Este martes se confirmó la muerte de José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay y figura emblemática de la política latinoamericana, a los 89 años de edad. El anuncio fue realizado por el actual presidente electo de ese país, Yamandú Orsi, a través de redes sociales.
“Hasta acá llegué”, había dicho Mujica a principios de este año, cuando su estado de salud se deterioraba como consecuencia de un cáncer con metástasis. Durante sus últimas semanas, el tratamiento —31 sesiones de radioterapia— lo dejó muy debilitado, sin fuerza para alimentarse, pero con la lucidez y franqueza que lo caracterizaron hasta el final.
Luchador desde joven, sobreviviente por vocación
Nacido el 20 de mayo de 1935 en el barrio Paso de la Arena, en la zona rural de Montevideo, José Alberto Mujica Cordano tuvo una infancia marcada por la pobreza y el trabajo agrícola. A los 14 años ya exigía mejoras laborales para los trabajadores de su comunidad. Décadas después, en 1964, se uniría a la guerrilla tupamara, convirtiéndose en uno de los rostros más conocidos del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros.
En su vida como insurgente, fue herido de bala, encarcelado en cuatro ocasiones y torturado durante 10 años en condiciones infrahumanas por la dictadura militar. Pasó años en confinamiento extremo, aislado en celdas diminutas y sin contacto humano, lo que lo llevó, como él mismo relató, a alimentar ratones y dialogar con ranas para conservar la cordura.
En 1971 participó en una de las fugas carcelarias más célebres de América Latina: la evasión de 106 presos tupamaros por un túnel cavado en la cárcel de Punta Carretas. Tras ser recapturado, fue declarado “rehén del régimen” junto con otros ocho líderes guerrilleros, amenazado de muerte si el movimiento armado se reactivaba.
Presidente austero, líder inspirador
Con la llegada de la democracia, Mujica dejó las armas por la política institucional. Fue elegido diputado en 1994, senador en 1999 y presidente de Uruguay en 2010, obteniendo casi el 55% de los votos. Su mandato fue internacionalmente reconocido no solo por sus políticas sociales progresistas, sino por su estilo de vida: vivía en su granja modesta, usaba un escarabajo Volkswagen y donaba gran parte de su salario presidencial.
Pepe Mujica conquistó al mundo con su discurso de sobriedad, humanidad y reflexión profunda, expresado en foros globales y entrevistas memorables. En sus últimas apariciones públicas, siguió exhortando a los jóvenes a “vivir con sobriedad, porque cuanto más tenés, menos feliz sos”.
Su legado político continuará en manos de nuevas generaciones, como la del actual presidente electo Orsi, a quien Mujica apoyó activamente en campaña.
“Moriré feliz. Gasté soñando, peleando, luchando. Me cagaron a palos y todo lo demás. No importa, no tengo cuentas para cobrar”, dijo en una entrevista concedida a El País en octubre pasado, con plena conciencia de su tránsito final.
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