¡Histórico! Mujer gana demanda para tener una muerte asistida en Perú

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Reuters,  Peru, Lima, Lima, 

Ana Estrada, la mujer que ganó una larga batalla legal en Perú para que le reconozcan su derecho a tener una muerte asistida, dijo que ahora se siente libre para evitar el sufrimiento de una enfermedad que la persigue desde hace tres décadas.

La Corte Suprema de Perú confirmó tras cinco años de lucha judicial una sentencia que permite a Estrada, una psicóloga de 44 años que tiene una enfermedad incurable, poner fin a su vida cuando ella lo decida en un país donde la eutanasia es ilegal.

"Haber obtenido esta victoria me va ayudar a sobre llevar mejor este deterioro inminente, inevitable de la enfermedad, me va dar tranquilidad y calma", dijo a Reuters la mujer -sobre una silla de ruedas- que sufre de polimiositis, una enfermedad rara que ataca sus músculos, con un deterioro degenerativo.

Estrada, que habla de forma pausada, vive la mayor parte del tiempo postrada en una cama conectada a un respirador mecánico y es asistida casi a diario por una enfermera.

La sentencia de la Corte Suprema emitido esta semana ratifica un fallo judicial previo que dispone que el seguro estatal de salud de Perú brinde "todas las condiciones" para el ejercicio de la eutanasia de Estrada, el cual deberá ejecutarse dentro del plazo de 10 días contados a partir de la fecha que la mujer manifieste su voluntad de poner fin a su vida.

El código penal peruano dice que ayudar a morir a una persona es un delito y es castigado con cárcel. Pero la Corte Suprema ordena en este caso no aplicarlo, por lo que libra de cualquier castigo al médico que eventualmente suministre un fármaco destinado a terminar con la vida de Estrada.

La eutanasia no es permitida en muchos países y en Perú, de mayoría católica, muchos conservadores se oponen fuertemente a esta práctica. En Latinoamérica, Colombia permite el procedimiento bajo ciertas condiciones.

"¿Por qué la muerte digna? Porque quiero evitar el sufrimiento, quiero evitar el dolor, pero sobre todo porque esto se trata de la vida de la libertad", dijo Estrada postrada en su cama después de que su enfermera le colocara una almohada.

En su lucha legal, la mujer estuvo acompañada en los últimos meses de los abogados de la Defensoría del Pueblo, que tomaron el caso en un país donde también está prohibido el aborto y el matrimonio entre las personas de mismo sexo.

"Declarar fundado el derecho a la muerte es un precedente fundamental, es el primer caso y es irrevocable, le permite a Ana Estrada poder tomar decisión de poner fin a su vida en un momento determinado", manifestó a Reuters Walter Gutiérrez, abogado de la una psicóloga y ex Defensor del Pueblo.





En Bélgica aplican eutanasia a joven de 23 años traumada por atentados de 2016

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El Universal,  Ciudad de México, Mexico, 

Una joven de 23 años de edad con daño psíquico irreversible fue sometida a eutanasia en Bélgica, confirmaron sus familiares.

Shanti de Corte tenía 17 años cuando, junto con sus compañeros de escuela, llegó al aeropuerto de Bruselas, el 22 de marzo de 2016, para un vuelo de graduación del colegio Santa Rita de Kontich a Roma. Sin embargo, cuando se encontraban en el vestíbulo del aeropuerto explotó una bomba, en un atentado perpetrado por el Estado Islámico que dejó 34 muertos y más de 300 heridos.

Shanti salió ilesa, pero nunca pudo superar el trauma de lo que vivió. La joven, que ya desde antes presentaba una salud mental frágil, empeoró a raíz del atentado. Empezó a sufrir episodios de angustia y otros malestares y tuvo que ser internada varias veces en un hospital siquiátrico.

Aun así, los problemas continuaban y a pesar de que se le aumentó la dosis de medicamentos, Shanti no mejoró, según el recuento de ABC.

La situación empeoró cuando en 2018 ella denunció haber sido agredida sexualmente por otro paciente del hospital. Comenzaron los intentos de suicidio. Finalmente, Shanti solicitó la eutanasia. Sólo quería dejar de sufrir.

Es legal desde hace 20 años

De acuerdo con la Comisión Federal de Control y Evaluación de la Eutanasia, que es legal en Bélgica desde 2002, una persona puede solicitarla en caso de ser mentalmente inestable y se determina que la situación no tiene remedio.

Tras una evaluación médica, la conclusión de los expertos es que los problemas mentales de Shanti no sólo eran incurables, sino que la medicina no lograba aliviar sus dolencias.

