Hallan cuerpo de Paty, la joven argentina que cayó en un glaciar hace 42 años
Marta Emilia Altamirano, “Paty”, es la joven argentina de 20 años que por marzo de 1981 murió al caer en la grieta de un glaciar del cerro Mercedario, en San Juan, y cuyo cuerpo, tras casi 43 años perdido, fue rescatado el pasado fin de semana. En un poema que ella misma escribió y atesora su familia, describe su personalidad y el amor hacia a la naturaleza: “Gracias por los sufrimientos que me hacen comprender a los demás. Gracias por el mundo y gracias por darme la dicha de habitar en él”.
El hallazgo, ocurrido el martes 24 de enero por parte de unos turistas que hacían andinismo, desató un operativo en el que intervino la Policía provincial, la Gendarmería Nacional, la Fiscalía de la zona, Criminalística y el Grupo Geras. Tras romper la masa de hielo en la que se encontraba el cuerpo, el sábado pasado, pudo ser rescatado luego de muchos intentos infructuosos de diferentes profesionales del andinismo, amigos y familiares de la joven que la buscaron desde que ocurrió la desgracia.
Según la autopsia, realizada en la Morgue Judicial de San Juan, el cuerpo tiene uno de sus pies desprendido y la muerte se produjo a causa de politraumatismos. Para verificar su identidad, se realizó un examen de ADN y las autoridades están a la espera de los resultados. No obstante, ni bien se supo que el cuerpo era de una mujer, las autoridades supieron que se trataría de Paty.
Amaba las montañas
A Marta Emilia Altamirano le decían Paty. Era oriunda de Tucumán, muy creyente y le gustaba escribir poemas. Con su hermana Corina se había preparado durante dos años para subir el cerro Mercedario en Calingasta, San Juan, haciendo andinismo en otros cerros.
“Paty tenía 20 años; era una joven llena de vida, apasionada y amaba las montañas”, dijo esta semana Corina a La Gaceta de Tucumán.
El 23 de marzo de 1981, Paty partió junto a su hermana Corina y su novio, el alpinista Sergio Bossini, a hacer la deseada excursión al cerro Mercedario.
De acuerdo a los registros que mantiene el Club Andino de Tucumán, el grupo comenzó su viaje desde Barreal y paró en el paraje Hornadillas, en el destacamento Álvarez Condarco de Gendarmería Nacional.
Cuatro días después, el 27 de marzo, comenzaron el ascenso al cerro. “Cuando íbamos subiendo la pared sur del cerro, que es re difícil, en un momento ella se dio la vuelta, abrió los brazos, vio el paisaje y dijo ¡gracias Dios mío”, contó Corina recordando ese día.
Ante la llegada de la noche, cerca de las 19, decidieron montar su campamento al pie de un glaciar de 4 mil 300 metros de altura. Esperaban cenar y descansar en ese punto para, al día siguiente, con la claridad, retomar su viaje.
Pero, según dirían más adelante Corina y Bossini, Paty fue a recorrer la zona y en un segundo vieron cómo pisaba en falso “y se deslizó cientos de metros abajo” por una grieta del glaciar.
Ambos intentaron ir a buscarla, pero debido a que ya era de noche no había luz suficiente para dar con ella. Al día siguiente la encontraron, muerta. Debido al difícil acceso en la zona, desconsolados, decidieron ir a buscar ayuda para recuperar el cuerpo.
El 29 de marzo llegaron a uno de los puestos de Gendarmería para pedir auxilio y junto con un grupo de profesionales fueron hasta el lugar del accidente, pero el cadáver se encontraba ya bajo la nieve.
El 31 de diciembre del 1981 la madre de Paty, Martha Dichiara de Altamirano, su hermana Corina, su hermano Marcelo y Orlando Bravo del Club Andino de Tucumán emprendieron una nueva expedición para tratar de encontrar el cuerpo, detalló
El Diario Huarpe
. Si bien dieron con él, se encontraba en una grieta del Glaciar El Caballito y era imposible acceder.
Bossini volvió al lugar un par de veces, la última en 1984, al no poder rescatar el cuerpo de la joven colocó una cruz de hierro en la cima del glaciar. Hoy, luego de casi 43 años, que se cumplen en marzo, su hermana siente que revive la tragedia nuevamente.
“Estamos conmocionados y movidos. Es como que vos tenías el recuerdo en una cajita lacrada, hace 40 años, y de repente revivís todo de una forma muy extraña. Es volver a ver fotos, a buscar datos, a corroborar cómo estaba vestida”, contó Corina a La Gaceta.
Corina le facilitó a varios medios una de las poesías de Paty donde la joven expresa su amor por la inmensidad de la naturaleza y se dirige a Dios:
“Gracias por dar visión profunda a mis ojos para que se maravillen con tus obras gracias por los cerros que hacen estallar mi alma de gozo y dejan exhalar de mis labios suspiros de admiración.
Gracias por los sufrimientos que me hacen comprender a los demás
Gracias por los seres que me rodean y por las flores de mi jardín
Gracias por el mundo y gracias por darme la dicha de habitar en él”.
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