Pobreza y tragedia: la vida de Efraín, el de la carnita asada
"Franciskin" ó #LordCarnitaAsada", el hombre sensación a nivel mundial, por su frase "¡¿se va hacer o no se va hacer, la carnita asada?!" (sic), desde niño ha cargado la tragedia a cuestas: un vehículo lo atropelló, lo dejó en coma por un mes, desde entonces padece de sus facultades mentales y le atacan crisis de epilepsia.
María Febronia Chaidez, madre de Franciskin, narró a EL UNIVERSAL la triste historia de su hijo, que ha ganado miles de simpatías en las redes sociales, luego de que se viralizó un video donde su vecino Pedro Barceló le pregunta si se va a hacer la carne asada. Desde entonces, personas de todas las edades y de diferentes partes del mundo lo imitan.
Francisco Efraín Romero Chaidez de 39 años, vive en la colonia La Hacienda de las Flor, a unos metros se encuentra el bulevar Serna, donde a los 9 años lo atropelló un vehículo cuando iba corriendo detrás de una pelota.
La señora recordó cuando su difunto esposo y ella fueron corriendo al lugar, lo llevaron al hospital y ahí se quedó un mes sin conocimiento. La vida cambió no sólo para Francisco Efraín, sino para toda la familia.
De regreso del hospital a su casa, no hablaba, no caminaba, así como cuando era bebé, volvió a usar pañales y poco a poco con cuidados de su madre volvió a valerse por sí mismo. "Lo cargaba como un niño hasta que Dios hizo el milagro me lo levantó", en ese tiempo cursaba tercer año de primaria, memoró doña María Febronia.
De joven tuvo otro accidente. A pesar de su condición, se fue a trabajar a los campos en el municipio de Caborca, y un día le avisaron que el carro donde eran transportados varios jornaleros se había volcado y todos estaban muertos. "Me desmayé, pero gracias a Dios no pasó, fue el único sobreviviente de ese accidente".
"Efraín siempre ha sido muy buen chamaco, somos muy pobres, el antes de que pasara todo esto de que hizo del video trabajaba en una tienda, le pagaban 50 pesos y a mí me daba 25 pesos diarios".
Ahora trabaja en el semáforo que se encuentra ubicado en el bulevar Serna, ahí donde fue atropellado por primera vez cuando era niño. Luego de que su frase se hiciera famosa, los automovilistas lo buscan y le dan lo que quieren por autograbarse con él repitiendo la frase "¡¿se va hacer o no se va hacer, la carnita asada?!".
No es novedad que Franciskin se siente frente al bulevar Serna para ver pasar los carros, porque espera a un hermano de su madre. Tiene la esperanza de que llegue de Estados Unidos, se fue poco después de que lo atropellaron cuando tenía 9 años, dijo Carmen, su sobrina.
Tres familiares vecinos Franciskin no pueden creer lo que están viviendo, "tenemos a un artista en la familia, todos quieren tomarse fotos y videos con él".
La abrumadora fama
El domicilio ubicado al final del callejón Amadeo Hernández recibe constantes visitas de personas de diferentes partes del país, que acuden a tomarse un video o una fotografía; algunas personas le dan dinero, otras le llevan ropa y despensa.
La señora Chaidez dice que no es la intención pedir algo, incluso hasta miedo le daba al principio porque de repente fue muy abrumador que lo estuvieran buscando de todas partes, entre ellos ciudadanos, comerciantes, empresarios y políticos.
"En su persona también se ha actuado con crueldad, oportunismo y vileza", dijo Francisco, un sobrino que por consentimiento propio se asume como su "guarura". Carmen, otra sobrina, proporciona su número de celular y controla el acceso a la humilde vivienda de Franciskin, para saber primero las intenciones de quienes se le acercan. Ya no lo dejan salir solo, lo invitan a todas partes, y su "guarura" siempre lo acompaña, porque también por las redes sociales se han publicado videos donde le dan a fumar cigarros de marihuana o lo ponen a inhalar cocaína.
Los empresarios de diferentes partes de país, lo buscan para hacer comerciales para redes sociales, sin pago respectivo; empresas que se dedican a vender carne lo hacen ir, le dan cualquier cantidad de dinero, unos cuantos kilos de producto y verdura.
Franciskin, es un hombre alegre, no canta mal las rancheras, aunque hila pocas frases, repite lo que le piden, se sobrepone atuendos a modo de los interesados; no sabe de distingos, se toma videos con quien le pide a cambio recibe dádivas y sonrisas.