Terremoto y lluvias frenaron a familias de Playa Vicente
Esteban Espinoza Castillejos, de 61 años, es vecino de Juchitán y pescador desde hace décadas. Relata que tras el temblor y las lluvias, llegó la marea roja —acumulación de algas que se multiplican más rápido de lo habitual— y frenaron por completo las actividades económicas.
Lamenta que hasta hoy las omisiones del gobierno no permitan a la gente tener una vivienda digna y mejores oportunidades laborales. En una temporada normal se recolectan de 20 a 120 kilos de pescado y lo equivalente de camarón durante un día. Los mariscos son vendidos en el mercado de la Séptima Sección de Juchitán y distribuidos a orilla de playa, en las palapas que ofrecen servicios de alimentos.
"Ahorita no hay ni quién nos visite, los pescadores están saliendo poco porque el agua está llena de lama y no se puede pescar", comenta el sexagenario. Una red llena de algas tarda hasta 15 días en limpiarse, lo que se traduce en pérdidas para las familias de pescadores.
En el lugar, los apoyos del programa Propesca, de la Secretaría de Agricultura Ganadería Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), que asciende a siete mil pesos, se entrega a sociedades cooperativas desde hace tres años, dejando fuera a pescadores independientes.
Ellos han solicitado el incremento del padrón, por lo que la dependencia prometió cinco millones de pesos más para beneficiarlos, pero el recurso aún no se ha aterrizado.
A cambio de los apoyos, los beneficiarios deben pagar 80 mil pesos y entregar los motores de sus lanchas, que les costaron 250 mil pesos. Un motor tiene una vida de hasta cuatro años, pero deberá entregarse aun si funciona, pues la condición es cambiarlo por uno nuevo.
Gran parte de ellos rechazan la idea de entregar su equipo, pues aún funciona. Mencionan que una lancha cuesta hasta 70 mil pesos, mientras que las redes alcanzan un precio en el mercado de hasta 100 mil pesos; la ayuda es insuficiente.
A decir de Espinoza Castillejos, además de revivir la pesca, se necesita reactivar la oferta turística.
Sin casa y sin trabajo. Por su parte, Mayra Rosado López, pobladora de Playa Vicente, cuenta que tras el sismo, los suelos quedaron agrietados. Días después llegaron las lluvias que provocaron el incremento del nivel de la Laguna Superior del Golfo de Tehuantepec, cuyas aguas inundaron viviendas y dejaron caminos que sólo pueden cruzarse en lancha.
"Las casas están sumidas, se fueron para abajo porque se hundió el piso", señala la mujer, quien recuerda que tras lo sucedido, personal de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) acudió a realizar el censo, pero no bajaron de las lanchas en las que se movían, pues no se querían mojarse los pies.
En esta localidad hay aproximadamente 126 habitantes. Según el Inegi, 23.81% de la población es analfabeta y 83.33% es zapoteca.