José Bernardino tiene 63 años, es de la tercera edad y sufre de convulsiones desde joven, por lo que cumple con dos condiciones para beneficiarse del comercio ambulante, pero a pesar de que vive de lo que vende en sobreruedas, no siempre alcanza lugar.
Eso le sucedió este domingo, en que debió regresarse a su casa temprano, con su mercancía y sin dinero.
Sufriendo un tremendo frio, ya que la temperatura a esa hora de ocho grados, llegó a las cuatro y media de la mañana al sobreruedas El Pípila-Torres-Casa Blanca.
Cientos de personas ya se encontraban instalando sus puestos. José fue el número tres en la fila, de personas sin un lugar fijo en la vendimia.
¨Sin credencial, no alcancé lugar. No forma parte del gremio del sobreruedas.
Afirma que la saturación de comerciantes se debe a que todos buscan “su navidad” en estas fechas.
Cuando alcanza a establecerse, le cuesta 90 a cien pesos por cuadro, es decir, un espacio de tres por tres metros cuadrados. Vende ropa de segunda y veneno para insectos. Este sábado iba por dos cuadros, es decir, seis por tres.
Para tener un lugar fijo, en la vía pública, le han ofrecido el espacio a siete mil pesos el cuadro, dinero que por supuesto, no tiene.