Por lo anterior, se autorizó aplicar el procedimiento a la joven, lo que ocurrió en mayo pasado, aunque apenas fue informado por la familia, que dijo que la joven estuvo rodeada de sus seres queridos hasta el final.

De acuerdo con el recuento de ABC, en Bélgica hubo 2 mil 700 casos de eutanasia en 2021.

En septiembre pasado comenzaron los procedimientos contra nueve de 10 acusados por el atentado del aeropuerto. Este mes está previsto que inicie el juicio. Se cree que el décimo acusado murió en Siria.

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''Mar adentro'' y otras películas que abordan el tema de la eutanasia

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El Universal,  Ciudad de México, Mexico, 

El mundo cinematográfico se quedó sin palabras cuando el actor francés Alain Delon, uno de los más respetados por la crítica del cine, dio a conocer la noticia que deseaba solicitar la eutanasia, trámites de los que se encarga su hijo Anthony, ya que tras la muerte de su compañero de reparto, Jean-Paul Belmondo y, posteriormente, la pérdida de su esposa Nathalie el intérprete optó por esta opción. Aquí te compartimos algunas de las películas que abordan el tema.

Condenado a vivir (2001)

La película española "Condenado a vivir" fue una producción española hecha para la televisión, la cual estuvo dirigida por Roberto Bodegas, considerado uno de los grandes cineastas de España y quien falleció en 2019 a los 86 años de edad.

Hace dos décadas el filme causó un gran impacto por abordar el tema de la eutanasia y por poner sobre la mesa la discusión del tema, el cual ha sido un tabú para muchas personas.

El largometraje aborda la vida de "Ramón Sampedro", quien debido a un accidente se queda tetrapléjico a los 25 años, la desesperación por su condición le hace iniciar un proceso judicial para poder morir de manera asistida, pero las autoridades se lo niegan, así que es su amiga quien le suministra cianuro y cumple con su deseo.

Mar adentro (2004)

Tras el controversial tema que puso a debatir la película "Condenado a vivir" sobre la muerte asistida, el director Alejandro Amenábar se basó en ella para hacer un remake llamado "Mar adentro", la cual se estrenó en cines en 2004.

La cinta fue protagonizada por el actor hollywoodense Javier Bardem, quien le da vida a "Ramón Sampedro", un hombre que lleva tres décadas postrado en una cama y lucha por tener una muerte digna. A su lado tiene a una abogada (Belén Rueda) que lucha por su caso y a una mujer (Lola Dueñas) que le trata de quitar la idea del suicidio asistido de la cabeza.

La película española impactó al mundo y se llevó el premio Oscar a "Mejor película extranjera" en 2004 y arrasó en los Globos de Oro y los premios Goya.

Un acto de amor (1980)

Desde 1980 el tema de la eutanasia ya empezaba a plantearse en la televisión, con película "Un acto de amor" (Act of love), que fue una adaptación de un libro de la escritora Judith Paige Mitchell para la televisión.

La trama gira en torno a un joven de ascendencia polaca, "Joseph Cybulkowski" interpretado por el actor Mickey Rourke, que queda paralítico tras un accidente de coche.

Tras no poder hacer nada por la vía legal, es su hermano "Leon" interpretado por Ron Howard, quien toma una difícil decisión y en un acto de compasión acaba con la vida de su hermano y se entrega a las autoridades.

La justicia lo acusa de asesinato, y es aquí que la historia pone a reflexionar sobre la necesidad de tener una ley que regule la eutanasia.

 La decisión (2019)

Tras el éxito de la película "Corazón silencioso" estrenada en 2014 bajo la dirección de Bille August, en 2019 el director Roger Michell decidió hacer un Remake llamado "La decisión".

El filme estuvo protagonizado por Susan Sarandon, Sam Neill, Kate Winslet, Mia Wasikowska y Rainn Wilson y fue Sarandon quien interpretó a la protagonista, que era una mujer con esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que decide acabar con su vida con la ayuda de su marido.

La trama de este largometraje abrió una vez el más el debate sobre la necesidad de regulaciones en la ley para evitar que la familia intervenga.

No conoces a Jack (2010)

Otra de las películas que causó gran sensación fue la de "No conoces a Jack" (You don't know Jack) que fue hecha para la televisión, fue dirigida por Barry Levinson y protagonizada por Al Pacino como "Jack Kevorkian".

La historia está basada en la vida de Jacob "Jack" Kevorkian, quien fue un médico y activista estadounidense y causó controversia por la aplicación de la eutanasia a 130 pacientes bajo el lema "Morir no es un crimen".

