Gobernadores norteños se rebelan al Presidente
Desde hace dos meses, los gobernadores de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas se han reunido cada semana para articular una respuesta conjunta a la epidemia de Covid-19 ante la falta de coordinación con el gobierno federal. Los encuentros han sido no sólo públicos sino destacados en distintos informativos. Sin embargo, no atraen la atención de Palacio Nacional. Antes han logrado que otros dos gobernadores se sumen a sus conversaciones, y que éstas ahora incluyan temas estructurales, como la relación económica de los estados con la federación, y no sólo sobre la pandemia.
Para gobiernos estatales, la llegada a México del nuevo coronavirus ha consolidado tres escenarios: Los estados aprecian su real dimensión la óptica centralista del presidente Andrés Manuel López Obrador; la falta de interés de su gobierno para coordinarse con entidades no gobernadas por Morena, y el desdén federal para cambiar el presupuesto a fin de aliviar regionalmente el impacto de la crisis económica que viene.
Miguel Ángel Riquelme, de Coahuila; Jaime Rodríguez, de Nuevo León, y Francisco García Cabeza de Vaca, de Tamaulipas, son tres mandatarios con muy diversos orígenes políticos. El primero se hizo en la operación electoral, el segundo en la política agraria y el tercero viene del ámbito empresarial. Hoy los une un hecho de otra naturaleza. Ninguno milita en Morena, por lo que han tenido que convivir con un presidente que no los ve como aliados.
De acuerdo con una fuente cercana a los encuentros que desde marzo sostienen estos tres gobernadores del noreste, los mandatarios “se quejan de que los secretarios con los que hablan no resuelven nada y cuando ven al presidente todo queda en plática. No hay con quién hablar en el gobierno”.
Para ellos, las videoconferencias que han mantenido con funcionarios federales no se han traducido en apoyos.
Ni siquiera el haber planteado una iniciativa que puede cambiar profundamente la relación del gobierno federal con los estados –nada menos que una nueva forma de recaudar y repartir el dinero público– ameritó un intento de acercamiento por parte de la Presidencia de la República o la Secretaría de Gobernación para escucharlos. Cuando llegó la reacción, no fue un acercamiento para atender esas inquietudes, sino una advertencia: no se debe buscar revanchas ni politizar la contingencia, dijo el subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta, hoy en cuarentena por haber dado positivo de Covid-19.
Sin embargo, la alianza que formaron Riquelme, Rodríguez y García Cabeza de Vaca no empezó con la llegada del coronavirus a México. Llevaban un año en comunicación, prácticamente desde la toma de posesión de López Obrador, compartiendo la preocupación de que al nuevo gobierno no le interesaba coordinarse para temas clave en esa región, como seguridad, comercio y migración.
Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas siempre han tenido una relación muy estrecha, tanto en el movimiento de mercancía como de personas. El corredor Saltillo-Monterrey-Nuevo Laredo es una de las rutas de transporte más transitadas del país. Saltillo es conocida sarcásticamente como “una colonia de Monterrey” y los regiomontanos son presencia constante en las tamaulipecas Reynosa o Nuevo Laredo, ya sea por viajes de negocios o de compras familiares. También comparten una intensa actividad criminal: el Cártel del Golfo, los Zetas y ahora sus derivados como el Cártel del Noreste, tienen una fuerte presencia en esa región triestatal.
Fuente: Mexicanos Contra la Corrupción