Buscó fallecer... junto a sus niños en la cocina
Golpes, vejaciones y gritos eran parte de su vida cotidiana, por parte de su padre, según consta en los expedientes de su caso.
Cuando llegó a la edad adulta su realidad parecía completamente distinta: se casó, tuvo tres hijos, era humilde, pero no le faltaba lo necesario, vivía en una casa pequeña de la colonia Malvinas de esta capital.
El pasado se veía muy atrás; sin embargo, las cicatrices que había dejado nunca sanaron. Era la tarde del 29 de marzo de 2016. En la casa marcada con el número 9614 de la calle Irigoyen tres pequeños jugaban y veían televisión, un día normal, mientras su papá se encontraba en el trabajo. Los fantasmas del pasado volvieron a la cabeza y el corazón de la mujer, en ese momento de 25 años.
Hundida en una depresión nunca tratada por un profesional, Rita reunió a sus pequeños, los llevó a la cocina, abrió las llaves de gas de la estufa y se sentó a esperar la muerte, rodeada de los suyos.
Quiso morir y llevarse a sus hijos con ella. Las autoridades no tienen del todo claro quién llegó en esos momentos a la vivienda y pudo dar aviso. Indican: "Una versión apunta a que un familiar llegó de visita y por una ventana pudo ver a los cuatro desmayados". Otra posibilidad es "que el olor del gas se extendió hasta la casa contigua y los vecinos alertaron a las autoridades. En los números de emergencia se recibió una llamada de auxilio y gracias a la rápida intervención de agentes de la policía municipal, ninguno de los miembros de la familia perdió la vida".
Los pequeños fueron trasladados a un hospital a recibir atención médica, mientras que Rita se incorporó y fue detenida. Salió caminando de su casa, esposada, mientras llevaba unos pantalones negros y una sudadera rosa, la ropa que eligió para morir y para asesinar.
Un par de días después, estaba frente a un juez. En todo momento aceptó que era culpable. Nunca negó la intención de matar a sus tres hijos.
Aceptó los hechos y pidió un juicio abreviado, que es el procedimiento jurídico en el que el acusado reconoce su responsabilidad abiertamente y a cambio recibe una menor sentencia. A Rita se le fincaron cargos por homicidio en grado de tentativa. El juez le fijó una pena de dos décadas en prisión, es decir, recuperará la libertad cuando haya cumplido los 45 años, y sus hijos sean adultos de entre 24 y 27 años.
Los menores se encuentran actualmente bajo la tutela de su padre y su abuela paterna. Desde aquel día no han vuelto a ver a su mamá y es poco probable que lo vayan a hacer.