Las bromas y las burlas emergieron entre los brasileños al revelarse que las Fuerzas Armadas de Brasil invirtieron gran cantidad de dinero en adquirir prótesis para penes, pastillas de Viagra y fármacos contra la calvicie, pero también surgió la indignación sociopolítica en un país cuyas severas carencias sanitarias quedaron exhibidas en el combate al coronavirus.
“Prótesis peniana para el gobierno”, ironizó el diputado federal brasileño Elías Vaz, del opositor y centro-izquierdista Partido Socialista Brasileño (PSB).
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, “y su pandilla continúan burlándose en la cara de los brasileños. Después de la controversia del Viagra, denuncié los vergonzosos procesos de compra de 60 prótesis de pene” por parte de las Fuerzas Armadas con un valor de 736 mil dólares, agregó.
Al describir que “el pueblo de Brasil sufre para conseguir medicamentos en unidades de salud y un grupo es atendido con prótesis carísimas”, lamentó que mientras en los hospitales brasileños escasean las medicinas esenciales, en las Fuerzas Armadas “reciben miles de píldoras de Viagra”, por lo que sociedad “merece una explicación”. Vaz calculó que las medicinas contra la calvicie costaron 735 mil dólares.
“Es un libertinaje, una falta de respeto a los que mueren en la cola del [estatal] Sistema Único de Salud [SUS] a la espera de atención”, reprochó la politóloga, comunicóloga y académica brasileña Deysi Cioccari, experta en Bolsonaro: “Aún más caótica es la falta de respeto de los gobernantes cuando se les pregunta sobre esta compra. Las justificaciones son aún peores viniendo de gobernantes que no creían en la vacuna para tratar el Covid-19, pero justifican que el Viagra era para tratar enfermedades pulmonares. Vivimos en la era del escarnio en Brasil”, declaró a EL UNIVERSAL.
“Estamos viviendo un año electoral en el que el partido del presidente [Partido Liberal, de derecha] nunca ha sido más fuerte (…) y deberíamos ver un año todavía con malas noticias. Una elección con un presidente que no respeta su cargo contra uno que ha sido arrestado por corrupción. Al menos no hemos perdido nuestra capacidad de indignarnos”, agregó: “Brasil se consolida como lo que la literatura siempre lo ha llamado: ‘Una república bananera’. Hay una falta de seriedad y compromiso de las autoridades públicas”.
Vaz se sumó al destape del escándalo de las compras militares en 2020, 2021 y 2022, pero Bolsonaro, capitán en retiro y férreo defensor del aparato castrense, restó valor a las denuncias. Él está inmerso en la campaña por los comicios de octubre de este año en los que buscará reelegirse para un segundo cuatrienio consecutivo.
Tras aducir que sus opositores y la prensa brasileña lanzaron una “persecución” en su contra, Bolsonaro argumentó que “las Fuerzas Armadas compran Viagra para combatir la hipertensión arterial y enfermedades reumatológicas”, porque son fármacos más requeridos “obviamente por el personal inactivo y los pensionistas”. Las Fuerzas Armadas confirmaron las compras.
La Armada y la Fuerza Aérea argumentaron que son para tratar en un hospital militar a pacientes con hipertensión arterial pulmonar. Basado en el prospecto de la medicina, O Globo, de Brasil, publicó que en dosis de 25 o 50 miligramos, como las que compraron las Fuerzas Armadas, son indicadas sólo para “la incapacidad de lograr o mantener una erección suficiente para un rendimiento sexual satisfactorio” o disfunción eréctil. Pero en las cantidades adquiridas por las Fuerzas Armadas “no se menciona” a la hipertensión arterial pulmonar, señaló.
Las revelaciones sobre los gastos militares son “una mancha más en la imagen” de la estructura castrense, “cooptada por el presidente, él mismo un exmilitar”, relató el brasileño Edson Sardinha, director de redacción de Congresso em Foco: “Bolsonaro incluyó a miles de militares en su gobierno. (…) Se nombraron más ministros que durante la dictadura militar [de 1964 a 1985]. Desde el régimen militar, los miembros de las Fuerzas Armadas se presentan como seres superiores, más competentes y más honorables que los civiles”, planteó Sardinha a este diario: “Este mito quedó en desuso en el gobierno de Bolsonaro, donde se vio que hay incompetencia y también desviaciones entre ellos. Hay juerga con dinero público para los militares”, que se “presentan como una casta privilegiada”.
Al recordar que el presidente “tiene una mayoría de partidarios” entre las Fuerzas Armadas, puntualizó que Bolsonaro “defiende y amenaza con un golpe militar” y cree que los militares “están por encima de los demás brasileños” y exonerados de rendir cuentas”.
En una columna en O Globo, el periodista y escritor ítalo-brasileño Elio Gaspari, experto en la dictadura militar, llevó el conflicto a la burla: “La gran mayoría de las tropas no necesitan Viagra. Sigo imaginando a un general pidiéndole al ayudante de pedidos o a la señora de la farmacia su dosis de pastillas. Situación embarazosa”.