El clima de violencia que prevalece en el país alcanzó a los sacerdotes católicos y pastores evangélicos. Entre 1990 y 2017 se han registrado 70 homicidios contra miembros de la Iglesia católica, la lista la encabezan, entre otros, un cardenal, 47 sacerdotes y cuatro religiosos.
La delincuencia no sólo ha afectado a los sacerdotes católicos, sino también a los pastores evangélicos que han sido víctimas de robos, secuestros, extorsiones y cobros por derecho de piso. La Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas (Confraternice) reporta a Chiapas, Oaxaca, Jalisco, Veracruz, Guerrero, Coahuila y Chihuahua como los estados donde más agresiones se han registrado.
El fenómeno no sólo afecta a ministros de culto de manera directa, sino también al asalto de iglesias y templos con feligreses dentro. En 2017 se abrieron más de 204 mil carpetas de investigación por diversos tipos de robos, incluidas algunas denuncias hechas por sacerdotes o católicos, según el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (Siame).
Con estas cifras "el país es considerado el más peligroso para ejercer el sacerdocio", señaló el padre Omar Sotelo, director del Centro Católico Multimedial. En entrevista con EL UNIVERSAL comentó que en los últimos cinco años se incrementó la violencia contra los clérigos. Entre 2012 y 2018 se registraron 21 párrocos asesinados, dos secuestrados y dos más que continúan desaparecidos, así como 850 extorsiones y amenazas de muerte. En la administración de Felipe Calderón se reportaron 17 sacerdotes asesinados.
"Cada gobierno en la historia de México tiene sus grandes fallas, por eso somos el primer país por nueve años consecutivos en donde ser sacerdote es bien peligroso, pero también ser periodista lo es y 2017 pasará como uno de los años más sangrientos", indicó.
El Centro Católico Multimedial señala a Guerrero, la Ciudad de México, Veracruz y Michoacán como las entidades más peligrosas para ejercer el ministerio sacerdotal.
Sotelo afirmó que 2017 fue el más funesto para los ministros de culto, al registrarse cuatro asesinatos, dos plagios frustrados, dos ataques icónicos, uno en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, donde un sacerdote fue apuñalado en el atrio del recinto y otro en las oficinas de la Conferencia del Episcopado Mexicano, donde estalló un artefacto explosivo. Además ocurrieron cientos de amenazas y extorsiones a ministros de culto.
Recordó los últimos casos ocurridos en Guerrero, los clérigos Germaín Muñiz e Iván Añorve, quienes fueron vinculados con el crimen organizado. "Esta es la prueba real de esa desacreditación, pero no es nuevo, ahí está el caso del padre Alejo y José Alfredo en Poza Rica, los asesinan, torturan, amarran, los botan a una carretera y las autoridades dicen que es porque estaban de fiesta, una que terminó mal. También está el caso del padre Guillén, desapareció tres días y en medios de comunicación lo difaman al decir que lo mataron por pederasta".
En nueve años, los ministros de culto han demandado a las autoridades detener la escalada de violencia y garantizar la seguridad de la población, en 2015 hicieron un llamado a las autoridades federales para erradicar la violencia, “pero no nos creían, por eso hicimos el reporte, entonces había 14 o 15 sacerdotes muertos, ahora son 21, éste no tendría que existir”.
Violencia no distingue credo
Arturo Farela Gutiérrez, presidente de Confraternice, destacó que pastores evangélicos han padecido robos, secuestros, extorsiones, así como cobro por derecho de piso. Precisó que Chiapas, Oaxaca, Jalisco, Veracruz, Guerrero, Coahuila y Chihuahua son los estados donde más agresiones se han registrado.