Atrapados entre el coronavirus y el hambre
Con la nueva normalidad que arrancó el 1 de junio, la gente empezó a salir del confinamiento, en muchos casos para enfrentarse a un despido laboral, un negocio quebrado, la imposibilidad de conseguir un empleo, indica un reporte de Mexicanos contra la Corrupción.
El 93.2 por ciento de las empresas tuvo al menos una afectación por la pandemia, principalmente por la disminución de los ingresos, según los resultados de la Encuesta sobre el Impacto Económico generado por Covid-19 (ECOVID-IE), realizada por el INEGI.
Durante la pandemia, 92.2% de las empresas no ha recibido ayuda porque no se enteraron de los programas oficiales existentes, de acuerdo con la fuente antes mencionada.
Aunque a partir del 1 de junio y la llamada nueva normalidad, la mayoría de los negocios tienen permiso para operar con restricciones. Estas son las historias de algunos microempresarios, profesionistas y empleados a los que la pandemia ha dejado sin ingreso, en la quiebra o muy cerca de ella.
Laura Medina, una pequeña empresaria que vive en Cuernavaca, abrió su negocio el pasado 6 de julio cuando el semáforo epidemiológico se puso en naranja. Ella junto con su familia se han dedicado por décadas a la venta de ropa en la capital morelense. Fueron meses de espera, de angustia por las cuentas por saldar. Las ventas a domicilio eran insuficientes.
Un viernes por la mañana citaron a las empleadas: había que limpiar el sitio, reacomodar algunos anaqueles y, sobre todo, cumplir las medidas sanitarias para evitar una clausura. Menos de una semana después, una de las jóvenes que labora ahí pidió permiso para faltar al día siguiente porque sepultarían a su abuela. La señora había muerto por coronavirus
“Nunca nos dijo que tenía una enferma en casa o cerca porque necesitaba el dinero”, recuerda Laura. El negocio tuvo que bajar la cortina ante el riesgo de que el virus se hubiera expandido.
En Morelos hay 296 mil 198 mujeres desempleadas (10.57% de la población total) y la economía ha decrecido 2% hasta marzo del 2020 respecto al último trimestre de 2019, según los datos recientemente publicados por el INEGI.
Hasta el pasado lunes 3 de agosto, el número de muertes en Morelos por Covid-19 llegó a 869, de las cuales 148 ocurrieron a partir de que el semáforo epidemiológico se puso en amarillo –el 6 de julio–, de acuerdo con un cruce entre datos oficiales hecho por MCCI.
Y si bien el ritmo con el que se han presentado los fallecimientos ha bajado respecto al mismo periodo antes de que los morelenses salieran de la fase más crítica (rojo), todos los días las muertes van acumulándose, según puede constatarse en los números oficiales de Morelos.
Laura Medina se pregunta: “¿La nueva normalidad implica vivir sintiendo que el coronavirus puede estar a tu lado?”.
Boca Arriba, como las tortugas
Abraham Lemus Bañuelos, quien se dedica a la venta de música en el tradicional tianguis de El Chopo en la Ciudad de México, duda en reanudar sus recorridos en búsqueda de acetatos o CD viejos que, entre fanáticos del rock, podrían venderse entre trescientos y mil pesos.
El semáforo epidemiológico indica que puede buscar clientes o tiendas especializadas en la colonia Roma, pero lo duda; siente miedo.
“Me protejo lo mejor posible; subo al Metro con tapabocas y con careta de plástico pero no me siento del todo seguro. Me da temor, siempre, llevar al edificio donde vivo el coronavirus; mi hermana está enferma y tenemos otros vecinos mayores de edad”, comenta.
Cuando tiene un encargo fuera de la Ciudad de México debe ir a la oficina de correos. “Pues me juego la suerte. Antes estaba pendiente de las conferencias del doctor Gatell; pero ya no quiero oírlo, sólo me preocupa y nada cambia”, agrega.
Donde él vive, en la colonia Vista Alegre, no se han reportado enfermos, según el portal de transparencia Covid-19 creado por el gobierno capitalino. Sin embargo, su alcaldía, Cuauhtémoc, tiene 4 mil 309 casos acumulados hasta el corte del lunes 3 agosto.
Desde el viernes 24 de julio, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México Claudia Sheinbaum advirtió que la capital podría regresar al semáforo rojo luego de que, durante esa semana, registraron un aumento constante en el número de camas ocupadas en los hospitales.
Abraham sale de casa para buscar música porque no tiene más ingresos. Él quedó fuera del programa para créditos a la palabra hasta por 25 mil pesos. “Esa es la mía”, pensó cuando miró por televisión que los préstamos estaban destinados a trabajadores informales como taxistas, meseros y tianguistas.
Era sábado -no recuerda la fecha- cuando buscó en páginas de internet más información. En un video encontró lo que necesitaba: los requisitos. Luego, marcó los números de la “Línea del Bienestar”. 30 minutos de espera para que alguien pudiera responder la llamada y cuando alguien por fin pudo atenderlo, le pidió algo que no estaba en el video: la CURP.
Abraham no sabía de memoria su CURP- 6 letras y 11 números- pero el trago amargo lo pasó rápido porque, un hombre al otro lado de la línea, lo tranquilizó diciéndole que posteriormente podría dictar su CURP cuando recibiera otra llamada o una visita a cargo de “un servidor de la nación”. Hasta el momento sigue esperando.