Colegio Noreste. "No debemos subestimar alguna posible amenaza"
La alegría de ver por primera vez a un hijo sonreír, dar pequeños pasos y emitir sus primeras palabras no es comparable con el regocijo que experimentó la familia Ramírez González al observar en Luis Fernando un leve movimiento de sus extremidades, un parpadeo y todo avance, por pequeño que sea, cuando salió del estado de coma después de sufrir un disparo que atravesó su cráneo.
Sin rencores, sin amarguras, sin lanzar culpas y hasta contentos por la evolución milagrosa, la solidaridad y cariño recibidos se muestran Aurora González García y Fernando Ramírez Garza, padres de Luis Fernando, uno de los tres adolescentes que resultaron heridos durante el incidente registrado el 18 de enero de 2017 en un salón de clases del Colegio Americano del Noreste.
Entrevistados en su vivienda en una colonia de clase media al sur de Monterrey, acompañados de sus hijos Luis Fernando, de 15 años, y Alejandra, de 13, la familia aceptó hablar del caso, un tanto para hacer conciencia de la necesidad de escuchar y estar pendientes de lo que hacen los hijos, además de dar el mensaje de que se puede salir de problemas, aun los más difíciles, cuando se abordan con unión familiar y tenacidad, aseguran.
Luis Fernando era un estudiante de excelencia, con 97% de promedio en secundaria, y se había ganado una beca para estudiar preparatoria en la Universidad de Monterrey o en el Tecnológico de Monterrey, antes de la lesión que puso en riesgo su vida. Pero el ataque pospuso sus planes y será hasta agosto próximo cuando ingrese al bachillerato, pues por el momento se enfoca en su rehabilitación.
"Le iban a dar la oportunidad de ir en silla de ruedas, pero tenía que acompañarlo un ayudante para la movilidad, y él todavía no puede escribir, aunque iba a tener algunas consideraciones, debería cumplir con todo el programa", comenta su madre.
Cuando tenía dos meses en el hospital no podía leer, su familia lo hacía para él. Ahorita Luis Fernando sí lee, no con la misma velocidad, pero ya se está entrenando. El menor afirma que en este periodo ha leído unos 70 libros, todos en papel, porque "tienen magia, y es pecado leer libros en línea", bromea.
Él mismo daba vuelta a las hojas con la mano izquierda, pues la derecha es la más dañada, dice su padre, quien destaca la coordinación y claridad mental de sus frases e ideas, aunque la lesión le afectó un poco la memoria de corto plazo.
Los padres aseguran que una neurosicóloga trabaja al respecto y recibirán apoyo de la Secretaría de Educación del estado para llevar un plan integral y prepararlo académicamente para el ingreso a preparatoria.
"En agosto empezará el primer semestre, tenemos que trabajar muy duro para que esté listo", refiere su mamá.
La rehabilitación
Los padres de Luis Fernando aseguran que lo que han vivido ha sido como un renacer, más emotivo que cuando un bebé empieza a sonreír, a sentarse, a dar sus primeros pasos, porque eso es algo natural; lo de su hijo es como un regalo inesperado.
"Ante un bostezo, por ejemplo, decíamos ‘qué padre’ porque es un estímulo que el cerebro está recibiendo; o ‘ya movió la mano, ya movió el pie, se sonrió, parpadeó’, todos esos detalles para nosotros eran muy importantes" dice don Fernando.
Su esposa agrega: "Ha sido pesado, pero no tanto; es nuestro hijo, lo amamos, nos duele, nos pesa y tratamos de hacer que la vida sea más fácil para él".
Doña Aurora relata cómo son las terapias a las que es sometido Luis Fernando día con día para su recuperación y reconoce lo difícil que fue en las primeras ocasiones.
"Las terapias son de lunes a viernes por la mañana de tres a cuatro horas diarias. Le dan electroestímulos, trabajo en colchonetas, ya se sube a bicicletas, y hace ejercicios en las barras para el equilibrio", comenta Aurora.