 En 1999 fue sentenciado a una pena de 10 a 25 años de prisión por homicidio, pero fue indultado por razones de salud en 2007. Falleció en 2011 a los 83 años de edad.

La interpretación de Al Pacino fue muy elogiada y eso le hizo ganar un premio Emmy, un Globo de Oro y un SAG por su papel.

Million dollar baby (2004)

Otra de las películas que aborda el tema de la muerte asistida es la de "Million dollar baby" que fue dirigida por el aclamado Clint Eastwood, quien también participó en la producción, compuso la banda sonora e interpretó uno de los papeles principales.

También tuvo la participación de Hilary Swank y Morgan Freeman. La historia estuvo basada en la novela "Rope Burns: Stories From the Corner" de F.X. Toole y el guion fue escrito por Paul Haggis.

La trama cuenta la trágica historia de "Frankie Dunn", un veterano entrenador de boxeo que al final de su carrera busca ayudar a una boxeadora, llamada "Maggie Fitzgerald", quien tras llegar a la cima del éxito queda tetrapléjica y después de varios intentos de suicidio, su entrenador la ayuda a morir.



Murió Martha Sepúlveda, mujer a la que se le practicó eutanasia en Colombia

En el país tan sólo se han realizado 178 procedimientos de eutanasia desde abril de 2015

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Milenio,  Colombia, Bogotá D.C., 

Martha Sepúlveda, una mujer colombiana de 51 años con esclerosis lateral amiotrófica, murió por medio de eutanasia sin padecer enfermedad terminal, de acuerdo con El Tiempo. 

De acuerdo con El Tiempo, Sepúlveda murió de manera asistida en la sede del Instituto Colombiano del Dolor (Incodol), en Medellín, en compañía de su hijo y una sobrina. 

A Martha Sepúlveda le cancelaron la eutanasia horas antes de que se la practicaran en octubre de 2021. Su caso se conoció en septiembre cuando en un reportaje de Noticias Caracol contó su deseo de morir a los 51 años de edad. 

Sin embargo, horas antes de que le practicaran el proceso, el Incodol decidió cancelar el procedimiento al "contar con un concepto actualizado del estado de salud y evolución de la paciente" con el que "se define que no se cumple con el criterio de terminalidad como se había considerado", según señaló en un comunicado. 

A finales de octubre, un juez ordenó a ese centro médico volver a programar el procedimiento. 

Colombia fue el primer país de Latinoamérica en despenalizar la eutanasia y es uno de los pocos del mundo donde es legal después de que el Constitucional consagrara en 1997 la muerte digna como un derecho fundamental en caso de enfermedad terminal cuando el paciente sufriera de mucho dolor, lo solicitara de forma voluntaria y lo realizara un médico. 

A pesar de que es legal desde 1997, no se comenzó a ejercer ese derecho hasta 2015 y los procedimientos aún enfrentan barreras, como que solo se realiza en determinadas ciudades y muchos centros médicos no saben cómo actuar. 

En el país tan sólo se han realizado 178 procedimientos de eutanasia desde abril de 2015 hasta el 15 de octubre de 2021, según el Ministerio de Salud. Según el Laboratorio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DescLab), el 2021 fue el año con más eutanasias practicadas, con 47 procedimientos en total. 

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"Ayudé a mi papá a morir"; aplica eutanasia a su padre, llevaba 8 años en cama

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El Universal,  Colombia, Bogotá D.C., 

"Lo inyecté, y solo yo pude ver cómo sus ojos se cerraban lentamente y su sonrisa, la que ya casi nunca tenía, se desaparecía". Así recuerda Rodrigo* el momento de la muerte de su papá Pablo*, un fallecimiento que llegó de la mano de él mismo, con la intención de dejarlo descansar, y que a día de hoy, de vez en cuando, le mortifica la mente y el corazón.

Don Pablo tenía 89 años, pero sus últimos 8 años de vida no habían sido los mejores en cuanto a salud mental y física.

Debido a sus décadas como fumador empedernido y tomador casual, el sistema digestivo y respiratorio de Pablo llegó a la vejezen muy mal estado. Aunque había dejado el cigarrillo y el alcohol desde los 60 por petición de sus hijos, ya el daño estaba hecho.

"Nunca tuvo cáncer, afortunadamente, pero sí tenía muchas complicaciones respiratorias y problemas en el estómago, por lo que estuvo por más de 40 años tomando muchos medicamentos diferentes al mismo tiempo casi todos los días", relata Rodrigo, y agrega que tantos medicamentos también le causaron daños digestivos y ”hasta mentales”.

