'Millennials valoran más la salud en el trabajo que el salario'
Los jóvenes rodeados de tecnologías y de nuevas prácticas que llegaron a la vida adulta en el año 2000, la generación millennial, valora más los programas de salud dentro de las empresas.
Aunque muchas de sus posturas son independientes y con ello su dificultad para encontrar un empleo, la generación del milenio ha mostrado una preferencia mayor por los espacios donde se fomentan prácticas que favorecen el bienestar de los empleados.
La generación millennial valora más el tener iniciativas de salud dentro de su empresa, a veces más que la propia retribución económica”, expresó Annel Lozano, subdirectora en Estrategia de Salud Be Well de Lockton México.
Aseguró que este tipo de programas no sólo son médicos, pues abarcan la parte nutricional, psicológica, física, así como herramientas que los favorezcan en la parte legal y económica.
“El apego que se logra de parte de los trabajadores hacía la compañía es mucho más fuerte cuando existen este tipo de programas que procuran al empleado, los cuales incluyen desde la activación física, clases, llevar nutriólogos, vacunación y herramientas para la prevención”.
La experta en salud laboral recalcó que desde la generación de los millennials hasta personas adultas han mostrado una mayor disposición a este tipo de actividades, cuando se muestra un seguimiento de los programas.
A veces se toman pruebas sanguíneas y hasta el próximo año se vuelven a tomar, es muy importante que se enfatice que en los recursos siempre haya una línea de seguimiento y los empleados no vean esto como acciones aisladas”, indicó.
“En un principio, agregó, son buenas las pruebas simples de azúcar, sangre, triglicéridos, índice de masa corporal, peso y talla, pero a partir de ahí se deben priorizar los temas, dar seguimiento con coaching de salud para lograr que la persona pueda cambiar sus hábitos y que se puedan medir los resultados”.
La especialista aseguró que el seguimiento de estos programas debe aplicarse en un lapso mínimo de tres años, un costo que “a veces no representa ni siquiera un tres por ciento de lo que representaría una enfermedad en los empleados” y que se vería traducido en ausentismo, incapacidades y rotación de personal.