Con disparos al aire despiden a "Pancho Chimal"
Acompañado por docenas de dolientes, bajo los acordes de música de banda y detonaciones de toda clase de armas de fuego, fue despedido Francisco Javier Zazueta Rosales, "Pancho Chimal", muerto en un enfrentamiento con la Marina.
"El Chimal" fue abatido la tarde del viernes 14 de abril pasado en la comunidad de San Cayetano, en la sindicatura de Tepuche, en Culiacán; 28 días antes se había escapado del Centro Penitenciario de Culiacán.
El cuerpo de Francisco Javier, quien fuera escolta de los hijos de Joaquín "El Chapo" Guzmán, fue entregado a sus hermanas, luego de que estás se identificaron y fueron reconocidas por el sistema de huellas dactilares.
Fue llevado al poblado El Diez, donde vive su familia: una comunidad, agrícola y ganadera donde cruzan los principales canales de distribución de agua que se derivan de las presas para irrigar los valles de Culiacán y Navolato; la gente cultiva granos y legumbres.
En el pasado, la zona, ubicada casi a orilla de la carretera Benito Juárez fue reconocida por los negocios de birria que le dieron vida, pero en los últimos años se volvió violenta, con el nacimiento de la célula denominada "Los Chimales", derivado del nombre del poblado de Bachigualatillo.
Los testigos relatan que su féretro, fue muy fino. Lo colocaron en el patio del hogar de sus suegros, a donde llegaron familiares, amigos y vecinos que continuaron su velación.
Le brindaron un adiós con los acordes de la banda de música, que se coronó con descargas de disparos, un sentido homenaje entre los suyos, familiares y amigos.
El lunes, en su camino al panteón, fue seguido de varias camionetas que fueron cargadas con coronas, repletas de rosas rojas.
Avanzaron en caravana por el borde del canal hidráulico El Diez, que da el nombre al poblado donde creció este hombre, que se convirtió en una de las personas de mayor confianza de Joaquín "El Chapo" Guzmán Loera, ahí al interior del "Cártel de Sinaloa".
Su paso por el bordo del canal provocó la inquietud de vecinos del lugar, al escuchar en repetidas ocasiones el accionar de las armas largas de sus acompañantes. Aún con miedo reflejado en el rostro sólo se atrevieron a hablar sobre el espectáculo que a su paso dejaron los caballos bailadores que acompañaron el cortejo fúnebre.