Don Pablo era el pilar de su familia, una muy grande. Las fiestas en diciembre y en enero eran tradición familiar casi que obligatoria y todos los tíos, primos y sobrinos llegaban desde diferentes ciudades para visitar a Pablo y vivir las fiestas. Sin embargo, esas fiestas dejaron de ser igual de grandilocuentes y pasaron a ser más tranquilas y reservadas porque Pablo enfermó y cayó en cama.

"La debacle de mi papá comenzó en mayo del 2004, cuando sufrió un Accidente Cerebrovascular (ACV) y casi muere. Estuvo hospitalizado un par de meses y aunque las secuelas no fueron tan graves como pudieron haber sido, mi papá no pudo volver a caminar bien, necesitó de bastón y requería de ayuda para levantarse de las sillas y de su cama", explica Rodrigo.

Luego de ese ACV, Pablo decayó mucho anímicamente y al mismo tiempo se hicieron frecuentes sus quebrantos de salud.

"En uno de sus ataques de terquedad, porque no quería sentirse inútil, cómo decía él, se intentó parar de una mecedora y se cayó. Lo llevamos a urgencias. Se había roto la cadera y el brazo derecho, su brazo hábil. Y cómo ya era un señor de 81 años, no se los pudieron pegar bien y quedó casi que inmovilizado durante muchos meses", cuenta Rodrigo, al tiempo que su voz se quiebra, pues aunque pasaron ya 16 años de eso, le duele recordar el sufrimiento de su papá en aquel entonces.

Don Pablo estuvo durante años casi 18 horas diarias acostado. Su cuerpo, fornido por sus más de 40 años trabajando con las manos, se redujo casi a los huesos. En su cara ya se marcaba casi una calavera y de sus musculosos brazos ya no quedaban sino las fotos que a mediados del siglo 20 se tomó en su trabajo y los recuerdos de sus hijos, quienes todavía se acuerdan de los pellizcos que les daba para corregirlos. "Esos dedos de él tenían la fuerza de una jaiba, por eso nunca nos pegó ni con cinturón ni con palos como mi mamá, él solo tenía que mostrarnos las manos y era suficiente", rememora Rodrigo, ahora sí casi que riéndose.

Don Pablo era muy creyente en Dios y durante décadas fue miembro activo en su iglesia. Sin embargo, durante sus últimos cuatro años de vida, en los cuales ya no hablaba mucho porque se ahogaba, quizá la frase que más repetía era: "Dios mío, llévame ya, por favor".

Sus hijos, incapaces de hacerse a la idea de quedarse sin su amado papá, cómo ya se habían quedado sin su mamá en 1997, hacían todas las movidas económicas que estuvieran a su alcance para ofrecerle tratamientos a Pablo.

El más empecinado en alargar su vida hasta la última consecuencia era precisamente Rodrigo, quién era el único que aún vivía con él y se encargaba casi todo el día de asistirlo en todas sus necesidades.

Pero la posición de Rodrigo, también un católico devoto, fue cambiando con el tiempo, pues tras 4 años de escuchar a su papá pidiéndole casi a diario que lo dejara ir, ya él no podía tolerar verlo sufrir tanto. "Cada vez que lo veía a los ojos mientras le daba la comida sentía que me rogaba que lo ayudara a descansar de una vez.

Lo peor era que todos en la familia estábamos agotados de verlo así, pero realmente no estábamos ni cerca de sentir el verdadero cansancio y dolor de la situación, eso solo lo sabía él", explica.

Rodrigo relata que él y sus hermanos habían estado explorando la opción de la eutanasia con el apoyo del médico de cabecera de don Pablo, pero se encontraron con un proceso muy complicado que tomaba mucho tiempo; tiempo que su papá no quería esperar.

"En ese entonces, como él no tenía una enfermedad terminal ni sufría por una patología específica, todo quedaba como si fueran solo achaques de la vejez, e iba a ser difícil que autorizaran la eutanasia", comenta.

Por eso, entre todos los hijos de don Pablo, después de mucho hablar, tomaron una decisión colectiva.


Una despedida que dejó marcas

En agosto de 2013, Rodrigo se enfrentó al momento más difícil de su vida. No había vivido hasta ese entonces algo que se le equiparara a lo que estaba a punto de hacer.

