Hubo casillas en la terminal de autobuses, pero no en el AICM
Hasta parece una consulta "patito", la de si el aeropuerto de Texcoco va o no va. Y es que la decisión está en el aire y no aterriza, porque el PRI perdió el poder, y el entrante presidente, Andrés Manuel López Obrador, ordenó que el plan de vuelo sea sometido a un ejercicio de democracia participativa.
Hace 17 años, el secretario de Comunicaciones y Transportes, Pedro Cerisola y Weber, despertó al tigre que dormía en San Salvador Atenco, con un decreto expropiatorio de las tierras de esa comunidad, que machete en mano despistó el proyecto. El arquitecto justificó el error, y dijo que consultó a los patos y estas aves migratorias lacustres escogieron Texcoco.
Los de ahora son otros tiempos. Faltan 36 días para que el primer Presidente de izquierda se cruce la banca presidencial, y en la transición más intensa que haya habido impulsa que la gente se exprese, aunque haya quienes aducen que el tema del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) es cuestión de los técnicos, abre una consulta a todos.
En la entraña de las barrancas del Poniente de la Ciudad de México; en el mismo Paseo de la Reforma, lo más cosmopolita que tiene el país; en estaciones del Metro, y en colonias populares del Oriente, miles de personas responden a la convocatoria de participar en la consulta: Texcoco o Santa Lucía-Toluca-AICM.
Al lado del sistema electoral del INE, de su logística, organización, capacitación de encargados de los puntos de votación, esta consulta está matizado por la escasez de recursos, la improvisación y controles ausentes, frágiles o ineficaces.
Una mañana asoleada es el marco de las primeras horas de emisión del voto. Se trata de una consulta al país, pero no a quienes llegan y salen del AICM, el que ya no tiene capacidad para el presente ni para recibir al futuro. Allí no hay casilla de votación, pero sí, en cambio, en la Terminal de Autobuses del Norte.
En diversos puntos de votación los encargados o "voluntarios" invitan a que la gente se acerque a marcar una papeleta, que más parece volante, en la que exprese su postura, en esta que es la primera consulta de la Cuarta Transformación. Otros lugares, como es el caso de la Plaza de la Constitución, un entorno ciento por ciento lopezobradorista, así como en la Alameda Central, forman filas los ciudadanos motivados por la convocatoria.
Mientras, en los centros de decisión política, como es el caso del Congreso, los dirigentes y simpatizantes de Morena, convocan a la gente a participar y hasta algunos señalan el sentido de su voto para que los aviones aterricen en Santa Lucía.
Un teléfono celular con una aplicación sirve para la captura de la clave de la credencial de elector del votante, que se registraría en la plataforma de México Decide, y por fallas dejó un boquete a la emisión múltiple de votos. Un cojín de tinta que resulta lavable, de nada sirve para el control de una votación cuyo resultado no obliga a nadie legalmente.
Andrés Manuel López Obrador tiene como primera actividad del día, ir a votar, "por la democracia", declara; y ya que salió el jefe de la Cuarta Transformación, hacen lo propio los alfiles, en el Senado, Ricardo Monreal Ávila, y Martí Batres Guadarrama; y en la Cámara de Diputados, Mario Delgado y Porfirio Muñoz Ledo.
Las otras fuerzas políticas se repliegan y destacan el ejercicio periodístico, como el que ha llevado a cabo EL UNIVERSAL, que documenta la falta de rigor de la votación.
Los legisladores priistas acusan que esta consulta que concluye el domingo, se trata de una "maniobra política disfrazada de democracia participativa", diría Claudia Ruiz Massieu, a la vez que la claridosa senadora Xóchitl Gálvez previene que si López Obrador hace caso a los mismos que lo asesoraron para la consulta del aeropuerto, "ya nos cargó la chingada".