La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Amnistía Internacional (AI) y colectivos de periodistas condenaron el asesinato del comunicador Javier Valdez Cárdenas en Sinaloa, y exigieron al gobierno frenar la violencia contra el gremio.
Para el presidente de la CNDH, Luis Raúl González, el asesinato de Valdez es un hecho "inaceptable y reprobable, que lastima a la sociedad mexicana en su conjunto, afectando la libertad de expresión y al corazón mismo de la democracia mexicana".
La CNDH solicitó a las autoridades de los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal) realizar una investigación exhaustiva y expedita para que este asesinato no quede impune", indicó el organismo autónomo en un boletín.
Asimismo, reiteró su preocupación "por la falta de mecanismos de prevención por parte de la autoridad, para evitar homicidios que buscan inhibir el ejercicio profesional del periodismo".
Por su parte, Amnistía Internacional señaló que el crimen "pone de manifiesto la alarmante situación de la libertad de expresión en el país".
Ser periodista en México parece más una sentencia a muerte que una profesión. El continuo derramamiento de sangre del cual las autoridades prefieren hacer caso omiso genera un profundo vacío que afecta el ejercicio de la libertad de expresión", dijo Tania Reneaum, directora de Amnistía Internacional México.
Añadió que "este crimen, como los demás, debe investigarse de manera independiente e imparcial y todos aquellos sobre quienes pese la sospecha de ser responsables deben comparecer ante la justicia".
A su vez, la Red de Periodistas del Noreste emitió un pronunciamiento en que declaró que el asesinato de Valdez "ha marcado el límite de lo permisible de la violencia contra el gremio".
Desde marzo pasado han sido asesinados seis periodistas en varios estados del país: Cecilio Pineda, Ricardo Monlui, Miroslava Breach, Máximo Rodríguez, Filiberto Álvarez y ahora Javier Valdez.
Valdez, premiado en múltiples ocasiones por su trabajo valiente sobre el narcotráfico, murió hoy en su tierra natal, Culiacán, Sinaloa, a manos de pistoleros que, como en tantos lugares del país, están silenciado a la prensa.