"Mi papá tenía las venas de las manos y los antebrazos muy frágiles por tantas muestras de sangre e intravenosas que le habían puesto y a veces se le rompían y sangraba mucho cuando lo intentaban inyectar por ahí, entonces ya tocaba hacerlo por las piernas, lo cual le generaba mucho dolor. Aunque él estaba casi dopado todo el día por el dolor que sentía, cuando lo inyectábamos en la pantorrilla él arrugaba la cara y resoplaba", cuenta Rodrigo.

Pero ese día, cuando a don Pablo le tocaba el calmante de la tarde que lo ponía a dormir hasta el día siguiente, no hubo dolor.

"Mi papá siempre estaba con los ojos cerrados cuando lo íbamos a inyectar. Y yo no sé cómo lo supo, si fue porque yo estaba llorando, pero esa tarde me miró y me sonrió. Yo no le había dicho nada, pero es como si él hubiese sabido que lo que le estaba dando era una sobredosis del calmante para que por fin descansara", relata Rodrigo, mientras respira profundamente para no llorar

Él explica que no sabe cómo su amado padre esa única vez ni siquiera hizo un gesto de dolor sino que fue casi que de alivio. "Mientras pudo; me miró y pude ver y sentir cómo su mirada pasó de sufrimiento a paz. Él no podía hablar, pero su sonrisa me lo dijo todo", dijo Rodrigo.

Durante esos segundos de despedida el hijo no dejó de llorar viendo los últimos suspiros del padre, y el padre no le quitó la mirada de encima al hijo hasta que sus ojos se cerraron.

Rodrigo estuvo días sin hablar, solo podía llorar. Ni el apoyo de su familia, que lo sabía todo, pudo ayudarlo a sobrellevar la situación en aquel entonces.

Lo que él necesitaba era tiempo, y para el 4 de noviembre de 2021 que habló con EL TIEMPO ya tenía muy superado este suceso.

Estuvo recibiendo tratamiento psicológico y por años sé sintió devastado, pero hoy entiende que lo que hizo fue por amor y por compasión, y no se culpa. Sin embargo, sigue teniendo pensamientos aislados a veces.

"¿Y si mi papá por un milagro se recuperaba al menos unos días? ¿Me apresuré? ¿Debí seguir el proceso legal para la eutanasia y no tener que ser yo mismo quién lo inyectara? A veces me preguntó eso, que me atormentó por años, pero me siento en paz ahora, la misma paz que estoy seguro que le di a él; que tanto la necesitaba", concluye Rodrigo.


¿Por qué es tan difícil conseguir la eutanasia en Colombia?

En el 2021, casos de eutanasias no aprobadas han acaparado los titulares de los medios de comunicación más importantes del país.

Víctor Escobar y Martha Sepúlveda han sido los dos casos más llamativos. Al primero se la programaron para el 7 de enero de 2022, después de múltiples negativas, y a la segunda, cuando ya estaba a punto de recibirla, se la negaron. Ambos viven dolores agobiantes y buscan descansar y dejar descansar a sus seres queridos.

Camila Jaramillo, abogada de Martha Sepúlveda e investigadora de DescLab, explica que lo que pasa con las solicitudes de eutanasias en Colombia es que se dan en un ambiente dónde no hay suficiente información y dónde el sistema de salud no tiene rutas y su talento humano no conoce todos los derechos de los pacientes.

"Sucede que un paciente hace la solicitud y generalmente las instituciones prestadoras de servicios de salud no saben cómo reaccionar porque no conocen los trámites, entonces ahí es cuando vienen las demoras en las respuestas. Luego, cuando dan la respuesta y es negativa, no explican por qué es negativa. Además, los comités científicos interdisciplinarios para morir dignamente no son convocados por las IPS. En conclusión, hay un fallo en el sistema que crea barreras para que los pacientes accedan al derecho a morir dignamente", señaló Jaramillo.

En Colombia, la eutanasia está despenalizada desde 1997, pero de eliminar un delito a constituir un derecho hay largo camino que recorrer.

En el caso de don Pablo, su eutanasia fue en el 2013, cuando ya no había delito siempre y cuando el procedimiento fuese realizado por un profesional de la salud, condicionante que no se dio. Sin embargo, la abogada Jaramillo señala que está no sería una razón para condenar a Rodrigo. "Realmente, esta es una muestra del problema que hay en el sistema de salud para atender oportunamente estás solicitudes y las trabas y problemas que le ponen a la gente que está sufriendo mucho y que con esto sufren más" dice.

