Los Candidatos: Ingeniería electoral
El proceso electoral de Baja California entra a su última etapa, que culminará con el día de la elección, el próximo dos de junio y sin embargo, la clase política sigue enfrascada en pleitos legales que ponen en riesgo la democracia en el noroeste del país.
Jaime Bonilla, candidato de Morena a la gubernatura del estado no se conforma con un periodo de gobierno de dos años para la próxima administración y de forma reiterada ha movido todas las piezas a su alcance para que sea nuevamente de seis años.
Lo más reciente es que el Tribunal de Justicia Electoral de Baja California determinó dejar sin efecto el artículo 8 Transitorio del Decreto 112, que establece un período de dos años para la próxima gubernatura, ya que se considera, la reforma fue ilegal.
Y es que al parecer, no existen indicios de que el Congreso del Estado haya notificado a los cabildos de Tecate, Rosarito y Ensenada de las modificaciones, que debían ser aprobadas por tres de los cinco ayuntamientos del estado.
Se dio por hecho que estaban de acuerdo.
Ahora no se trata de definir si están en riesgo los derechos políticos de alguien, como se alega. El punto es que se agota el tiempo y entre más días pasen, más crítica se puede poner la situación, ya que las opiniones están divididas. Hay quienes están a favor de los dos años y hay quienes consideran que es mejor la opción de cinco o de seis años.
Pero como ya sabemos que pueden más los intereses personales que de grupo, lo más probable es que esta lucha legal siga hasta el último momento. Así de grandes son los intereses porque el próximo gobierno sea de seis años.
Imagine usted a los candidatos que prefirieron dejar pasar esta, considerando que la que viene es la buena, de seis años, y que les salgan que siempre no, que tendrán que esperar otros cuatro años, lo que para algunos sería quedar fuera de la jugada.
GASOLINA AL FUEGO
De por sí, el PRI en Baja California va en declive y se pudo ver en los resultados electorales más recientes y ahora salen, al cuarto para las doce, que destituyen al dirigente estatal David Ruvalcaba Flores.
En buen David se lo ganó a pulso, es cierto, porque dejó sueltos a los diputados en el Congreso Local, quienes votan a favor de las iniciativas del Gobierno del Estado, aunque sean nocivas a la comunidad, como es el caso de la deuda para construir plantas desalinizadoras o la construcción de un piso elevado de Otay a Playas de Tijuana, en condiciones leoninas.
Por omisión o por incapacidad, prácticamente perdió al partido, cuando salieron sectores como la CTM a apoyar públicamente a los candidatos de Morena, solo por mencionar algunos casos.
El punto es que el tricolor mostró que no está dispuesto a abandonar las prácticas más retrógradas, como es poner y quitar líderes, al margen de los estatutos y de las bases que los eligieron (supuestamente).
A solo unos días de las elecciones, cambian de capitán de un barco que desde hace tiempo hace agua y amenaza hundirse. Por lo pronto, lo que más pueden esperar los militantes del otrora invencible es que no pierdan su registro como partido político nacional.