Con pistola en la nuca, exigen a Héctor Suárez callar críticas a EPN
El actor y comediante Héctor Suárez, se ha caracterizado por decir lo que piensa y sin “pelos” en la lengua sobre la situación de México en el escenario, y siempre le ha creado problemas: “Las amenazas las he tenido siempre, pero esta es la primera vez que me la hacen con una pistola y en la nuca”.
En entrevista con Apro, vía telefónica, comentó:
“De verdad estoy muy preocupado porque está en peligro mi familia". Que lo hagan conmigo, pero no con mi familia, añadió el comediante.
A mediados de enero pasado, el artista difundió en redes sociales un monólogo donde le pide al presidente Enrique Peña Nieto “de la manera más atenta, que se vaya, por favor, por piedad, ya váyase”.
Suárez, personificó en ese video a un ciudadano más, enfurecido, que lanza una dura crítica en contra de Peña:
“Mire usted, en cuatro años no ha hecho usted más que joder, hundir, comprometer, desprestigiar y meter en problemas al país, y a todos nosotros los mexicanos, mintiéndonos sistemáticamente”.
Hector Suárez comentó, que todo esto empezó en enero pasado cuando una camioneta azul sin placas en la Ciudad de México, se le acercó y no lo dejaba pasar. Después, volvió a ver ese mismo vehículo afuera del hotel en el que se hospedaba. Ahí, un hombre le hizo una expresión como de “¡bájale!”.
El 17 de abril, Suárez fue a un centro comercial en el municipio donde vive, en Morelos. Entró al baño, “no vi a nadie” dijo. Tras ingresar:
“sentí una pistola en la nuca y el agresor me amenazó con groserías tremendas”, dijo. Cuando me puso el cañón, dijo: “Cuiden que no entre nadie al baño”.
“El tipo, a quien no vi, me preguntó por los nombres de mis hijos y mi esposa. ¿Te suenan?, ¡Te vamos a matar a ti hijo de tu perra madre!’, y me advirtió que dejara de hablar del gobierno y de la Presidencia.
También cuenta que el sujeto le especificó: “Y como vayas de puto a quejarte, te vas a arrepentir!
Estoy muy nervioso, paranoico, sobre todo con la gente que se me acerca sólo para saludarme, y habló cada rato a mi casa. A mi esposa le conté todo hace dos días.
“Me parece una cobardía, perdón, me parece de la chingada que hagan esto. Yo me estoy expresando, como se expresaría un pintor, un poeta, un escritor, entonces, ¿qué pasa?, ¡nadie puede hablar ya nada?, ¿de qué se trata?”.