Por su parte, Francisco Bernate, abogado penalista, precisó que el caso de Rodrigo, como él explicó que ocurrieron los hechos, sí corresponde a un delito, catalogado como homicidio por piedad, pues la eutanasia solo estaba despenalizada para los profesionales de salud. Por este delito, Rodrigo podría enfrentarse a una pena de entre 16 y 54 meses de prisión.

En la actualidad, la resolución más reciente sobre la eutanasia en Colombia es la 971 de 2021 por parte del Minsalud. Bajo esta resolución se ha ampliado el rango de personas que pueden optar por la eutanasia y ya no debe ser específicamente una enfermedad terminal lo que tenga el paciente que haga la solicitud.

Ahora, se debe demostrar que la persona tiene una enfermedad grave o incurable y que está sufriendo. Para demostrar eso, los abogados de estos pacientes, cómo el caso de la doctora Jaramillo con Martha Sepúlveda, tratan de aportar argumentos que ayuden a dirimir cuándo una enfermedad entra en los rangos exigidos por la Resolución 971 de 2021.

"Nuestros argumentos siempre parten desde lo jurídico y se basan en la dignidad humana y en el derecho que tiene cada persona a decidir sobre su cuerpo y su vida, y a su autonomía", señala la abogada Jaramillo, y agregó que, desde su punto de vista, obligar a una persona a seguir viviendo contra su voluntad y en medio de un gran sufrimiento es un trato cruel e inhumano que puede rayar con la tortura.

Finalmente, como sucede con casos como el aborto, las cifras oficiales de eutanasias no son precisas con la realidad, pues -como registra DescLab- hay procedimientos de este tipo que son realizados por médicos privados, que cobran entre 3 y 7 millones de pesos. Muchas de estas eutanasias no quedan registradas en el sistema de salud de Colombia.



'Ayudé a mi papá a morir'; joven aplica eutanasia a su padre

Don Pablo tenía 89 años y estuvo por más de 40 años tomando muchos medicamentos diferentes

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El Universal,  Ciudad de México, Mexico, 

"Lo inyecté, y solo yo pude ver cómo sus ojos se cerraban lentamente y su sonrisa, la que ya casi nunca tenía, se desaparecía". Así recuerda Rodrigo el momento de la muerte de su papá Pablo, un fallecimiento que llegó de la mano de él mismo, con la intención de dejarlo descansar, y que a día de hoy, de vez en cuando, le mortifica la mente y el corazón.

Don Pablo tenía 89 años, pero sus últimos 8 años de vida no habían sido los mejores en cuanto a salud mental y física.

Debido a sus décadas como fumador empedernido y tomador casual, el sistema digestivo y respiratorio de Pablo llegó a la vejez en muy mal estado. Aunque había dejado el cigarrillo y el alcohol desde los 60 por petición de sus hijos, ya el daño estaba hecho.

"Nunca tuvo cáncer, afortunadamente, pero sí tenía muchas complicaciones respiratorias y problemas en el estómago, por lo que estuvo por más de 40 años tomando muchos medicamentos diferentes al mismo tiempo casi todos los días", relata Rodrigo, y agrega que tantos medicamentos también le causaron daños digestivos y ”hasta mentales”.

Don Pablo era el pilar de su familia, una muy grande. Las fiestas en diciembre y en enero eran tradición familiar casi que obligatoria y todos los tíos, primos y sobrinos llegaban desde diferentes ciudades para visitar a Pablo y vivir las fiestas. Sin embargo, esas fiestas dejaron de ser igual de grandilocuentes y pasaron a ser más tranquilas y reservadas porque Pablo enfermó y cayó en cama.

"La debacle de mi papá comenzó en mayo del 2004, cuando sufrió un Accidente Cerebrovascular (ACV) y casi muere. Estuvo hospitalizado un par de meses y aunque las secuelas no fueron tan graves como pudieron haber sido, mi papá no pudo volver a caminar bien, necesitó de bastón y requería de ayuda para levantarse de las sillas y de su cama", explica Rodrigo.

Luego de ese ACV, Pablo decayó mucho anímicamente y al mismo tiempo se hicieron frecuentes sus quebrantos de salud.

"En uno de sus ataques de terquedad, porque no quería sentirse inútil, cómo decía él, se intentó parar de una mecedora y se cayó. Lo llevamos a urgencias. Se había roto la cadera y el brazo derecho, su brazo hábil. Y cómo ya era un señor de 81 años, no se los pudieron pegar bien y quedó casi que inmovilizado durante muchos meses", cuenta Rodrigo, al tiempo que su voz se quiebra, pues aunque pasaron ya 16 años de eso, le duele recordar el sufrimiento de su papá en aquel entonces.

