Lucha padre por un mejor futuro libres de violencia para sus hijos
La historia de Raúl, un trabajador de 33 años, padre soltero, inicia con la lucha porque los derechos de sus dos hijos, Diego de 8 y Marianita de 7, estén a salvo y puedan convivir en armonía con su madre, de la que está divorciado legalmente.
Su situación, cuenta el padre de familia, es que fue enterado por redes sociales que éste tiene secuestrados a sus hijos, cuando la realidad es que tuvo que solicitar la custodia provisional de los niños ante las agresiones físicas y psicológicas de que éstos, manifiestan que han sido objeto por parte de su madre.
Dichas agresiones, sostuvo, han llegado al grado de generar lesiones visibles, y más aún, psicológicas, plenamente acreditados, detectados y dictaminados por especialistas, peritos en la materia.
Esa situación, expresa, le preocupa, y lo obligan a asumir el deber de cuidado que sea necesario, porque al igual que a especialistas y a las autoridades que ya fueron enteradas del caso, debe protegerse el interés superior de los menores para desarrollarse en un ambiente armónico.
Todo empezó en el 2008, cuando Raúl y Marisela, –se omite apellido para proteger su identidad- su ahora ex esposa se conocieron cuando estudiaban en Monterrey; después de un tiempo, decidieron contraer matrimonio por lo civil, y hacer vida juntos.
Aunque las cosas no marchaban del todo bien, ambos decidieron intentar que la relación funcionara y en septiembre de 2012 nació el pequeño Diego, quién hoy tiene 8 años y en 2014, nació Marianita que hoy tiene 7.
Comentó, que parte del tiempo ella se comporta bien con ellos, pero se torna muy intolerante, agresiva y violenta física, verbal y psicológicamente contra los niños cuando éstos hacen alguna travesura propia de su edad, accidentalmente se les rompe algo, o por el desorden de sus juguetes, comenta.
“Entiendo que ella tenía el derecho de corregir y enseñar a los niños como su madre que es, pero hay formas, sin causarles daño físico o emocional, y sobre todo a no generarles un estado de intranquilidad”, dice el padre de familia.
EL ROMPIMIENTO
Lamentablemente y aun estando casados y viviendo juntos, ella tuvo una relación externa con un entrenador del gimnasio al que asistía, y se volvió imposible mantener el matrimonio.
“Me vi en la necesidad de salirme de la casa, ahí se quedaron la señora Marisela y los niños para que a ellos no les faltara un techo y todo lo necesario para vivir bien; no sin antes proponerle a ella una separación en los mejores términos posibles para evitarle sufrimiento a nuestros hijos”, narra Raúl.
“Así quedamos, tramitamos el divorcio de común acuerdo, mismo que se nos concedió a principios de 2020; ella tendría la custodia de los niños, y yo los vería todos los días 3 horas, y 1 fin de semana si, y otro no, situación que mantuvimos por un algún tiempo, siempre con una relación ríspida.”
A mediados de mayo de 2020, el padre acudió al domicilio de los menores para recogerlos y convivir con ellos, pero en dos días seguidos no le permitió hacerlo, a la tercera ocasión, si accedió:
“Lamentablemente me di cuenta que las cosas estaban más graves de lo que creía, cuando me entregó a los niños para nuestra convivencia, y noté que Diego venía severamente golpeado del rostro, explica Raúl, no sabía qué hacer, pero me asesoré y me aconsejaron tomarle fotos y poner una denuncia por violencia intrafamiliar ante el Ministerio Público, indicando con mayor detalle tanto éste como su hermanita, que siempre los maltrataba su mamá, o los amenazaba constantemente, de que si no se “portaban bien”, no verían a su papá.”
Las autoridades judiciales, en el ámbito familiar, al tener ese indicio de probable violencia, a fin de proteger a los menores, le dieron a Raúl la custodia provisional de sus hijos durante el tiempo que dure el juicio, mismo que actualmente está vigente.
Además de ello, diversas autoridades judiciales en materia penal, vincularon a proceso a la señora Marisela, por el delito de violencia intrafamiliar, donde ésta se le dio oportunidad de defensa, debidamente asistida de su abogada defensora. Siendo ya, dos autoridades judiciales, y la fiscalía que consideran que existen elementos para considerar su actuar no solamente negligente, sino potencialmente comisivo de delitos.
Ella también denunció a Raúl por “sustracción de menores”, pero la denuncia no procedió y fue desechada por la fiscalía ante las pruebas fehacientes aportadas por la defensa del padre de familia entre las que existen evidencias médicas y valoraciones psicológicas, y de que los niños están bajo un cuidado apropiado.
Actualmente, la señora Marisela, ha sido conminada ante el Juzgado familiar, a que sigan un proceso de “reintegración familiar, que implica una valoración de los menores y de su madre para establecer la mejor forma de llevarse a cabo la convivencia”, situación que abre la posibilidad de que puedan convivir en el futuro.
Hoy por hoy, ella tiene una orden de restricción para acercarse a la casa donde viven los niños con su padre y sus abuelos y a la escuela a donde se tendrán que reintegrar una vez que las autoridades lo permitan por el Covid-19.
Actualmente, indica Raúl Tirado, que, si tanto es el deseo de poder convivir con sus hijos, porqué, contra toda lógica, la señora Marisela ha decidido controvertir la resolución judicial de reintegración familiar, retardando injustificadamente el camino para que existan las condiciones para que no vuelvan a cometerse actos de violencia contra de sus hijos, y éstos, crezcan apoyados en el amor de su madre al que tienen derecho.
El padre de familia indica que ha hecho todo lo posible porque sus hijos convivan actualmente de manera virtual, pero éstos no desean hacerlo.
Raúl Tirado expresa que está afligido y le angustia la situación, y aunque existen periciales de por lo menos dos psicólogos expertos que les han aplicado las pruebas de rigor que determinan que los niños están afectados psicológicamente y requieren tratamiento, está dispuesto a que convivan con su madre.