Europa desafía ''chantaje'' ruso del gas
La UE advierte que pronto dejarán de depender del Kremlin
La Unión Europea advirtió que no cederá al “chantaje” de Rusia, luego de que cortara el suministro de gas a Polonia y Bulgaria por no pagar en rublos y amenazara con hacer lo propio con otros países.
La nueva estrategia fue aplicada un día después de que Estados Unidos y otros aliados de Occidente prometieron enviar más armas y más poderosas a Ucrania, y a la larga podría obligar a las naciones sancionadas a racionar el gas, en otro golpe a las economías que sufren inflación. Al mismo tiempo, podría privar a Rusia de ingresos sumamente necesarios para financiar sus acciones bélicas.
Polonia ha sido una puerta importante para la entrega de armas a Ucrania y esta semana confirmó que estaba enviando tanques a territorio ucraniano. Horas antes de que el gigante energético ruso Gazprom tomara la medida, Polonia anunció una serie de sanciones contra la empresa y otros negocios y oligarcas rusos. Bulgaria cuenta con un nuevo gobierno liberal que ascendió al poder en otoño pasado, el cual cortó muchos de los antiguos lazos de Sofía con Moscú e igualmente apoyó medidas punitivas contra el Kremlin. También ha albergado aviones de combate de Occidente en un nuevo puesto de avanzada de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en la costa búlgara del Mar Negro.
Más de 50%
Aunque en lo inmediato las suspensiones de suministro no ponen en aprietos a ninguno de los dos países, la dependencia del gas ruso supera 50% en 14 países europeos y Rusia es uno de los principales proveedores de este combustible para más de una veintena. Según los datos de la Agencia Europea para la Cooperación de Reguladores de Energía (ACER), correspondientes en su mayor parte al cierre del ejercicio 2020, Bosnia-Herzegovina, Macedonia del Norte y Moldavia lideran la estadística con una dependencia de 100%. Por encima de 90% se sitúan tanto Finlandia como Georgia y Letonia, y con porcentajes superiores a 70% se ubican Estonia, Bulgaria y Eslovaquia. Por detrás se sitúan Croacia (68%), República Checa (66%), Austria (64%) y Grecia (51%); al grupo se suma Alemania, con 55%, según sus más recientes cifras.
Polonia ha estado trabajando durante muchos años para contar con otros proveedores y se aproxima el verano en el continente, lo que hace que el gas sea menos esencial para los hogares. Tanto este país, como Bulgaria, están recibiendo gas de sus vecinos de la Unión Europea.
“Nos aseguraremos de que la decisión de Gazprom tenga el menor impacto posible en los consumidores europeos”, dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
“El Kremlin falló una vez más en su intento de sembrar división entre los Estados miembros. El fin de la era de los combustibles fósiles rusos en Europa está cerca”, añadió.
En el mismo sentido, el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, dijo que “nuestra dependencia del gas y del petróleo ruso ha ido, sin duda, demasiado lejos (...) Esta ultima decisión de Rusia no hará sino acelerar que Europa se reconvierta a energías verdes que no creen dependencias y no atenten contra el clima”.
El presidente ruso, Vladimir Putin, dijo en marzo que su país sólo aceptaría el pago por su combustible en la moneda nacional, en respuesta a las sanciones por la ofensiva en Ucrania. Sin embargo, Von der Leyen advirtió ayer a los importadores de gas ruso en la UE que, a menos que un contrato estuviera redactado para ser pagado en rublos, ceder a las demandas del Kremlin y pagar en la divisa rusa sería contravenir las sanciones.
También explicó que “cerca de 97%” de los contratos de la UE estipulan explícitamente su pago en euros o dólares.
Uno de los países que ha aceptado la fórmula de Rusia de pagar en rublos es Hungría, según señaló el ministro de Exteriores, Péter Szijjártó.
Por contra, países como Eslovaquia, Austria y Alemania han asegurado que mantienen los pagos del gas ruso en euros.
En Estados Unidos, la secretaria de Energía, Jennifer Granholm, dijo que la medida rusa es una prueba de que el mundo necesita dejar de importar petróleo y gas de Rusia, y recurrir a otras formas de energía.