Don Pablo estuvo durante años casi 18 horas diarias acostado. Su cuerpo, fornido por sus más de 40 años trabajando con las manos, se redujo casi a los huesos. En su cara ya se marcaba casi una calavera y de sus musculosos brazos ya no quedaban sino las fotos que a mediados del siglo 20 se tomó en su trabajo y los recuerdos de sus hijos, quienes todavía se acuerdan de los pellizcos que les daba para corregirlos. "Esos dedos de él tenían la fuerza de una jaiba, por eso nunca nos pegó ni con cinturón ni con palos como mi mamá, él solo tenía que mostrarnos las manos y era suficiente", rememora Rodrigo, ahora sí casi que riéndose.

Don Pablo era muy creyente en Dios y durante décadas fue miembro activo en su iglesia. Sin embargo, durante sus últimos cuatro años de vida, en los cuales ya no hablaba mucho porque se ahogaba, quizá la frase que más repetía era: "Dios mío, llévame ya, por favor".

Sus hijos, incapaces de hacerse a la idea de quedarse sin su amado papá, cómo ya se habían quedado sin su mamá en 1997, hacían todas las movidas económicas que estuvieran a su alcance para ofrecerle tratamientos a Pablo.

El más empecinado en alargar su vida hasta la última consecuencia era precisamente Rodrigo, quién era el único que aún vivía con él y se encargaba casi todo el día de asistirlo en todas sus necesidades.

Pero la posición de Rodrigo, también un católico devoto, fue cambiando con el tiempo, pues tras 4 años de escuchar a su papá pidiéndole casi a diario que lo dejara ir, ya él no podía tolerar verlo sufrir tanto. "Cada vez que lo veía a los ojos mientras le daba la comida sentía que me rogaba que lo ayudara a descansar de una vez.

Lo peor era que todos en la familia estábamos agotados de verlo así, pero realmente no estábamos ni cerca de sentir el verdadero cansancio y dolor de la situación, eso solo lo sabía él", explica.

Rodrigo relata que él y sus hermanos habían estado explorando la opción de la eutanasia con el apoyo del médico de cabecera de don Pablo, pero se encontraron con un proceso muy complicado que tomaba mucho tiempo; tiempo que su papá no quería esperar.

"En ese entonces, como él no tenía una enfermedad terminal ni sufría por una patología específica, todo quedaba como si fueran solo achaques de la vejez, e iba a ser difícil que autorizaran la eutanasia", comenta.

Por eso, entre todos los hijos de don Pablo, después de mucho hablar, tomaron una decisión colectiva.

Una despedida que dejó marcas

En agosto de 2013, Rodrigo se enfrentó al momento más difícil de su vida. No había vivido hasta ese entonces algo que se le equiparara a lo que estaba a punto de hacer.

"Mi papá tenía las venas de las manos y los antebrazos muy frágiles por tantas muestras de sangre e intravenosas que le habían puesto y a veces se le rompían y sangraba mucho cuando lo intentaban inyectar por ahí, entonces ya tocaba hacerlo por las piernas, lo cual le generaba mucho dolor. Aunque él estaba casi dopado todo el día por el dolor que sentía, cuando lo inyectábamos en la pantorrilla él arrugaba la cara y resoplaba", cuenta Rodrigo.

Pero ese día, cuando a don Pablo le tocaba el calmante de la tarde que lo ponía a dormir hasta el día siguiente, no hubo dolor.

"Mi papá siempre estaba con los ojos cerrados cuando lo íbamos a inyectar. Y yo no sé cómo lo supo, si fue porque yo estaba llorando, pero esa tarde me miró y me sonrió. Yo no le había dicho nada, pero es como si él hubiese sabido que lo que le estaba dando era una sobredosis del calmante para que por fin descansara", relata Rodrigo, mientras respira profundamente para no llorar

Él explica que no sabe cómo su amado padre esa única vez ni siquiera hizo un gesto de dolor sino que fue casi que de alivio. "Mientras pudo; me miró y pude ver y sentir cómo su mirada pasó de sufrimiento a paz. Él no podía hablar, pero su sonrisa me lo dijo todo", dijo Rodrigo.

Durante esos segundos de despedida el hijo no dejó de llorar viendo los últimos suspiros del padre, y el padre no le quitó la mirada de encima al hijo hasta que sus ojos se cerraron.

Rodrigo estuvo días sin hablar, solo podía llorar. Ni el apoyo de su familia, que lo sabía todo, pudo ayudarlo a sobrellevar la situación en aquel entonces.

