó cifras récord en Phoenix; ambos desembolsaron conjuntamente 44.5 millones de dólares entre agosto y el 2 de octubre, según la empresa OH Predictive Insights.
Con la segunda ola de contagios por Covid-19 en ascenso, la entidad abrirá este martes las casillas a las seis de la mañana y las mantendrá abiertas por 13 horas. Los especialistas anticipan niveles de participación no vistos a cuatro días de la elección. Al concluir el proceso de voto anticipado, las autoridades habían recibido 2.3 millones de sufragios. En las presidenciales de 2016 votaron en total 2.6 millones de personas: "Es la mayor cantidad de votos anticipados registrados en la historia de Arizona", aseguró Paul Bentz, vicepresidente de la firma HighGround Inc.
Para este ejercicio se han registrado 4.28 millones de votantes, 692 mil 686 más que en 2016, y aproximadamente uno de cada tres se declara independiente.
Las encuestas ponen por delante al demócrata Biden, con más de 3.1 puntos de diferencia. El promedio de RealClearPolitics le da un punto de ventaja. Los pronósticos también favorecen a Mark Kelly, cuya candidatura es clave para arrebatar el control del Senado a los republicanos.
Arizona es una plaza conservadora. Desde 1952 el dominio republicano ha sido una constante, con excepción del expresidente Bill Clinton, quien en 1996 pudo romper con esa hegemonía.
En entrevista, Patrick Lukens, catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas, Eastern Arizona College, afirma que es un estado rojo (color con el que se identifican los republicanos) por cuestiones religiosas.
"Arizona es, en muchos sentidos, una extensión de Utah. Históricamente, el grupo religioso predominante es la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Incluso aquellos que reclaman afiliación demócrata generalmente votan republicano en las elecciones nacionales.
"El segundo grupo más grande son los católicos, quienes, aunque han sido tradicionalmente demócratas, se inclinan por los republicanos por el aborto. El tercer son los cristianos evangélicos, quienes se han vuelto abrumadoramente republicanos desde la década de 1980", explica.
El profesor asociado del Departamento de Políticas y Relaciones Internacionales de la Northern Arizona University, Stephen Nuño Pérez, asocia el dominio republicano a la inercia política a la popularidad de figuras como Barry Goldwater, quien fuera senador por casi 30 años.
"Su ideología independiente dejó una huella indeleble en la política de Arizona y se mantuvo cuando John McCain ocupó su puesto como senador durante las siguientes tres décadas, él también fue visto como un político rebelde", dice a este diario.
Si no fuera por la aparición del Covid-19, el estado estaría pasando desapercibido en estos comicios: "Arizona hubiera votado por el presidente si no fuera por la pandemia y el colapso económico", afirma Charles Coughlin, presidente de HighGround Inc.
La sacudida económica, en combinación con la narrativa tóxica del presidente y su forma de manejar la pandemia, habrían servido de incentivos para acelerar factores con potencial para hacer de Arizona un campo de batalla electoral, como es el elemento demográfico, puesto que -los latinos suman 24% de la población para votar.
"La ventaja de los republicanos en este estado ha disminuido en los últimos años por una serie de motivos. Primero, la cantidad de personas que migran aquí desde otros estados. Por ejemplo, los dos estados con el mayor número de personas que se mudan a Arizona son California y Washington, dos entidades muy liberales. Segundo, han aumentado los latinos y suelen votar demócrata", indica Kim Fridkin.
Lukens prevé que la batalla por Arizona termine en un fallido intento demócrata: "Puede que sea una contienda cerrada, pero pienso que Donald Trump ganará Arizona con un amplio apoyo de los votantes latinos. Vivo y enseño en la provincia, y la mayoría de mis estudiantes latinos, así como anglosajones, apoyan a Trump", refiere.
Si bien en el universo electoral Arizona tiene asignados únicamente 11 electores, históricamente ese número sirve para contrarrestar el peso de California, que tiene 55: “Si Arizona vota por Biden, esos pocos votos se sumarán a los de California, dando un giro en todo el país a favor de los demócratas", resalta Lukens.
Stephen Nuño opina que probablemente Arizona terminará la jornada electoral con dos senadores demócratas, lo que sería "una gran transformación".
También anticipa un apoyo masivo a favor del cambio por parte de la comunidad latina.
Asegura que si Biden obtiene más de 50% será un momento histórico, así como un indicador de los cambios demográficos y de cómo los republicanos se han distanciado de los ciudadanos.