“Vine porque en Michoacán ninguna niña de mi edad puede vivir”
“Me vine porque en Cuitzian Grande [Michoacán] ya no puedo vivir, ninguna niña de mi edad puede hacerlo. El futuro siempre es el mismo, que a una la roben los de la maña”, dice Mercedes, una joven de 19 años que dice haber llegado a Tijuana hace dos días con un tío, con la intención de irse a Estados Unidos, a Sacramento, para vivir con sus dos hermanas.
Su decisión, cuenta, no fue fácil. En el rancho, enclavado entre los cerros en Turicato, uno de los 113 municipios de Michoacán, vivía con su mamá y tres hermanas. Trabajaba en la cocina de una fonda para ayudar con los gastos de su familia y la educación de sus hermanas.
Aunque era necesario el dinero que ganaba, dice que fue mucho más importante abandonar su rancho y a su gente para no sufrir el mismo destino que Yureli, su hermana menor, quien un día unos hombres se la llevaron en una camioneta a la fuerza, como si se tratara de un objeto.
“Estábamos en la clausura de la primaria de mi hermana”, cuenta Mercedes mientras espera sentada sobre el suelo, a unos tres metros de la entrada a Estados Unidos. “Le estábamos festejando en familia y una de mis hermanas, la mediana, salió a comprar unas cosas, pero ya no regresó, sólo nos dijeron los vecinos que vieron cuando se la llevaron”.
Mercedes desconoce si tiene o no la posibilidad de convertirse en una refugiada o de recibir asilo en aquel país, pero según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), 31 mil personas que intentaron cruzar por el área de San Diego a través de una solicitud de refugio o asilo fueron rechazadas por el gobierno estadounidense durante 2017.
Sin embargo, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) detalla en su informe 2016, que para ese año Estados Unidos admitió a un total de 85 mil personas que pidieron refugio, 15 mil más que en 2015; además, para ese entonces ya advertían que la tendencia marcaba que para 2017 la cifra de aceptación sería de 110 mil.
Mercedes es parte de esa estadística junto a otras que como ella que también esperan sobre el suelo de la garita peatonal para que un oficial de CBP les diga si serán recibidas por el gobierno de Estados Unidos.