Lo que él necesitaba era tiempo, y para el 4 de noviembre de 2021 que habló ya tenía muy superado este suceso.

Estuvo recibiendo tratamiento psicológico y por años sé sintió devastado, pero hoy entiende que lo que hizo fue por amor y por compasión, y no se culpa. Sin embargo, sigue teniendo pensamientos aislados a veces.

"¿Y si mi papá por un milagro se recuperaba al menos unos días? ¿Me apresuré? ¿Debí seguir el proceso legal para la eutanasia y no tener que ser yo mismo quién lo inyectara? A veces me preguntó eso, que me atormentó por años, pero me siento en paz ahora, la misma paz que estoy seguro que le di a él; que tanto la necesitaba", concluye Rodrigo.

¿Por qué es tan difícil conseguir la eutanasia en Colombia?

En el 2021, casos de eutanasias no aprobadas han acaparado los titulares de los medios de comunicación más importantes del país.

Víctor Escobar y Martha Sepúlveda han sido los dos casos más llamativos. Al primero se la programaron para el 7 de enero de 2022, después de múltiples negativas, y a la segunda, cuando ya estaba a punto de recibirla, se la negaron. Ambos viven dolores agobiantes y buscan descansar y dejar descansar a sus seres queridos.

Camila Jaramillo, abogada de Martha Sepúlveda e investigadora de DescLab, explica que lo que pasa con las solicitudes de eutanasias en Colombia es que se dan en un ambiente dónde no hay suficiente información y dónde el sistema de salud no tiene rutas y su talento humano no conoce todos los derechos de los pacientes.

"Sucede que un paciente hace la solicitud y generalmente las instituciones prestadoras de servicios de salud no saben cómo reaccionar porque no conocen los trámites, entonces ahí es cuando vienen las demoras en las respuestas. Luego, cuando dan la respuesta y es negativa, no explican por qué es negativa. Además, los comités científicos interdisciplinarios para morir dignamente no son convocados por las IPS. En conclusión, hay un fallo en el sistema que crea barreras para que los pacientes accedan al derecho a morir dignamente", señaló Jaramillo.

En Colombia, la eutanasia está despenalizada desde 1997, pero de eliminar un delito a constituir un derecho hay largo camino que recorrer.

En el caso de don Pablo, su eutanasia fue en el 2013, cuando ya no había delito siempre y cuando el procedimiento fuese realizado por un profesional de la salud, condicionante que no se dio. Sin embargo, la abogada Jaramillo señala que está no sería una razón para condenar a Rodrigo. "Realmente, esta es una muestra del problema que hay en el sistema de salud para atender oportunamente estás solicitudes y las trabas y problemas que le ponen a la gente que está sufriendo mucho y que con esto sufren más" dice.

Por su parte, Francisco Bernate, abogado penalista, precisó que el caso de Rodrigo, como él explicó que ocurrieron los hechos, sí corresponde a un delito, catalogado como homicidio por piedad, pues la eutanasia solo estaba despenalizada para los profesionales de salud. Por este delito, Rodrigo podría enfrentarse a una pena de entre 16 y 54 meses de prisión.

En la actualidad, la resolución más reciente sobre la eutanasia en Colombia es la 971 de 2021 por parte del Minsalud. Bajo esta resolución se ha ampliado el rango de personas que pueden optar por la eutanasia y ya no debe ser específicamente una enfermedad terminal lo que tenga el paciente que haga la solicitud.

Ahora, se debe demostrar que la persona tiene una enfermedad grave o incurable y que está sufriendo. Para demostrar eso, los abogados de estos pacientes, cómo el caso de la doctora Jaramillo con Martha Sepúlveda, tratan de aportar argumentos que ayuden a dirimir cuándo una enfermedad entra en los rangos exigidos por la Resolución 971 de 2021.

"Nuestros argumentos siempre parten desde lo jurídico y se basan en la dignidad humana y en el derecho que tiene cada persona a decidir sobre su cuerpo y su vida, y a su autonomía", señala la abogada Jaramillo, y agregó que, desde su punto de vista, obligar a una persona a seguir viviendo contra su voluntad y en medio de un gran sufrimiento es un trato cruel e inhumano que puede rayar con la tortura.

Finalmente, como sucede con casos como el aborto, las cifras oficiales de eutanasias no son precisas con la realidad, pues -como registra DescLab- hay procedimientos de este tipo que son realizados por médicos privados, que cobran entre 3 y 7 millones de pesos. Muchas de estas eutanasias no quedan registradas en el sistema de salud de Colombia.

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