Murieron Luchando por las Trabajadoras Sexuales
Eran esposos y luchaban juntos, pero tras el Covid él no sobrevivió
La cifra de contagios y muertos por el Covid-19 ha tomado significado en el día a día de Elvira Madrid Romero: “Yo estaba ahí y también mi esposo Jaime, su muerte no es un número más. A diario me hablan para decirme que ya murió o que se contagió una trabajadora sexual. Lo mismo que se llevó a Jaime se está llevando a las compañeras”, señala.
Jaime Alberto Montejo Bohorquez y su esposa Elvira fueron afectados por el virus en abril. Una vez que enfermaron no recibieron la atención médica oportuna, lo que llevó al deceso del activista y compañero de Elvira.
Elvira y Jaime iniciaron una investigación en la zona de la Merced sobre trabajo sexual: “Veíamos que había mucha injusticia; las camionetas de la policía se llevaban a las trabajadoras sexuales, subían a las que no pagaban la extorsión. Pedían cierta cantidad y las que no accedían eran golpeadas o violadas. Había padrotes y madrotas que las mismas autoridades escogían para que los representarán. Nosotros nos quedamos y empezamos a hacer trabajo sobre derechos humanos”, narra Elvira.
Hace 30 años, el virus de VIH afectó a una parte de las trabajadoras sexuales y en los inicios de la organización se percataron que la información en la calle era nula, igual que la atención, por ello hicieron programas educativos y de defensa de derechos, “así inició nuestra lucha”, dice Elvira.
Con el tiempo, la Brigada Callejera, encabezada por Jaime y Elvira, creó un proyecto de prevención de trata de personas en 27 estados, además de interponer denuncias contra explotadores y tratantes de personas. Desde sus inicios al frente de la organización defendieron el trabajo sexual.
Actualmente, la organización ofrece servicios para la salud, hay un consultorio donde se hacen pruebas de enfermedades de transmisión sexual, papanicolau, colposcopia, ultrasonidos pélvico y mamario, además se ofrecen consultas sicológica, dental y general para las pacientes.
Las amenazas que padecieron Elvira y Jaime por su trabajo fueron parte de sus días. Sobrevivieron a las agresiones que sufrieron y eso no los hizo desistir de apoyar a las sexoservidoras.
“La vez que nos quisieron asesinar fue porque denunciamos a un padrote muy pesado. Esa ocasión yo estaba tirada en el piso y no me meneaba por tantos golpes, así que siguieron con Jaime. A él y a otro compañero se los llevaron y cuando me pude levantar fui a poner la denuncia. Estuvieron desaparecidos dos horas y media y a los cinco minutos me dicen: “Perdón, hubo un error”.
La pareja fue a la Comisión de los Derechos Humanos: “Me dijeron, ya no se dediquen a eso, los van a matar. Me dio tanto coraje por la impotencia, que me salí y Jaime y yo seguimos haciendo nuestro trabajo”, destacó.
Cuando Jaime y Elvira enfermaron, llamaron a hospitales privados que atendían Covid-19: “Nos dijeron que no tenían espacio y los que tenían lista de espera pedían mucho dinero”, dijo el sobrino de Jaime, Daniel Soto.Ante la situación, Elvira llamó a familiares y amigos para avisar del estado de salud de Jaime. La pareja y su sobrino decidieron guiarse por la información oficial publicada en internet. Salieron en vehículo para buscar la atención que necesitaban. Visitaron seis hospitales sin encontrar lugar.
Conforme pasaba el tiempo la condición de Jaime no mostraba mejoría. Tenía una oxigenación de 60%. En el Hospital General de México le brindaron oxígeno pero tenía que esperar por disponibilidad de cama y fue en la madrugada que pudieron trasladarlo a la número 34. Dos días después le hicieron la prueba, el resultado: neumonía aguda por Covid.
Estuvo una semana con oxigenación que aumentaba de 80% a 86%, pero no subía. Al no ser tan delicada la salud de Elvira, ella pudo tener un tratamiento en su casa. El 5 de mayo a las 3:45 de la madrugada le llamaron para avisarle que su esposo falleció. Ella no pudo salir por la enfermedad y fueron amistades cercanas y la hija de Jaime los que fueron a reclamar el cuerpo del activista.
Elvira entendió que no podía estar en el entierro.
Imagen de archivo.