Sobrevivir a días de 48 horas
Aunque la canalización del Río Tijuana está prácticamente “limpia”, sin adictos drogándose a la vista del turismo, aún prevalecen situaciones extraordinarias, como la de personas viviendo en las cornisas de los puentes.
¿Cómo alcanzan estas estructuras, si fueron diseñadas para ser inaccesibles al público?
Es fácil: se lanzan desde varios metros, desde un pasamanos, hasta un corredor de un metro de ancho por ocho de largo, donde hacen vida como en casa. Tienen camas, mesa y hasta cocinan con leña.
Un transeúnte que nos acompaña a observar la escena, Felipe, quien sobrevivió a las calles, observa la estructura y comenta que quienes viven ahí no valoran sus vidas y sin problema se arriesgan para tener un sitio dónde dormir.
En entrevista para Cadena Noticias, Felipe nos confía que pasó 28 años viviendo en la canalización del Río Tijuana, drogándose con heroína de día y de noche.
“Vivía 48 horas al día. La droga ya no era para elevarme, solamente para que siguiera adelante. Decía que le iba a dar hasta que se me acabaran las venas y no se me acabaron. Era un infierno”.
El permite que un documentalista alemán, de visita en Tijuana, le tome una foto del rostro, pero con una condición, que publique su historia completa, en especial que logró salir de las drogas con ayuda de un centro de rehabilitación y adquiriendo fe.
“Dios y es amor y si te agarras de El, puedes salir adelante en cualquier situación”, atestigua.
Este hombre, de 48 años de edad, que muestra sus brazos curtidos de cicatrices por las inyecciones, tiene actualmente una realidad muy diferente.
Trabaja como pintor en uno de los edificios que se construyen en la zona del Río y está casado con una mujer muy trabajadora, con empleo en la vecina ciudad de San Diego, a quien espera todos los días en las inmediaciones del cruce internacional.